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Juan Ciudadano

Los Gobernados

¿Y por qué sólo al rey y a los presidentes?

10/12/2014 09:41 a.m.

Si yo fuera presidente, de un país o continente... Así sonaba la canción y parecía una chacotada, pero hoy, a como están las cosas, quién no quisiera ser presidente para tener asegurada su seguridad.

Se celebró en Boca del Río la Cumbre Iberoamericana. Qué honor para Veracruz. Pero salieron a relucir los contrastes y de ahí que sería excelente ser presidente para vivir en una burbuja, protegido, donde no pase nada y la vida se pueda disfrutar.

La Cumbre desquició a Boca del Río. Cerca del World Trade Center, donde se celebró, y en los hoteles donde se hospedaron el rey Felipe de España y los mandatarios de Iberoamérica, nadie podía acercarse. Fue un blindaje insultante, excesivo, que hizo pasar las de Caín a los jarochos de la zona conurbada Veracruz-Boca.

La intención fue preservar la seguridad del rey y los precisos. Pero también fue mantener lo más retirado posible a decenas de manifestantes que se pronunciaban contra lo ocurrido en Ayotzinapa; los que protestaban contra la desaparición de los 43 normalistas, o los que exigen la salida de Enrique Peña Nieto del gobierno de México.

Y para eso cerraron muchas calles, cambiaron la circulación vehicular, modificaron las rutas del transporte público y advirtieron que a nadie se le ocurriera intentar acercarse, a menos que quisiera sentir el rigor de los cuerpos de seguridad oficial. Así se ojetes.

A pesar de sus controles y filtros, la instalación de arcos detectores de metales, la presencia de perros entrenados para someter a quien se quiera pasar de berenjena, los que iban a manifestar por el caso Ayotzinapa, lo hicieron. Desafiaron y ganaron.

Mientras, los mandatarios estaban allá en su burbuja, ajenos a lo que ocurría cerca del World Trade Center. Algunos, antes de iniciar los trabajos de la Cumbre, recorrían algunos lugares de Veracruz y Boca. Dicen que el puerto es la ciudad más iberoamericana del continente. Qué azotados. ¿Y Cartagena de Indias? ¿Y La Habana? ¿Y Maracaibo? ¿San Cristóbal de las Casas y todos los pueblos mágicos?

Digámosle al pan, pan, y al vino, vino. El rey Felipe y los presidentes saben lo que pasa en México aunque se los quieran ocultar. Saben que por negligencia oficial, un alcalde identificado con el narco hizo lo que quiso y nadie lo tocó. Saben, porque la prensa así lo publicó a nivel mundial, en español, en inglés, en francés, en italiano, en koreano, en todas las lenguas, que ese alcalde de Iguala, José Luis Abarca, ordenó la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y que la policía los entregó al narco y supuestamente éste los ejecutó y calcinó sus cuerpos.

Los mandatarios iberoamericanos también saben algunas versiones que apuntan en el sentido de que no fue a los narcos a quienes les entregaron los 43 normalistas sino al 27 batallón del Ejército y que estos los desaparecieron. También la prensa les ha informado que si la Procuraduría General de la República hubiera actuado a tiempo a partir de los informes que revelaban que el alcalde Abarca tenía ligas con el narco, nada hubiera ocurrido en Ayotzinapa.

Así que es un exceso que a los presidentes y al rey los metan en la burbuja para que no se les acerque ningún “manifestante peligroso”. La gente se pronunció, alzó la voz y se hizo escuchar. Eso es lo que cuenta.

Lo que los veracruzanos sí quisiéramos es que nos blindara el gobierno como lo hace con el grupo de mandatarios y el larguirucho rey de España —mide como 20 metros Felipín— y así nos la pasaríamos de maravilla.

Ya lo quisiéramos. Imagínenme: yo, Juan Ciudadano, en mi casa, en mi oficina, en el parque, en el centro comercial, rodeado de guaruras; la Fuerza Civil, bien vestidos en su traje verde, armados como si fueran Rambo, y con su cara de malditos, cuidándome. Uta, ni quien se me acerque a un levantón, a un plagio, a la extorsión o al secuestro. Mi casa y mi oficina, protegidas.

Y así todos. Usted, usted, usted y todo el pueblo gozando de la seguridad que sólo se le da a los mandatarios, como si ellos fueran hijos de los dioses.

De hecho, así debería ser la vida. De hecho, así era. Veracruz era un estado seguro. La gente gozaba su tranquilidad. El índice delictivo no preocupaba. Dejaba uno el carro abierto en la calle y ni quien se acercara.

Ahora no. Los delincuentes hacen lo que quieren. Te roban los calcetines sin quitarte los zapatos. Y crecieron tanto que ahora dominan regiones y hasta estados. Y eso se puso así cuando los gobernadores pactaron con los delincuentes.

La primera obligación del Estado con la sociedad es garantizar la seguridad. Eso es tema constitucional. Es la primera garantía. Y es la que les vale un carajo.

Por eso, yo quisiera ser rey o presidente de un país o continente y todos deberíamos exigir que se nos dé la misma seguridad. Es nuestro derecho. Debemos reclamarlo. Y nos lo tienen que dar.

Y si no lo hacen, entonces que se vayan a chiflar a su máuser.

(Comentarios y tips a: [email protected])


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