Algún día, hace mucho, el PRD en Veracruz fue un partido de oposición. Logró convocar a las masas, esa sociedad sin liderazgo que tenía reclamos y que le faltaba cómo encauzar sus banderas. Y el PRD les dio forma, les enseñó táctica y estrategia, les enseñó a gritar. Les enseñó a hacerse escuchar.

Así fue como muchos vimos al PRD convertirse en la alternativa social. Organizó a la sociedad y la sociedad le respondió con su voto. Se convirtió en un partido a vencer en varios regiones del país y ni qué decir del sur de Veracruz.

Pero tanto combatió al poder, que el poder finalmente sedujo al PRD. En Veracruz, el perredismo se pervirtió. Le entró al cochupo. Avaló lo que el gobierno priista necesitó para vivir en la “plenitud del pinche poder”.

Algún día, les digo, el PRD fue un partido de oposición. Ahora postula candidatos emanados del PRI. A los perredistas les gusta ser la comparsa del priismo.

Pinches vatos, son más de lo mismo. Tanto se acercaron al sol, que les gustó el calor. Y si el calor tiene signos de pesos, pues más chingón.

Ahí ta’ Rogelio Franco, achichincle de Arturo Herviz, después el deslinde, diputado federal, líder del PRD, diputado local y otra vez líder del PRD. Lo que es entender al Tlacuache Garizurieta: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.

Y Franco, nada güey, ahí se ve pegado a la ubre de donde mama desde hace un buen rato, cosechando su voto en el Congreso, agazapado en su curul, comandando a su tribu, la de Los Chuchos veracruzanos, avalándole todo al gobierno de Fidel Herrera y luego al de Javier Duarte.

Bueno, este perredista rojo fue de los que se prestaron a reventar la alianza PRD-PAN en la elección de 2013 para que el PRI pudiera mantener el control del Congreso y las principales alcaldías de Veracruz.

Franco fue uno de los que jugaban con que tenían bajo su control la dirigencia estatal mientras sus enemigos decían que no, que ni madres, que ellos tenían al dirigente. Y Franco les contestaba que estaban bien jodidos, que él tenía el control del consejo estatal perredista, y los otros respondían que ellos eran los del consejo, que el suyo era el bueno.

Y todos estaban en el ajo.

Unos y otros jugaron a la división, a los dos consejos y a los dos líderes estatales, sin que ninguno reconociera al otro. Todos se llamaban espurios. Todos exhibían a un PRD marcado por el divisionismo.

Y de eso se agarró el Tribunal Electoral del Poder Judicial de Veracruz para decir que no podía haber alianza con el PAN porque no había consejo estatal del PRD conformado.

Ese era el plan. Franco y sus adversarios, los Chuchos y los antichuchos armaron el teatro para que la alianza PAN-PRD se fracturara, y que al PAN no le alcanzara, para que sus candidatos se despeñaran.

Hoy tiene su pago Rogelio Franco. Se vuelve a imponer el PRD rojo en Veracruz. El candidato de Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán toma las riendas del perredismo veracruzano aunque le griten vendido, aunque sus enemigos lo agarren a tomatazos y le saquen fotos con Abarca, el alcalde de Iguala que ordenó el levantón de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, o evidencien que se la pasa en reventones y acuerdos con los priistas.

Los otros perredistas tampoco son unos dechados de virtudes. Nava, Romero Aquino, los Condado, Munguía también se entienden con Duarte y con Fidel. También han mamado de la ubre de la vaca y han bebido de su lechita. Lo que les duele es que Franco los volvió a bailar.

Rogelio Franco representa al PRD que se entiende y se habla con el PRI, que postula candidatos para perder, que se presta al juego a cambio de regidurías y una que otra alcaldía, y muchos negocios y beneficios. Se vende como la prostituta del callejón.

Franco no es líder para sacar al PRD en Veracruz del desprestigio en que se encuentra, ni para retomar las demandas de la sociedad, ni para volver a ser oposición, ni para enfrentar al PRI y al PAN.

Franco vuelve a la dirigencia estatal para no complicarle a Duarte la elección de 2015, para postular candidatos a modo, para perder en cada uno de los 21 distritos electorales. Para eso lo quiere el gobernador y para eso habrá de operar.

Triste papel el del PRD. Estrena un líder reciclado, el que el gobierno priista quiere tener para controlar a las fuerzas de la izquierda.

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