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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Duarte, por fin arranca su gubernatura

22/12/2014 11:37 a.m.

Una imagen dice más que mil palabras. Este dicho, ya casi en el olvido, lo aplicábamos en el pasado en especial cuando de una foto periodística se trataba.

La imagen de la fotografía que distribuyó el gobierno del estado el viernes 19 no deja lugar a dudas sobre el gran momento que vive el gobernador Javier Duarte de Ochoa con el  presidente Enrique Peña Nieto.

En la fotografía se ve que el mexiquense saluda al cordobés pero la sonrisa y la mirada que le dirige así como el movimiento de sus labios que registró y detuivo la instantánea pareciera estarle diciendo te felicito.

El encuentro ocurrió con motivo de la 37 sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública que tuvo lugar en la residencia oficial de Los Pinos un día después de que por abrumadora mayoría el Congreso del estado aprobó la Reforma Político-Electoral que instauró la próxima gubernatura de sólo dos años a partir de 2016 para homologar en 2018 la elección presidencial con la del gobernador de la entidad.

Por si había todavía alguna duda de que la reforma contó con el aval y el respaldo de Peña Nieto, la gráfica del viernes es muy elocuente.

Qué cosas. A Duarte durante los primeros cuatro años de su administración se le criticó hasta el cansancio de que era sólo un instrumento del exgobernador Fidel Herrera Beltrán; de que no era él quien tomaba las decisiones.

Hoy, según he podido escuchar de todos quienes se oponían a la gubernatura de dos años, se dice que atrás de la iniciativa estuvo Fidel, pero ya nadie duda de que fue Javier el que tomó la decisión.

También he escuchado y leído las versiones de que Duarte le sacó el visto bueno a Peña Nieto en un momento de aturdimiento (apendejamiento) por la crisis que vive su gobierno, cuando vino al estado los días 8 y 9 de diciembre pasado, y aprovechando que las cosas le habían salido bien con los Juegos Centroamericanos y, en la parte que le correspondió, con la Cumbre Iberoamericana.

En realidad, en junio pasado un funcionario (ahora exfuncionario) que acompañó al gobernador a una entrevista con el presidente me confió entonces que él no había entrado a la audiencia pero que cuando salió el cordobés le platicó que le había planteado a Peña el proyecto para homologar las elecciones para lo cual tendría que haber una gubernatura de sólo dos años y que Peña Nieto le había dado el visto bueno.

Otros actores políticos me hicieron dudar cuando hablamos del tema. Me aseguraban que no había tal respaldo. Esperaban que el proyecto no prosperara. El resultado ya se sabe.
Dada la abrumadora mayoría que aprobó la Reforma no queda duda del control que tiene Duarte del Congreso estatal, lo que ya nos había dicho a un grupo de columnistas el 11 de noviembre durante una cena en la Casa Veracruz.

Bien podría decirse ahora que Duarte por fin se legitimó como gobernador y acaso hasta podría afirmarse que, cuatro años después, por fin arranca su gubernatura.

Se esté o no de acuerdo con el cordobés, en justicia no puede dejar de reconocérsele que por fin se le vio su carácter y su manejo y control político: a contracorriente de una opinión pública mayoritaria en contra asumió todos los riesgos y costos e impuso su voluntad.

Si se le criticaba porque no hacía, ahora se le critica porque hizo.
Yo transité durante treinta años adentro del aparato político gubernamental y escuché muchas veces decir a experimentados políticos que sólo no se equivocaba el que no hacía y que era preferible que los criticaran por hacer que por no hacer nada.

El tiempo y la historia dirán si Duarte se equivocó y lo habrán de juzgar en consecuencia. Pero asumió su responsabilidad histórica. El enojo y la crítica siguen. La Reforma sigue su curso legal. No se cree que la mayoría de los alcaldes no la apruebe también. Duarte ya hizo lo suyo, ¿lo harán los otros actores políticos afectados por la medida?

Me sorprendió la actitud, a mi juicio precipitada, del senador Héctor Yunes Landa. Que yo sepa, el sistema no ha cambiado y el presidente sigue siendo el presidente con todo lo que ello implica, así como también el líder natural del PRI (el formal lo es el presidente del Comité Ejecutivo Nacional), señor y dador de vidas políticas.

Que haya dicho que no respaldaría la iniciativa aunque fuera avalada por el presidente sonó a rebeldía, a indisciplina, a reto. Está en lo cierto cuando alega que tiene derecho a opinar, pero él no es un ciudadano ni un político común, sino un abierto aspirante a la gubernatura que conoce muy bien las reglas del juego político priista y sabe bien que no se puede poner  con Sansón a las patadas.

Pareciera que cuando alzó la voz Héctor confundió a su enemigo político. Su pleito era –y es– con Duarte. Ahora ya es también con Peña Nieto: le vale poco lo que éste avale, según dijo. Hay quienes ya lo ven en el monte. Seguramente tan pronto dijo lo que dijo los informantes de Gobernación lo reportaron y llegó hasta conocimiento del presidente. No se sabe si Héctor tratará de aclarar el sentido de sus palabras por sí o a través de algún intermediario, o de plano las  negará. A mi juicio, su rebeldía quitando peso al peso político que tiene Peña Nieto le resultará costosa.

