Ah, que cosa tan espantosa la que dice el gobernador. Ora nos sale con que el periodista no es periodista, que es taxista y activista vecinal. Y ya por eso, casi nos dicta que no, que ni mais, que Moisés Sánchez Cerezo no tiene por qué ser tratado como el nuevo periodista desaparecido en su sexenio.

 

Su mother, güey. Moisés Sánchez sí es periodista. Es director y dueño del semanario La Unión donde realiza periodismo de denuncia, dando voz a la gente de Medellín de Bravo, ahí en la zona conurbada con Veracruz y Boca del Río.

 

Las crónicas sobre el levantón que sufriera el viernes 2, en su casa de El Tejar, municipio de Medellín, aseguran que Moisés Sánchez es un periodista que no vive del periodismo, ni del chayote, ni se corrompe, ni tiene contratos de publicidad.

 

Trabaja en un taxi, rentando placas, para llevar el sustento a su hogar y de lo que le sobra paga la impresión de su semanario.

Pero viene lo mejor. El semanario La Unión no se vende sino que Moisés Sánchez lo regala para que cualquier persona del pueblo, hasta el que no tiene ni un centavo, lo pueda leer. Eso sí que es compromiso social.

 

Moisés Sánchez ve el periodismo como un instrumento para que la gente se exprese. Denuncia los atropellos de las autoridades y combate a los que abusan de la sociedad.

 

Le pasa lo que a muchos en este oficio. Sacan su publicación cuando tienen recursos para ello pero lo hacen con mucha dignidad. No tienen los millones que le dan a la prensa oficialista, pero tiene algo mejor: la libertad para hablar de lo que los lectores quieren saber.

 

¿Que si Moisés Sánchez Cerezo es periodista? Por supuesto que sí. La Unión es un medio que habla de los problemas de Medellín de Bravo; que critica que el alcalde Omar Cruz Reyes, del PAN, haya impuesto el cobro del servicio de limpia pública y que haya que pagar la anualidad por adelantado; que anteriores alcaldes, como Marcos Isleño, no haya residido en el municipio; que llegaran al poder, como Omar Cruz, y se pusieran a contratar a gente de Veracruz y Boca del Río desplazando a los medellinenses.

 

Moisés Sánchez Cerezo publica los problemas de la gente con las autoridades, las promesas incumplidas del alcalde Omar Cruz.

 

Lo que no publica es lo que hace el crimen organizado, los secuestros y las ejecuciones, porque sabe los riesgos.

Por eso se me hace de la madre que ahora salga gober Javidú con que no es periodista, que es taxista y activista vecinal, tan sólo porque se postuló para ser agente municipal de El Tejar.

 

A ver, a ver. ¿Es menos ser taxista? ¿Es pecado? ¿Es algo

indigno? Jodido el gobernador con esa discriminación. Se puede ser periodista y taxista y una cosa no le quita nada a la otra. Manejar su taxi le permite llevar el sustento a su hogar y de ahí sale para mandar a imprimir La Unión, su semanario que reparte de manera gratuita. Eso digno de reconocer y de elogiar. Ojalá hubieran muchos periodistas que vivan de un ingreso limpio, como el Moy.

 

Javier Duarte está archirrecontradesinformado. Dijo también que Moisés Sánchez tiene una página en Facebook. Superfalso y tendencioso. Moisés Sánchez tiene su semanario, se llama La Unión, es un impreso y lo reparte entre la gente para que todos lo lean y conozcan lo mal que gobierna el alcalde.

 

Javier Duarte es incapaz de lidiar y discutir con ideas. Por ello se rodea de textoservidores y bufones a sueldo para hacerlo feliz. No tiene la menor idea de lo que es ser periodista y de lo que es el periodismo. Para él solo existen quienes están en su nómina y en sus convenios.

 

Eso lo mantiene fuera de la realidad. Paga para que le hagan creer que Duartilandia existe. Es la corte de los enanos y entre ellos el gordo es rey.

 

Pero la realidad de Veracruz es gravísima. Los periodistas críticos son levantados, 10 de ellos han sido asesinados, otros cuatro han desaparecido, ahora con Moisés Sánchez son cinco, y más de 20 han terminado en el exilio.

 

Como dice el reportero Jorge Morales, el único integrante con actitud crítica en la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, “la violencia y agresión a periodistas en el estado de Veracruz continúa siendo un problema vigente y grave, con focos rojos en el puerto de Veracruz, Xalapa, Córdoba, Poza Rica, Pánuco y Coatzacoalcos”.

 

Y esta violencia viene de dos ámbitos: el crimen organizado y las esferas de gobierno. Pero en ambos, la intención es censurar, amordazar, evitar que se conozca la realidad, la inseguridad, la violencia, la corrupción, la impunidad.

 

Y cuando un periodista crítico es levantado, joder carajo, sale el gobernador Javier Duarte con que ese comunicador no es periodista sino taxista y activista vecinal, como si eso fuera una vergüenza, y que ni siquiera tiene periódico sino una página en Facebook.

 

¿Quién madres estará desinformando al gobernador?

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