Si te vienen a contar cositas malas de mí, manda a todos a volar y diles que yo, Buganza, yo no fui.

Y no, no es Pedro Infante. Es su tonada, pero no es Pedro Infante. Es Gerardo Buganza, el persignado, el católico, el que se confiesa y comulga, el que no miente porque vivir en pecado es condenarse.

 

 “Yo no fui”, dice Buganza. “El no fue”, quiere que digan todos. Y así salva su alma.

 

Buganza es hoy secretario de Infraestructura y Obras Públicas. Buganza fue antes secretario de Gobierno de Javier Duarte. Buganza es siempre el que no atropella a nadie, el que no incurre en actos de corrupción, el que le tiene miedo al infierno porque ahí la cosa esta muy calurosa.

 

Buganza era panista. Luego Fidel Herrera lo convirtió al priismo. Con su corriente panista ayudaron a Javier Duarte a ganarle la elección a Miguel Ángel Yunes Linares —o mejor dicho, a robársela—, aunque para ello hayan incurrido en un acto de traición a los ideales del PAN que tanto pregonó y que ahora sea un connotado personaje al servicio del PRI.

 

¿Lo conocen? Sí, aunque la mayoría de lejitos. Buganza no se codea con cualquiera, no se le vayan a pegar las pulgas.

Los taxistas lo han tenido que tratar. Cuando era secretario de Gobierno, ahí le andaban oliendo la axila para caerle bien.

Asegura Buganza que como secretario de Gobierno no firmó minuta alguna para otorgar placas de taxi, como lo aseguran los trabajadores del volante de Acayucan, los que demandan sus concesiones.

 

No, dice San Buganza, una cosa es que se les haya firmado una solicitud de placas de taxi y otra que se hubiera elaborado un acuerdo o una minuta, lo cual habría implicado un compromiso.

 “Yo en ningún momento firmé absolutamente nada.

 

Efectivamente se ve el sello de recibido, pero el sello ampara el acuse de recibido como se reciben todos los documentos que llegan a la Secretaría de Gobierno”, dice el santísimo secretario de Obras.

 

Y le tira la pelota primero a su sucesor en la Segob estatal, Erick Lagos, y ahora a la Secretaría del Seguridad Pública, en los dominios del policía Arturo Bermúdez Zurita, donde finalmente fue a parar todo lo relativo a Tránsito.
O sea que “yo no fui”.

 

Y lo mismo ocurre ahora con las obras para los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Buggy vuelve a mostrar su alma pura y a negar que ahí, donde él despacha, asome el rostro de la corrupción.

 

Carmen Aristegui le sacó los costos inflados, la obra dejada a medio camino y una red de constructoras que cobran con sobreprecio. Y pareció que le habían picado el trasero. Saltó y fue dominado por un espíritu maligno que lo hizo caer en el pecado capital de la ira. A confesarse cabrón por andar de arrebatado.

 

Le habló a mi comadre Carmita. Le tomaron la llamada ahí, en MVS Noticias. Hizo como que estaba tranquilo pero al primer embate de la Aristegui, puff, que le salta lo diablo.

Dijo que ni madres, que ahí no hay empresas comparsas, que las obras son reales, que serán entregadas en tiempo, sin nada que ponga en riesgo los JCC.

 

Y al paso de las preguntas, San Buggy se iba transformando. Exigía que le demostraran que tiene un pull de compañías transas, que cobran de más, que reciben contratos multimillonarios, que MVS exhibió “documentos parciales” en su investigación del desmadre en que convirtió Javier Duarte la infraestructura de los Juegos Centroamericanos y que lo expresado en el programa de Carmen Aristegui era vil y pura “confusión”.

 

Ay nanita. Si hubiera estado un sacerdote por ahí, le habrían hecho el exorcismo al tal Buganza. Sólo le faltó que le saliera espuma por la boca.

 

Admitió que Expectras Infraestructura sí ganó la licitación para las obras de los Juegos Centroamericanos pero que no se presentó a formalizar el contrato. Entonces hubo una segunda licitación y ganó Grupo Corporativo Urbis con una propuesta por debajo de la de Expectras.

 

Y yo me pregunto: ¿por qué no se tomó a la compañía que dio la segunda mejor propuesta en la primera licitación? Pura madre, habían negocios teledirigidos.

 

Lo que tuvo que aceptar es que Expectras ya había realizado otros trabajos para el gobierno de Veracruz: la remodelación del estadio “Pirata” Fuente, un velódromo y una pista de canotaje. O sea, ya era cliente frecuente. Además trae contratos millonarios en Veracruz y en otros estados.

 

E insistía San Buganza en que “no puedes decir que hay una red”. Y yo digo: ¿por qué madres no?
El reportero de MVS, Irving Huerta, señaló que el representante de Expectras es Jorge Miguel Sánchez, el mismo que aparece en Crey Construcciones. O sea, esa es la red de constructoras.

 

Y que se vuelve a enchilar Buggy. “Tú tienes que demostrarme que este señor Jorge Miguel Sánchez es el mismo que dices que está en otras empresas implicadas”.
O sea, todos son los malos. Y él, Buganza, es el bueno.
Otra vez: yo no fui.

 

San Buggy tiene el don del incumplimiento. A los taxistas les dice que no les prometió placas; a los constructores les da obra, luego aparecen otras empresas realizando los trabajos; dice que no hay una red de compañías, pero resulta que el representante de una es el mismo en otra.

 

Y si alguien les viene a decir cositas malas de él, díganle a todos que él , Buganza, no fue.
Vaya tipo.

 

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