Del senador panista Fernando Yunes Márquez y de su padre el excandidato a gobernador del PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, es más que conocida su oposición y su descalificación a la iniciativa aprobada. No puede negarse que Miguel está vendiendo con éxito, sobre todo por el descontento que hay, la idea de que se aprobó lo que se aprobó para proteger a una “pandilla” que ha abusado del poder. Si alguien menosprecia el alcance de la crítica de estos Yunes puede llevarse una sorpresa: con la inconformidad política que hay por la gubernatura de dos años y por la inconformidad social por el retraso del pago de aguinaldos y ahora entre la burocracia por la noticia que les dieron de que sólo les darán 30 y no los 40 días de aguinaldo que les daban antes, el terreno para que la oposición crezca y represente un serio riesgo está ya barbechado.

¿Y el senador José Francisco Yunes Zorrilla, “Pepe”? Tras su conferencia de prensa un día después de que se envió la iniciativa al Congreso local en la que expresó su desacuerdo y demandó una justificación, una vez que se aprobó ha guardado silencio, acaso prudente silencio. Quién sabe si sus cercanos le pusieron un bloque de hielo en la cabeza para que se enfriara, aunque creo que él no lo necesita porque aunque no esté de acuerdo con algunas cosas no se desboca. El buen juicio lo caracteriza.

Lo que se sabe es que en su cuartel hay la instrucción de seguir adelante, con el mismo ritmo con el que se venía trabajando hasta antes de que se aprobara la Reforma y con el mismo interés por lograr la candidatura para 2016. Mañana hablaré más sobre el asunto.
Los apuros para pagar el aguinaldo

Circo, maroma y teatro.
Eso y más hicieron en el Gobierno del Estado para cubrir a tiempo, el sábado 19, el pago de aguinaldo, al menos al magisterio y a los académicos de la Universidad Veracruzana.

Pocos saben, por ejemplo, que el jueves 18 hubo tres manifestaciones de protesta internas en el edificio de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV): querían su aguinaldo.

El  compromiso de la administración estatal con la Universidad Veracruzana era que en 48 horas, a partir del miércoles, se le entregarían los recursos a que tiene derecho, que no le pudieron entregar a tiempo y que eran para pagar el aguinaldo.

Alrededor del medio día del viernes los correos electrónicos, los buzones de mensajes telefónicos y los de WhatsApp de los académicos se empezaron a llenar de avisos: acababan de depositar ya el dinero de cada quien.

La noticia me agarró en la SEV, a donde había ido a saludar a tantos amigos que tengo ahí.
Pero antes de que ello ocurriera, me tocó ver a funcionarios amigos que andaban como locos recorriendo pasillos y oficinas calmando a los trabajadores diciéndoles que se cumpliría, que se les pagaría a tiempo, todo.

Había muchos maestros en el edificio a la espera de noticias. Cuando se supo la buena nueva se formaron grandes colas en los cajeros automáticos que ahí están instalados. Estaba fluyendo ya el dinero.

¿Cómo le hicieron si los bancos se habían negado a prestar más dinero al Gobierno estatal y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público tampoco había querido adelantar participaciones federales que corresponden al estado?

La presión era tremenda, no había dinero en las arcas y tampoco respondían las instituciones de crédito.
El miércoles por la tarde hubo una reunión de emergencia en la Casa Veracruz y ahí surgió, al fin, una luz para resolver el problema: había que recoger –“barrer”, me dijo un amigo administrativo– (acaso la palabra correcta sería requisar) todo el dinero que estuviera disponible en las dependencias estatales que por algún motivo no se hubiera pagado o estuviera a punto de ser aplicado y concentrarlo para poder empezar a operar.

Había dinero (millones) que, por ejemplo no se había pagado a algunos proveedores o prestadores de servicios porque éstos no habían presentado la documentación correcta aunque se afanaban por tener todo al corriente para recibir su pago. Algunos recursos estaban a punto de ser entregados como pago por anticipo de obras. Otro dinero era para gastos operativos. Y así.

En algunos casos donde los proveedores o prestadores de servicio si tenían toda su documentación al corriente, la orden fue que si por ejemplo tenían que pagarles un millón de pesos, nada más les dieran 10 o 20 mil pesos, y que en enero, tan pronto como caigan las participaciones federales de 2015, se les pagará de inmediato. Al menos hay esa esperanza.
La orden fue recoger todo y, como la buchaca del guajolote, de grano en grano se fue llenando la bolsa y, ¡uf!, horas antes de que se venciera el plazo que marca la ley (el día 20) para pagar el aguinaldo, por fin se pudieron hacer depósitos.

Al menos se salvó la parte más delicada: la del magisterio, que cuando protesta lo hace con acciones de mucha presión, no así con la burocracia, a la que se tiene cautiva y a la que si se atreve a protestar le dicen que si no le parece que renuncie.

En total, ha quedado muy claro, se necesitaban 3,500 millones de pesos, que era lo que se requería para cubrir todos los compromisos pendientes de fin de año. No se sabe exactamente cuánto se logró requisar.

Si no fuera porque la situación en algunos casos se tornó hasta dramática, era de risa ver los apuros que se pasaron para salir, en parte, del atolladero. No cabe duda, al actual gobierno le gustan las emociones fuertes, muy fuertes.

De todos modos, los augurios no son los mejores para iniciar 2015, en diez días más. La cuesta de enero estará muy, pero muy pesada.

Se antoja la pregunta: ¿y de dónde van a sacar para pagar las campañas de los candidatos del PRI? ¿Qué malabares harán ahora? ¿O es que sí el cochinito está lleno pero los candidatos primero y los miles de trabajadores después?


 


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