Muchos fueron a las plazas, los asaltaron, los secuestraron, les dieron el cristalazo, los llenaron de miedo, los llenaron de rencor y frustración. Y era como si no pasara nada.
 
Ahora fue al amigo y al colaborador. José Férez Kuri realmente le dolió al alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol.
 
Y eso no se vale.
 
José Férez Kuri murió asesinado el martes 11, a eso de las 7 de la noche, en Plaza Patio, uno de los centros comerciales de Coatzacoalcos, supuestamente cuando le robaban su camioneta RAV4 aunque hay quien dice que fue por intentar evitar el secuestro de una mujer.
 
Su muerte impactó a un sector de la alta sociedad, el jet-set en que se movía, los de las páginas rosas de los periódicos y el círculo de la gente bonita.
 
Pegó también entre los políticos pues era subdirector de Operación y Mantenimiento de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento, donde se le sabía por un alto nivel de eficiencia y trato amable. Era un buen tipo.
 
A muchos les dolió su muerte, haiga sido como haiga sido, diría Calderón, pero lo que no va es que para los amigos haya pena oficial y para los desconocidos la total indiferencia del alcalde Caballero Rosiñol.
 
Me explico:
 
La muerte de José Férez replanteó los niveles de inseguridad que agobian a Coatzacoalcos, como le ocurre a todo el sur de Veracruz. Motivó que la sociedad se sacudiera y que el jet-set presionara para que las plazas comerciales cuenten con cámaras de vigilancia y policía privada para salvaguarda de sus clientes.
 
Y eso no está mal. Lo que está del nabo es que la respuesta del alcalde sea inmediata porque el muerto es José Férez, su cuate, y nada hizo cuando los asaltados, levantados, amenazados y cristaleados eran decenas de ciudadanos para los que no hubo la misma respuesta.
 
Caballero no anda buscando quién se la hizo sino quién se la pague. Quién sabe si algún día den con los criminales que ultimaron a su amigo, pero por lo pronto ya le puso el cascabel a Plaza Patio.
 
Chéquense el comunicado 643 de la dirección de Comunicación Social del ayuntamiento de Coatzacoalcos, que recoge las palabras del alcalde Joaquín Caballero:
 
“Los estacionamientos son propiedad de los centros comerciales y no es la primera vez que ocurren hechos dentro de la Plaza Patio, por lo que recurriremos a los mecanismos legales e incluso podríamos llegar a la clausura de los comercios que ahí se encuentran hasta que cumplan con las medidas que deben tener”.
 
Y este otro párrafo:
 
“No podemos permitir que esto siga pasando a mi gente, a mis paisanos”.
 
Amenaza con clausurar las negociaciones de Plaza Patio por falta de seguridad, no disponer de policía privada y carecer de cámaras de vigilancia. Todo un justiciero, el señor.
 
Algo tarde llega el lamento del alcalde. Antes que Pepe Férez fuera asesinado, decenas de ciudadanos habían sido víctimas de la delincuencia común y del crimen organizado. Y en las plazas comerciales más porque, violando la ley, nadie se hace responsable de la seguridad de los clientes.
 
Eran ciudadanos no conocidos, no miembros del jet-set, no amigos del alcalde, no familiares de políticos. Eran gente común. Y si eran atracados, allá ellos y su vida. Mientras no te apellides Férez, no hay fijón.
 
Por eso el reclamo. La falta de seguridad en las plazas comerciales es sólo una parte del problema. La otra es la incompetencia del alcalde, de los funcionarios encargados del área de seguridad, del gobernador Javier Duarte.
 
La inseguridad rebasó al gobierno. Lo tiene postrado. Y no es con declaraciones y discursos como la va a abatir.
 
Caballero miente o engaña. Pero ni una ni la otra le sale bien. Hace una semana, el 7 de noviembre, decía que los índices delictivos en Coatzacoalcos iban a la baja gracias a la presencia de mil elementos de seguridad.
 
Se encabritaba porque la revista Forbes ubicó a Coatzacoalcos en el lugar 10 nacional en homicidios. Decía que desconocía esa estadística y que había que ir a las cifras oficiales, donde, claro, Coatza, está chingonamente bien, aunque sea ficticio.
 
¿Qué piensa ahora que la delincuencia, esa que, decía, se había replegado por la presencia de mil efectivos de la policía, le quitó la vida a su amigo José Férez? ¿Tiene razón Forbes? ¿Seguirá creyendo en las cifras oficiales?
 
Lo peor es que Caballero no busca quién se la hizo sino quien se la paga. Y eso no resuelve el problema.
 
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