Ora sí que estamos jodidos. Se supone que es la policía la que debe resguardar a la sociedad y darle seguridad, y resulta que dos corporaciones se andan matando entre ellos.

 

Resumo y relato:
Jueves 30. A eso de las 12:30 ocurre un dime-que-te-diré entre policías municipales y estatales. Se hacen de palabras. Se encañonan. Se reclaman y a punto estuvieron de terminar todos festejando el Día de Muertos en el más allá.

 

Sí güey. Esto estuvo de película. Parecían Duro de Matar con el Bruce Willis, o Dos Policías Rebeldes con Will Smith, o Arma Mortal de Mel Gibson. Todos, claro, de piojito.

 

La policía municipal viene instalando retenes para darle mayor seguridad a la población choapense. Eso ni quien lo cuestione. A falta de patrullas, pues las que hay están inservibles y sólo unas cuantas jalan, los retenes son puestos de vigilancia que permiten que haya revisiones de automóviles, chequeo de personas y generan una visión real del problema de la seguridad. Le sirven, pues, a la ciudadanía.

 

El jueves 30, los policías municipales viajaban en un auto particular. Llevaban un oficio del ayuntamiento para sus funciones. Si usan vehículo y no una patrulla, es porque no hay suficientes. No es vehículo oficial pero ellos estaban cumpliendo con su función: darnos seguridad.

 

Llegaron al retén que instalaron en el puente Plaza Verde, hacia la congregación El Cerro de Nanchital. Iba con ellos el director de la policía municipal, Eugenio Palma Arjona. Parecía que no ocurriría nada irregular. Iban a colocar una manta donde se explicaba por qué de las revisiones y que todo es legal.

 

Ahí estaba un grupo de la policía estatal. En cuanto los vieron, los de la SSP les apuntaron. Ordenaron que descendieran del auto, una camioneta Honda, modelo Odissey, color gris, propiedad del jefe de la policía, quien la puso a disposición de la corporación para el traslado de los elementos, ya que, repito, no hay suficientes unidades.

 

Pues chíngale que el asunto se puso de pelos. Los estatales encañonaron a los municipales. Los hicieron descender. Le quitaron su rifle AR-15 al director de la policía, Palma Arjona. Le pidieron que entregara su pistola escuadra calibre 9 milímetros. El jefe policíaco se negó. Y entonces ya era todos contra todos.

 

Sí, los municipales encañonaron también a los estatales. Todos como si estuvieran en un film de acción. Les digo que sólo faltaron Bruce Willis, Will Smith y Mel Gibson. Hubo jaloneos, discusión, se retaban.

 

Entonces que cortan cartucho. Y el dedo en el gatillo. La gente los veía. Los que transitaban se quedaban con la boca abierta y se retiraban antes que empezara el fuego y algo les tocara.

Habló el oficial Víctor Manuel Durán Pérez, de la municipal y evitó que pasaran de listos los policías de Seguridad Pública, la gente del delegado Esteban Gerónimo Márquez.

 

Pararon en el palacio municipal. Allá fue el delegado de la SSP. Quería que el asunto no trascendiera y que un fotógrafo que captó el momento le entregara las fotos. No estaba el alcalde Marco Antonio Estrada Montiel —¿qué raro, no?—. Lo atendieron sus subordinados. La cámara fue decomisada, pues en ella había por lo menos 15 gráficas que daban testimonio del encontronazo policía municipal-SSP, y acordaron que no se informara a la prensa.

Palma Arjona salió echando lumbre, desencajado, pero cuando le preguntaron cómo estuvo el conflicto, dijo que ni sabía de qué le hablaban.

 

Aquí hay gato encerrado. Los municipales y estatales siempre andan en broncas. Me imagino qué se traen y usted también. Hay negocio y alguien tiene que ser el dueño de plaza, el que se entienda con los que trafican migrantes, el que deja pasar a los narcos, el que controla los giros negros, el que cobra los entres.

¿Y la seguridad de la ciudadanía? Bien, gracias.

¿Por qué habrá tanto malestar en el nuevo delegado de SSP, Esteban Gerónimo, por el hecho de que los municipales instalen retenes para la prevención del delito?
 Instalar retenes le da seguridad a la sociedad. Eso es bueno para todos. Pero acaba con la empresa que han construido los que se dedican a la seguridad. Y por eso el celo, el resentimiento, el coraje, y las ganas de tirarse uno que otro balazo.

 

Mientras, la sociedad sólo ve que los que tienen que darle seguridad, se andan matando entre ellos.
Ta cañón.
 
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