Marco Antonio Estrada Montiel es malo, pero Renato Tronco es peor. Es malo el pinto pero es más malo el colorado. Y aquí no cabe la frase: más vale malo por conocido que bueno por conocer.
¿Se los merece Las Choapas? Ni mais. A ninguno de los dos. Por su puesto que no.

 Los invito a reflexionar. Marco dio color antes de entrar. Renato, en su primera alcaldía, llegó por lo bajito, se metió y luego mostró la voracidad con que iba a actuar.

 Marco decía ser el enemigo del cacique y le sobraba lengua para pregonar que era el cambio. Era su juego.

¿Qué pasó cuando apareció “Pipo” Basáñez en la planilla, como candidato a síndico? Llovieron las mentadas. Su gente le reclamó. Hizo el pan-tan-tán de que impugnaba el registro, que no quería al tronquista, pero en fondo sabía que ese era el acuerdo con Renato Tronco para que le despejaran el camino. Y el gobernador Javier Duarte, Fidel Herrera y el PRI quedaron contentos. Puñalada número uno al pueblo.

Muchos dejaron de creer en Marco Estrada e hicieron bien. Un güey que imagina que el pueblo no piensa, es un güey que no tiene derecho a representarlos.

Ya en la presidencia municipal, comienza a verse que es hermano de Alí Babá. Ahí tenemos el asunto del despacho contable que le recomendó el tesorero, don Güicho Panteón, que primero iba a cobrar un millón 200 mil pesos y un rato después le pasaron el acta de cabildo a los regidores por 2 millones 400 mil. Puñalada número dos al pueblo.

Ahí tiene a la sobrina incómoda, María de los Ángeles Ochoa, sobrina de la presidenta sin corona, Gloria Ochoa, esposa de Marco, que no se puso a pensar que haberla designado inicialmente para ese cargo es nepotismo. Al ver que se le venía el mundo encima, retiraron el nombramiento, pero sigue mandando porque así son estas ñoras cuando se les da algo de poder. No piensan pero actúan. Puñalada número tres al pueblo.

La ciudad está caída. El sistema de limpia pública está igual que cuando era alcalde Renato Transa. Las calles están rotas y seguirán rotas. La policía no da una y cuando los llaman a las colonias, se sienten rambos y llegan amenazando a la gente. Los negocios de los ediles están a la orden del día... y sus regadas también. Puñaladas cuatro, cinco, seis, siete...

Han sido errores y más errores, torpezas, atropellos a la ley, abusos de autoridad. Ha cundido el desencanto de quienes creyeron que el tal Marco Estrada tenía un poquito de idea de lo que es gobernar.

Claro, con los errores y torpezas del alcalde Marco Antonio Estrada Montiel, el caciquito Renato Tronco Gómez y sus huestes pretenden sacudirse lo nefasto y mediocre que resultó su gobierno. Siembran la simplona idea de que “más vale malo por conocido que rufián por conocer”. Y así preparan el terreno para las próximas elecciones federales, en la que insistirá en postularse como candidato a diputado federal, el mentado Renato.

Creen los Tronco que los ciudadanos actúan como una masa fanática, presa de la desinformación y el fanatismo. No es así. Somos una sociedad pensante con memoria y criterio propio.

Y como prensa libre, aquí estamos. La prensa independiente aguanta difamaciones de las ratas de dos patas, agresiones verbales de los texto-servidores del caciquito de lodo y ahora también del alcalde en turno.

 Es nuestro papel. Se lo dijimos al pueblo. Se lo dijimos a todos: el cacique era de papel, se mojó y se fragmentó. Hoy no es nada aunque se dé cuerda y sus cortesanos le den cuerda.

Se lo decimos también al tal Marco Estrada. Es el papel de la prensa libre, que siempre será independiente, cuyo único objetivo es servir a la sociedad, a sus lectores y nunca al poder, llámese como se llame.

Informar no es lo más importante, es todo; es lo único; es la razón real de un medio de comunicación que está al servicio de la sociedad.
 
Informar es una función social. Es aportar los elementos que requiere el ciudadano para la toma de decisiones.

Y si no, que le pregunten a Renato Tronco. Si Las Choapas no hubiera contado con una prensa comprometida con la sociedad, con las plumas libres, con las plumas que hablan con la verdad, habría impuesto a su hermano Miguel Ángel y continuaría siendo cacique.

Pero cuando la sociedad tomó conciencia, gracias a la prensa libre que exponía de la realidad, se derrumbó el cacicazgo.

 (Comentarios y tips a: [email protected])