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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Veracruz se incendia y el gobernador en España

01/10/2014 12:22 p.m.
Qué desastre es Veracruz. Javier Duarte pasea por España, regresa a la madre tierra, él que tiene sus orígenes en Gibaja, practica el rediez gachupín, baila un flamenco y acá se le cae a pedazos el estado.
 
Duarte se va en el peor momento. Los problemas de Veracruz son incendiarios. La sociedad está en su punto más álgido. El estallido social no es violento pero expresa el hartazgo de un pueblo que grita ¡Basta!
 
A mí, y a muchos, nos cayó en la punta de la panza saber que el gobernador se largó a España cuando a Veracruz se lo está llevando la tostada, se lo está comiendo la violencia, los secuestros, las desapariciones y todas las formas en que se manifiesta la delincuencia y el crimen organizado.
 
Se larga en plena crisis. No hay seguridad, no hay empleo, no hay dinero, no hay oportunidades de crecer, no hay confianza, no hay gobierno.
 
¿Qué le puede suceder a alguien así de irresponsable? Todo.
 
Javier Duarte es tan pésimo gobernador que tuvo la ocurrencia de entablar un diálogo telefónico con los habitantes de Soledad Atzompa, municipio enclavado en la sierra de Zongolica, que habían ido a protestar a Fortín de las Flores, y aquello fue lo peor que le pudo ocurrir.
 
La gente de Soledad Atzompa es brava. Fue a Xalapa a protestar por falta de atención a sus necesidades sociales y la policía estatal los reprimió y no los dejó llegar. Entonces se enchilaron. Se propusieron poner de cabeza al gobierno y lo lograron. Fueron a la caseta de peaje de Fortín y la tomaron.
 
Alguien tuvo la imbécil ocurrencia de sugerir que el gobernador hablara con ellos. Abrió el teléfono. Los contactó y aquello fue un episodio bochornoso, agraviante para Javier Duarte.
 
El altavoz estaba junto a un micrófono. Se escuchaban las palabras de Duarte. Conminaba a todos a desistir de tomar la caseta de peaje. Entonces comenzaron a abuchearlo. El alcalde, que era quien encabezaba la protesta, le dijo que en Soledad Atzompa las cosas son distintas. Se manda obedeciendo. ¿Dónde escuché eso, subcomandante Marcos?
 
Y lo peor no fue eso. Lo peor es que al gobernador de Veracruz lo dejaron hablando solo. La gente siguió su protesta. Duarte les decía que en cuanto regrese se pone a tiro, los escucha, les soluciona sus problemas, pero la gente ya no lo fumaba. Lo dejaron con su rollo.
 
¿A quién se le ocurre querer arreglar una bronca de ese tamaño por teléfono, desde España? De perdida hubieran armado una videoconferencia por Skype.
 
Dejaron claro que nada quieren con el secretario de Gobierno, Erick Lagos Hernández ni con el subsecretario Marlon Ramírez, dos de los actores políticos que más problemas han causado en la administración de Javier Duarte y que lejos de revolver los problemas, los han agravado.
 
No es sólo lo de los choleños de Atzompa. Los del Movimiento Magisterial Popular Veracruzano viajaron a Xalapa. Algunos llegaron, algunos no. Los reprimió la policía, pararon sus camiones, los amedrentaron. Los que pudieron llegar a Xalapa hicieron su protesta, pero otros hasta recibieron balazos de la policía en los autobuses para que le bajaran.
 
Eso se llama terror. Javier Duarte está casado con la idea de que a quien no le parece cómo gobierna, hay que reprimirlo. Y está bien jodido. Así no se gana el respeto de nadie.
 
También protestaron los ciudadanos que están hartos de la inseguridad. Marcharon por las calles de Veracruz. Fueron dos movilizaciones. Exigen que aparezcan los desaparecidos, que terminen los secuestros y las extorsiones, que se haga justicia a los asesinados.
 
En Coatzacoalcos las invasiones de tierras están a la orden del día. No hay gobierno. Los priistas están detrás de todo. Y los dueños de los terrenos se dan cuenta que no hay seguridad jurídica. ¿Y el alcalde Joaquín Caballero? Sin hacer nada, dejando que el problema creciera hasta que le ordenaron que presentara denuncias penales contra los líderes vendelotes.
 
Veracruz está lleno de inconformidad. La gente dejó de creer en su gobierno y sale a las calles a decir su verdad. Gritan y demandan justicia.
 
El gobernador Javier Duarte se contradice a sí mismo. Cuando está en Xalapa, no permite que la gente se manifieste o que se le acerque. Bueno, se pueden manifestar y hasta quedarse en la plaza Lerdo los 400 Pueblos, los de Antorcha Campesina, los del Partido Cardenista, los acarreados del PRI. Ello sí pueden.
 
En cambio, a los adversarios no les permite llegar a Xalapa. La policía los bloquea y los amedrenta. Y cuando está en España, Duarte toma el teléfono, trata de disuadirlos de apoderarse de una caseta de peaje y les baja el cielo y las estrellas. ¿Y qué hace la gente? Lo deja colgado.
 
De veras, ¿quién le habrá dicho a Javier Duarte que un estado se puede gobernar a control remoto?
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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