Que lo sepa yo o lo sepa usted y no hagamos nada, pasa. Pero que lo sepan las autoridades y no se apliquen, es para colgarlos.
 
Así está el conflicto entre los obreros de Lendechy y los de Filadelfo y los flamantes políticos. Les dicen que va a haber otra madriza, que va a haber sangre, que se van a dar con todo, y nadie mueve un dedo.
 
Filadelfo Espinoza Hernández, líder de los agremiados en el sindicato Miguel Hidalgo, adherido a la Alianza Sindical, fue a la Agencia del Ministerio Público. Fue a denunciar a Esteban Lendechy por amenazas y porque también quiso amedrentar al encargado de la empresa Servicios Petroleros PAS.
 
Dice Filadelfo que Lendechy le expresó a Eduardo Salinas Falcón, de esa empresa, que si no le daba el contrato para realizar la perforación de un pozo para Petróleos Mexicanos, lo iba a matar.
 
Filadelfo acudió a interponer su denuncia, pero en el MP le dijeron “pérese tantito”. Y se tendrá que aguantar hasta que llegue el agente del MP porque así anda la justicia en Las Choapas, hecha una tortuga y hecha una pendeja.
 
El famoso Filadelfo no es un santo, pero ahora lo traen de bronca en bronca. Antes tenía que someterse a los dictados de Renato Tronco y el Ratón Vaquero lo traía jodido, obligándolo a que en las obras que ganara tenía que meter obreros recomendados por él.
 
Pero en el nuevo conflicto tiene razón. Su sindicato, el Miguel Hidalgo, ganó el contrato para construir una macropera en la colonia J. Mario Rosado. Pero el asunto reventó cuando Lendechy Córdova, dirigente del Sindicato de Caminos y Tramos Federales, emboscó al grupo de obreros de Filadelfo, el 3 de noviembre, y los agredió, incluso a punta de balazos, hiriendo a cinco agremiados y en la trifulca, uno de los seguidores de Lendechy fue atropellado y murió posteriormente.
 
Ese día iba la gente de Filadelfo con la gente de Marjorie Oropeza Núñez, lideresa de la Alianza Sindical Agua Dulce-Las Choapas, a la cual está adherido el sindicato Miguel Hidalgo. También a ellos les tocó su chinga.
 
Cuando vieron que llegaba la policía y se llevaba a dos de los agredidos y los remitía en la cárcel, los de Filadelfo se fueron sobre el palacio municipal. Causaron destrozos. Reclamaron, y con toda razón, que en buena parte la culpa es del alcalde Marco Antonio Estrada Montiel, quien le da cuerda a Lendechy.
 
Todo mundo sabe que Lendechy tiene órdenes de aprehensión pero que los jueces, el MP, la policía ministerial, la municipal y Seguridad Pública se hacen de la vista gorda. El tipejo amenaza a quien se le atraviesa. El tipejo agrede al que quiere. El tipejo saca la pistola, lanza bala, siembra miedo. ¿Y la autoridad? Bien, gracias.
 
Ahora viene otro conflicto. Filadelfo fue al MP a denunciar que Lendechy Córdova volvió a lanzarles amenazas y hasta al representante de la empresa Servicios Petroleros PAS le tocó lo suyo, pero ahí le dijeron que se espere a que llegue el agente responsable. Repito: justicia de tortuga.
 
El enfado de Lendechy ahora es porque el sindicato Miguel Hidalgo tiene el contrato con Servicios Petroleros PAS para perforar el pozo “Los Soldados” número 452, en la colonia J. Mario Rosado. Y como se trata de joder, porque eso sí le sale bien, pues que lanza su nueva andanada de amenazas.
 
A Marco Estrada le valió cuando lo alertaron que iba a haber violencia por la disputa entre Lendechy y Filadelfo, siendo éste el que tenía los derechos para construir la macropera en la J. Mario Rosado. Como primera autoridad —se vale reír— debió actuar e involucrar a la Secretaría del Trabajo para evitar el zafarrancho que finalmente ocurrió con saldo de un muerto.
 
Pero no. Qué iba a actuar Marco Estrada. Dicen que fue él quien dio órdenes de “romper madres” y estaba conforme con que Lendechy se quedara con el contrato o que le pagaran 50 mil pesos por desplazamiento cuando en realidad Lendechy no tiene ningún derecho sobre esa obra.
 
Ahora es el Ministerio Público el que hace caso omiso de las amenazas de Lendechy, lo que advierte que la violencia está por venir. Se van a volver a dar con todo, se van a golpear, quizá se baleen o quizá muera otro obrero.
 
Y después van a decir que nadie pudo hacer nada.
 
Lo sabe Marco Estrada, pues el asunto es de conocimiento público. Lo sabe el MP, porque hasta allá fue Filadelfo a interponer su denuncia, pero no se la admitieron. Lo sabe todo Las Choapas.
 
Ahora sólo esperemos a que alguien prenda la mecha y que el polvorín estalle con las consecuencias que son fáciles de imaginar.
 
Que lo sepa yo o lo sepa usted y no hagamos nada, pasa. Pero que lo sepan las autoridades y no se apliquen, es para colgarlos.
 
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