Qué cosas hace el alcalde de Agua Dulce, Daniel Martínez González. Eso de acusar de corrupción a su antecesor, Alejandro Torruco Vera, pero tener actualmente de tesorera a la misma que manejó las finanzas del ayuntamiento en ese entonces, es de auténticos locos.

 

Daniel Martínez ya presentó denuncia contra Torruco. Lo acusa de daño patrimonial por 59 millones de pesos y de acuerdo con la Ley Orgánica del Municipio Libre serían cuatro responsables que estarían sujetos a juicio: alcalde, síndico, regidor del ramo y tesorera.

 

La tesorera es Rosalía Jaime Ascanio. Ha ocupado el cargo por siete años, una parte en la administración perredista de Raúl Delgado Montalvo, luego en el gobierno de Torruco y un año con Daniel. Y no se cuentan cosas nada buenas de ella.

 

Rosalía está en el centro del embrollo, pues lo que se habrá de juzgar es el manejo que le dio a los dineros del pueblo, lo que tenía en sus manos, lo que había en la tesorería municipal cuando ella ocupaba ese cargo.

Daniel Martínez no se cansa de decir que el gobierno del panista Torruco le dejó muchas deudas, poco dinero y algunos pecadillos con las obras que ejecutó.

 

Y vamos a suponer que tenga razón. Y vamos a concederle que todo sea demostrable. Que la deuda sea real, que las arcas hayan quedado vacías y que las obras no sean lo que la ley exige.

 

Pero Torruco no estaba solo. Y de ser culpable, la tesorera de aquella administración pagó lo que no debía o liberó cheques sin que se cubrieran los requisitos y las normas.

 

Eso es lo que ha provocado la polémica. Daniel Martínez dice que son 59 millones de pesos de daño patrimonial. Pero la ley dice que en casos así los responsables pudieran ser el alcalde, síndico, regidor con la comisión de Hacienda y quien ocupe la tesorería.

 

Nadie puede afirmar que sean culpables, pero en el curso de la investigación que realice la autoridad judicial se verá quien debe ser consignado al juez y quien no.

 

Pero lo que no se justifica es que una tesorera involucrada en un caso de mal manejo de finanzas públicas, sea la misma tesorera que hoy tiene en sus manos los recursos del pueblo.

Rosalía Jaime Ascanio es la misma tesorera que trabajó en el gobierno municipal del panista Alejandro Torruco Vera.

 

En cuestión de dinero, era la mayor responsable. Rosalía Jaime era la operativa en el manejo de las finanzas del ayuntamiento.

Y ahora el priista Daniel Martínez acusa al ayuntamiento anterior de daño patrimonial por 59 millones de pesos.

 

A ver, don Dany, explíquemela como si tuviera yo cuatro años. Si aquel ayuntamiento incurrió en daño patrimonial, lo menos que podría suponerse es que la tesorera metió la mano. Y si no la metió, cuando supo lo que estaba pasando y calló, y esa omisión es complicidad.

 

Y explíqueme también cómo la misma tesorera que está implicada en el supuesto daño patrimonial de su antecesor, ahora es su tesorera municipal.

 

Por eso los regidores ya están en alerta. Los priistas no porque esos están formados para dejar pasar todo, pero los de oposición, aunque como si hubieran desayunado huevos tibios, dicen que debiera separarse a la tesorera del cargo hasta que termine la investigación o sea juzgada.

 

Jesús Martínez Monroy, del PRD, dice que lo más sano sería que se retirara. Julio César Morales Castillo, del PT, asegura que la propuesta para que fuera tesorera fue del alcalde Daniel Martínez y que en ese entonces no contaban con los estados financieros que revelaran alguna irregularidad.

 

Norma Irma de la Mancha Gasca, del PRD, dice que la responsabilidad es del alcalde pues Rosalía Jaime Ascanio provenía de una administración que dejó fuertes deudas y pasivos millonarios.

 

Esas son las incongruencias de Daniel Martínez. No se puso a pensar que el hecho de tener a la misma tesorera que Torruco Vera le iba a complicar el caso cuando quisiera fincarle alguna responsabilidad.

Habría que ver cómo maneja el caso el MP. Si determinan que Rosalía Jaime permitió el daño patrimonial o tiene responsabilidad directa, lo menos que los hidrómilos van a pensar es que ahora pudiera estar haciendo lo mismo.

 

Qué ganas de complicarse la vida. Por eso cuando llega un nuevo alcalde, trae su propio equipo de trabajo.

 

Cuando adopta a alguien de la administración anterior, se corre el riesgo de heredar los pecados que haya cometido. Y así está Daniel Martínez.

Pero qué necesidad, diría Juan Gabriel.
 
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