Denme uno, sólo uno, que confíe en la policía. Denme uno que confíe en policías embozados, que golpean a la ciudadanía, que se entienden con la delincuencia. Denme uno, sólo uno, que crea en la policía acreditable que es tan nefasta como la policía de siempre.
 
La policía, cualquiera que sea, es la fuerza pública bajo las órdenes de los gobernantes en turno. Más allá de las deficiencias que presentan las corporaciones policiacas; el verdadero problema es la impunidad que se le brinda a la delincuencia organizada de parte de los grupos políticos en el poder, como en Veracruz con Javier Duarte.
 
Y ahora nos sale el gobernador con que La Fuerza Civil va a tener hasta unidades blindadas.
 
¿Para qué carajos unidades blindadas? Para combatir a los enemigos de la ley, nos dicen. El pex es creerles.
 
La presentación preliminar ante los medios de comunicación fue espectacular. Traen dos unidadess Gurkha, importadas de Canadá. Tendrán dos Plasan San Cat. Tendrán trimotos, camionetas y lanchas.
 
Las Gurkha tienen torre de tiro y cinco troneras, desde las cuales pueden disparar. Están equipados con un avanzado sistema de radiocomunicación.
 
Son vehículos que ni el Ejército Mexicano los tiene, y si acaso algunos gobiernos estatales poseen uno. Veracruz en este aspecto sería el mejor equipado.
 
Pesan 6 toneladas, pero se pueden desplazar a más de 100 kilómetros por hora, gracias a su tracción 4X4.
 
Bueno, hasta tendrán perros certificados internacionalmente para detectar armas, enervantes y cadáveres.
 
Los de la Fuerza Civil dispondrán apoyo de la policía acreditable. Pero, eso sí, no podrán usar pasamontaña para darle confianza a la ciudadanía.
 
Suena padrísimo, parafraseando al gobernador Javier Duarte.  Son los robocops del gobernador.
 
Yo no sé si aplaudirles o ponerme a rezar. El problema no es que la policía esté bien equipada. El problema es que la policía actual está equipada para servirle a fuerzas negativas, delincuentes, crimen organizado, pero no a la sociedad.
 
La policía es temible. Le teme la sociedad, los ciudadanos decentes, los luchadores sociales, los integrantes de organismos que luchan contra la impunidad, de colectivos que reclaman que los desaparecidos aparezcan, la prensa que señala los excesos del poder y de los políticos que agreden a sus adversarios.
 
La Fuerza Civil es recibida con recelo. Hasta ahora la policía acreditable de Seguridad Pública ha sido una decepción. La sociedad veracruzana los ha visto embozados cometiendo abusos y sin poder identificarlos. Los ha visto golpear a gente inocente y usar bastones eléctricos para enfrentar a manifestantes o a grupos que protestan contra el abuso de autoridad.
 
Yo no era arisco, pero me hicieron mula. Yo confiaba en mi policía, pero he visto la represión. Yo he visto actuar a la policía acreditable y a las policías municipales. He sabido de los grupos de investigación del gobierno de Javier Duarte, que se llevan gente y ya no vuelve.
 
Con esa mala actuación, el pueblo desconfía de la policía. Su percepción pública es tan mala como la de los políticos.
 
El problema es crear un grupo policíaco, darle el mejor armamento, comprarle las mejores unidades motorizadas, con torre de disparo y espacios para que desde adentro accionen sus armas, y que terminen al servicio de los políticos corruptos y de los delincuentes comunes o del crimen organizado.
 
¿Y a dónde nos lleva eso? A la desesperanza y a la incredulidad.
 
El reto real de los integrantes de la llamada Fuerza Civil —policías que cobran salario del erario público y nunca del bolsillo corrupto de los políticos, como debe ser—, no es sólo luchar contra la delincuencia sino vencer la impunidad que tan cínicamente se practica en el gobierno de Javier Duarte. Entonces, y solamente entonces, tendrán el sincero reconocimiento de la sociedad.
 
Por ahí hay que empezar. Bienvenida la Fuerza Civil, pero que se ponga al servicio del pueblo. Bienvenido ese equipamiento, pero que sea para combatir al hampa. Bienvenida la nueva policía en Veracruz, pero que no esté al servicio de los políticos que tanto daño nos han hecho.
 
Lo que no cuadra es que se les equipe de tal forma y que terminen siendo la fuerza armada de los delincuentes. Veracruz no merece robocops que estén al servicio de los cárteles o de las bandas dedicadas al secuestro y la extorsión. Eso, a ningún precio.
 
El reto es grande. Si quieren ganarse la confianza de la sociedad, que primero se deslinden de las prácticas nocivas de la policía acreditable en la que se invirtieron tantos millones y que actúa como una policía represora de las luchas sociales y hasta está involucrada en secuestros y levantones. Después ganarse a la sociedad enfrentando como debe ser a los delincuentes y acabar con la impunidad que tanto ha jodido a Veracruz.
 
Nada fácil la tiene la Fuerza Civil. Habrá que verlos actuar.
 
No éramos ariscos, pero nos hicieron mulas. ¿O no?
 
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