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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Las muertas del sur

05/11/2014 10:08 a.m.
Ya sabíamos de Las Muertas de Juárez. Ya sabíamos de Las Muertas de Isla. Ahora las muertas están en el sur de Veracruz, cada vez con mayor incidencia, y en algunos casos con el velo de misterio que esto encierra.
 
Las muertas son feminicidio puro. Es la muerte con violencia en el que la víctima es el ser humano de género femenino.
 
Lo leía en mi Presencia. Se han documentado por lo menos siete asesinatos de mujeres en dos municipios en el lapso de un año. Tres han sido en Las Choapas, tres en Coatzacoalcos y uno en Nanchital.
 
Pero hay más. Entre las ejecuciones del narco también hay mujeres, unas en Cosoleacaque, otras en Minatitlán, unas más en Acayucan y otras en las carreteras del sur de Veracruz. Y de los autores no se sabe nada.
 
A nadie, ni a usted ni a mí, nos gusta la violencia. Es la descomposición de la sociedad. Es uno de los factores que la alteran, que evidencian su degradación, que advierten que la ley y el estado de derecho están siendo rebasados.
 
Los tres casos de Las Choapas son estremecedores. En dos de ellos los asesinos son hijos de las víctimas. En el tercero no se sabe quién lo perpetró.
 
Todos recordamos a Isvi David Aguilar Domínguez. En plena madrugada, llegó adonde su mamá dormía. Le metió tres tubazos. La mató. Lavó el lugar para desaparecer la sangre. Al rato fue por gasolina y la incineró. Jijo de su pelona. Qué pinche sangre fría.
 
Se peló y la policía lo ubicó en Chiapas. Lo trajeron y está en el Cereso regional, cumpliendo una condena de 47 años.
 
El segundo feminicidio le tocó a Doris Gómez Jiménez, quien fue hallada entre el monte, en un camino de la colonia J. Mario Rosado. La ultrajaron sexualmente y la estrangularon. Del asesino no se supo nada.
 
A Leticia Sánchez Estrada la mató su hijo, Ulises Maldonado Sánchez. Quería dinero para drogarse. La atacó, le quitó la vida y huyó. Su otro hijo, Jhonny Maldonado Sánchez, la halló inconsciente y pensó que era un infarto. La trasladó en un taxi al hospital de Pemex, pues su padre es petrolero. Sin embargo, en el camino murió. Del asesino no hay pista alguna.
 
Al ser revisada, los médicos se percataron que Leticia Sánchez tenía huellas de violencia. Se dio parte al Ministerio Público y se determinó que fue un feminicidio.
 
En lo que va de 2014, en Coatzacoalcos han ocurrido cuatro asesinatos de mujeres. Tres de ellos están plenamente documentados.
 
Uno ocurrió el 6 de octubre, cuando una mujer fue hallada sin vida, golpeada, macheteada en cara y cuerpo, en la colonia Solidaridad, al poniente de la ciudad. Fue detenido un taxista de nombre José Luis Domínguez Barrios, conductor de la unidad 202, quien actualmente está recluido y sujeto a juicio.
 
El domingo 2 de noviembre sucedieron dos casos más, uno en Villa Allende, que es congregación de Coatzacoalcos, y el otro en el municipio de Nanchital.
 
El cuerpo de Cleopatra Cuello Solís apareció flotando en la playa de Villa Allende, cerca de las escolleras. Presentaba huellas de golpes en el rostro, que las autoridades aún indagan si fueron provocados por un ataque o si se ahogó y luego su cuerpo inerte se estrelló repetidamente contra las rocas.
 
El otro caso es aún más espeluznante. Al amanecer de ese domingo, fue hallado en la vieja terminal de autobuses de la Sección 11, en Nanchital, un cuerpo que ardía. Era Gloria Vianey Santiago Ventura, una joven de tan solo 16 años de edad.
 
Estaba embarazada. Su novio, Rafael Sosa, no habría querido hacerse cargo del niño. Se supo que habían tenido agrias discusiones. La noche anterior salieron. Después ocurriría el asesinato. La gente se percató que algo estaba ardiendo. Se acercaron y vieron que el era el cuerpo de una mujer. Se trataba de Gloria Vianey. De él tampoco se sabe su paradero.
 
La violencia contra las mujeres está por todas partes. Algunas sólo son agredidas; otras son asesinadas. En ciertos casos los victimarios son sus propios familiares y en otros no hay pistas de los autores de esta espiral de sangre.
 
Ni qué decir de las ejecuciones del crimen organizado. Entre las víctimas se cuentan decenas de mujeres. Las torturas y las ultiman. A veces las mutilan o las sepultan en fosas clandestinas.
 
Está de miedo. Y lo peor es que el gobierno no cuenta con políticas públicas para enfrentar este fenómeno. Y sin políticas públicas no hay prevención. Los casos se dan y se seguirán dando. No hay defensa a favor de la mujer y las penas que establece la ley son las mismas que para cualquier caso de homicidio.
 
A veces comienza como violencia de género y termina como feminicidio. Y la autoridad no tiene cómo parar esta barbarie.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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