Marco decía que sí, pero la realidad es que no. Al rastro Tipo Inspección Federal se lo lleva Coatzacoalcos, dándole en la torre a los ganaderos de Las Choapas.

Sí. Así como lo oye. El rastro se les concedió a los porteños. Y eso que ni ganado tienen.
El rastro TIF es regional. Ahí llevarán los animales procedentes de todas las asociaciones y uniones de todos los municipios del sur de Veracruz, generando unos ingresos bárbaros.

Le van a inyectar 50 millones de pesos. Van a disponer de recursos federales y de la iniciativa privada. La empresa que gane la licitación disfrutará de la concesión y es como sacarse la lotería pues tendrán clientes cautivos.

Pero no es justo. En Las Choapas tenemos medio millón de cabezas de ganado. Somos la primera potencia ganadera de Veracruz. Tenemos tres asociaciones afiliadas a la Unión Ganadera del Sur de Veracruz y otras ganaderas independientes.

Es mala onda. Coatzacoalcos no pinta en el ámbito ganadero. Ni siquiera abastecen su propio mercado, pues los grandes comercios tienen que comprar sus productos cárnicos en otros municipios y hasta en Tabasco o traerlos del norte del país.

¿Pero dónde anda Marco Estrada, nuestro presidente municipal? ¿Ya regresó de la Luna? Decía que las gestiones iban a toda mother, que ya no sería a fin de año sino en el 2015 cuando se decidiera lo del rastro, que porque ya no habían partidas de dinero, pero que estaba seguro que el rastro era para Las Choapas.

¿Qué más decía? Ah, sí. Que Coatzacoalcos no le arrebataría el rastro a Las Choapas; que los ganaderos choapenses confiaran en él para tener un centro de matanza de alto nivel; que Coatza es pobre en ganadería; que el proyecto del rastro ya estaba presentado e iba por buen camino.

Los directivos de las ganaderas habían dicho que el alcalde Marco Estrada les presentó el proyecto y que ya estaba aprobado. ¿Pues qué pasó? ¿Quién mintió y quién se dejó engañar?
Marco Estrada aseguraba que el alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol, se movía para quedarse con el rastro pero que no había riesgo alguno. Casi como el Chapulín Colorado. “Que no panda el cúnico”. Pero el cúnico pandió.

El rastro se lo quedó Coatzacoalcos. Van a concentrar la matanza de animales y el municipio se llevará una buena parte de los derechos y contribuciones. A ellos les resultará de poca y nosotros, con nuestro medio millón de reses, 120 mil facturadas al año, nos vamos a quedar como espectadores, mirando de lejitos.

Yo no sé en qué andaría pensando Marco Estrada. Echarse ese rollo para que los ganaderos le creyeran que los estaba respaldando y luego salirles con que el rastro TIF se lo dan a Coatzacoalcos, es poco serio.

Marco no hizo nada. Y si lo hizo, lo charrearon. Si acudió al gobierno estatal o al federal y ahí le dieron esperanzas, y luego el beneficiado fue Coatzacoalcos, pues qué oso.

El rastro de Las Choapas es obsoleto. Ya no satisface las necesidades de los ganaderos e introductores. Ya se requiere uno de mayores alcances, más moderno, con equipo para el mejor aprovechamiento del animal y cumpliendo las normas que establece el gobierno federal.

Lo de menos es que se pugne por tenerlo. Pero lo que está del nabo es que el alcalde hace menos de un mes decía que ya merito, ya casi, ya pronto tendría buenas noticias y que nos sale con una embajada del tamaño del mundo. Lo engañaron gacho.

Marco diciendo que las gestiones iban de rechupete y resulta que el que ya tenía el rastro en la bolsa era Joaquín Caballero. Queda como un desinformado o como un mentiroso.

Ahora de nuevo presume que seguirá pugnando porque se logre inversión para un rastro, pues que lo vaya demostrando, porque no solo se trata de su prestigio, sino de que al municipio mucha falta le hacen este tipo de inversiones que generen mayores rendimientos al sector pecuario y una buena cantidad de empleos.