Javier Duarte nos dice que han decrecido las balaceras en Veracruz. El procurador presume que no hay delincuente que se le escape. El secretario de Seguridad Pública sostiene que la policía cada vez es mejor. Y yo, el tonto, que se los creo.

Ellos dicen que estamos en el paraíso y nosotros vemos que no. Lo sentimos y lo palpamos. En Veracruz la violencia sigue, cobra vidas, siembra miedo y se va comiendo a tranquilidad de la sociedad.

No se le puede creer a Duarte. Dice que las balaceras disminuyeron y vea usted qué ocurrió en Coatzacoalcos. Una madre y su hijo fueron ejecutados por una banda de sicarios. Quedó herido su sobrino, quien recibió cinco balazos. En el vehículo viajaba una niña que salió ilesa. Y todos los vecinos del lugar atemorizados porque, ¿saben qué?, la violencia ya volvió.

Que Fernando Vargas Domínguez, “La Yegua”, era una célula de la delincuencia, no lo sé. Eso dicen las autoridades. Pero de que fue ejecutado, fue ejecutado.

El parte oficial señala que Fernando Vargas viajaba en un auto con su madre, un adolescente y una niña, en la colonia Vistalmar. Dos carros los seguían. Se les emparejaron y desde ahí les dispararon. El vehículo terminó incrustado en un poste, mientras los sicarios huían.

También dice el parte oficial que Fernando Vargas acababa de salir de prisión, pues tenía antecedentes penales. Lo ubican como líder de una célula delincuencial.

Otra información establece que hace dos años fue detenido por elementos del Ejército mexicano. Le encontraron armas, incluyendo un lanzagranadas, y uniformes con emblemas y siglas de la PGR. Lo remitieron al penal de Villa Aldama, cerca de Xalapa, pero logró alcanzar su libertad.

Ahora lo cazan, lo ejecutan y a la sociedad le mandan el mensaje de que la delincuencia organizada sigue haciendo de las suyas, en plena calle, a la luz del sol, en zonas concurridas, llenas de vecinos, en las barbas de la autoridad.

Dicen que Fernando Vargas era delincuente, no lo sé. Lo que sí se es que las cosas no son como las dice el gobernador Javier Duarte. Las balaceras continúan. Las ejecuciones alarman a todos. La violencia no se ha ido.

Y eso me remite a pensar que alguien no hace su trabajo. En Coatzacoalcos hay Mando Único Policial. Trabaja Seguridad Pública coordinada con la Naval, el Ejército, la Policía Federal. Y se supone que entre todos deben hacer maravillas.

Pero no ocurre así. El Mando Único llega tarde a todos los lugares donde hay violencia. ¿Y por qué llegan cuando ya no hay nada que hacer? Porque ni siquiera conocen las calles, ni las colonias, pues no residen en Coatzacoalcos. Se presentan a tomar declaraciones a los testigos y los invitan a que denuncien. Pero que se recuerde, no han agarrado a ningún pez gordo.

La inteligencia tampoco funciona. Si conocen a los grupos de delincuentes, ya sean rateros, robacarros, asaltantes de comercios, secuestradores, extorsionadores, y si saben cómo operan, uno se pregunta por qué no los desmantelan. Así se inhibe el delito.

En Coatzacoalcos, como en muchos municipios de Veracruz, la estrategia de seguridad no funciona. Hay ejecutados, hay secuestrados, hay gente robada. Recientemente, el comandante del sector naval en Coatzacoalcos reveló que reciben dos denuncias diarias por intento de extorsión. O sea que ese delito está repuntando. Si denuncian dos personas es que hay por lo menos otros ocho que no lo hacen. Y si son 10 casos al día, entonces la cifra de intentos de extorsión es de 300 al mes. Es decir, los extorsionadores en su negocio y la policía en fuera de lugar.

En Veracruz y Boca del Río vuelven a darse ataques del crimen organizado. En Acultzingo fue asesinado un ex alcalde y el alcalde actual está desaparecido. No había pedido licencia pero cuando estalló el escándalo, el Congreso estatal inventó el documento y tramitó la separación del cargo. O sea, hay que taparle el ojo al macho para que no se diga que un presidente municipal se esfumó.

Por esos rumbos se llevaron al hermano del ex alcalde de Ixtaczoquitlán, municipio conurbado a Orizaba. Pagaron un rescate, pero luego hallaron el cuerpo sin vida; lo ejecutaron.

Y así por todo Veracruz. La violencia no cesa. La violencia continúa porque los cuerpos de seguridad y las estrategias para combatir al delito no funcionan. Ese es el problema: Seguridad Pública y la Procuraduría no están haciendo su trabajo. No hallan a los delincuentes y cuando los hallan, los encubren.

¿Cuánto cuesta sostener el Mando Único Policial, los salarios, el equipo, el armamento, los vehículos, el consumo de combustible, sus alimentos? ¿Cuánto le cuesta al pueblo? ¿Cuántas obras con sentido social se dejan de hacer para cubrir el costo del aparato policíaco, que por lo que se ve, va de fracaso en fracaso?

La balacera ocurrida en Coatzacoalcos pone en evidencia que el aparatoso operativo policíaco que se ha montado en la ciudad sólo es cosmético, pero nada funcional, nada efectivo, nada determinante.

Y por eso la violencia seguirá, los delincuentes continuarán operando y el temor entre la sociedad aumentará.

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