Hay desperdicios que son entendibles, pero hay otros que son condenables. Así es el de Agua Dulce con la leche del DIF. Negligencia dirán algunos; un crimen contestarán otros.
 
Lo leo en Presencia y me enchilo de solo saber que hay niños que no tienen qué comer y ahí, porque el valemadrismo es una forma de gobernar, la leche que les envía el DIF estatal termina en el drenaje.
 
Me irrita. Nos irrita. No he sabido de uno al que no le haya calado enterarse que el descuido de los gobernantes termina dándole en la madre a los gobernados.
 
Se supo del caso por Violeta Santiago, la corresponsal de Presencia. Tuvo la confidencia. Lo supo de primerísima mano. Se lo dijeron los empleados a quienes tampoco les cayó en gracia que se desperdiciara un producto que es básico en la alimentación de los menores.
 
Los trabajadores mostraron fotografías y contaron esta historia de negligencia, de falta de conciencia, de indiferencia a los problemas de nutrición. Dijeron qué había sucedido y por qué.
 
La leche es la que se da en los desayunos escolares en los jardines de niños del DIF de Agua Dulce. No es gratuita. El desayuno, que incluye otros productos, tiene un costo de 15 pesos y los padres deben cubrir la cuota aunque sus hijos no asistan, como sucede cuando llueve o cuando baja la temperatura. Pero cuando no lo pagan los padres, lo tienen que hacer las maestras de su bolsillo, lo que es totalmente injusto.
 
El caso es que 150 cajas de leche se echaron a perder porque no tenían las condiciones adecuadas. Su fecha de caducidad oscilaba entre febrero y marzo, pero la humedad y la falta de previsión del DIF de Agua Dulce provocaron que se enmohecieran y que el producto se pudriera.
 
Cuando inició la administración de Daniel Martínez González, junto con su esposa Nery Segura Bolaina, se dio el primer caso. Diez cajas de leche se echaron a perder y no fue la única vez que ocurrió así.
 
Un supervisor del DIF de Xalapa dijo que requerían tarimas para colocar las cajas de leche. Se le solicitó a Aurrerá que prestara algunas y así se hizo. Pero había algo peor: las condiciones de humedad que prevalecen en la bodega.
 
Los trabajadores alertaron que era necesario que se instalara aire acondicionado para evitar que la humedad causara daños a los empaques y que el producto lácteo fuera afectado. Pero al gobierno municipal le valió.
 
Pronto se percataron que el daño era irreversible. Las cajas de leche fueron afectadas por la humedad, la leche estaba en malas condiciones, no se podía dar en las dotaciones de desayunos escolares y se tomó la decisión de arrojar el líquido en un drenaje vecino a la bodega y los envases se colocaron en bolsas de plástico para después ser incinerados.
 
La negligencia criminal estaba a la vista. Los trabajadores lo cuentan y además muestran fotografías de las cajas de leche enmohecidas, algo que no debió ocurrir si se hubiera actuado con cierta sensatez y apegados a las normas de salubridad. Y sobre todo, que se hubiera distribuido a tiempo.
 
Por esa pérdida, a los trabajadores les quieren cobrar el importe de ese producto, cuando ellos en su momento alertaron sobre lo que podría ocurrir. No los escucharon y el resultado es grave.
 
Los trabajadores responsabilizan de ese hecho a la directora del DIF de Agua Dulce, Olga Chiñas Jacobo, quien es el poder tras el trono, que presume tener más poder que la presidenta del organismo, Nery Segura Bolaina.
 
Yo no sé si doña Nery sabe qué pasó con la leche para los desayunos escolares, si Olga Chiñas le informó, si ambas decidieron que la leche descompuesta se tirara al drenaje y que los empaques se incineraran. Yo no sé, pero de que tienen responsabilidad, la tienen.
 
Ahí las ve uno botando la lana en cosas que no son prioritarias, pavoneándose en los vehículos municipales, asistiendo a los eventos públicos, posando para la foto, haciendo como que son unas hermanas de la caridad, pero en lo verdaderamente importante ni se meten.
 
Dejar que la leche para los niños de preescolar se eche a perder, y que luego borren las huellas de su negligencia tirándola al drenaje, es doblemente condenable.
 
Merece que la presidenta del DIF estatal, Karime Macías de Duarte, tome cartas en el asunto. Y también que Angélica Rivera, la mera mera de Peña Nieto, conozca lo que está pasando con el DIF de Agua Dulce.
 
A ver si así se ponen las pilas doña Nery y doña Olga. Y si no, que las manden a volar.
 
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