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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Véanme, no soy un chapulín, dice el chapulín

23/01/2015 09:16 a.m.
Ah, qué mi Renatito, tan cínico y chistoso. Anda de partido en partido, dejando tirado cuanto cargo público ha tenido, mordiéndole la manos a todos y ahora dice que no, que él ni remotamente es un chapulín de la política.
 
Lo que pasa es que no ven bien, acusa. Él cambia de partido pero no es como los otros que cambian de partido. Según él, no es chapulín aunque haga lo mismo que otros que cambian de partido.
 
Los chapulines son otros, expresa el saltarín Renato Tronco. Y son condenables esos tipos. Jijuesuchis que no se quedan en el cargo para el que fueron elegidos. Irresponsables que nada más van a calentar la curul o la silla y en cuanto pueden se lanzan por otro partido y por una diputación o por una alcaldía. Doblemente jijuesuchis.
 
El Ratón Vaquero nos expone su filosofía, la del cinismo político. Se le puede ver que no trabaja, que es vil aviador, que sólo se para por el Congreso para cobrar sus dietas, que sólo sube a tribuna cuando tiene que defenderse de señalamientos de corrupción, que nunca debate una iniciativa de ley, que pide la palabra para justificar que vota a favor de lo que impone el gobernador Javier Duarte y todavía de cura en salud. Es un cínico.
 
Y es más cínico cuando se pone a criticar a los políticos que cambian de partido y que por eso la gente los ve como chapulines.
¡Por Dios, Ratón! Con qué cara puede decirle sus madres a los saltimbanquis cuando él es peor.
 
“Yo no me veo chapulín, si ustedes me ven así, soy respetuoso. Yo no me veo así y los que me votan no me ven así, si no, no me votarían”, dice el pelado.
 
Él no se ve así, señala. Pues ha de estar enfermo su espejo. Renato Tronco es de los que reprimen y dice que no es represor; de los que agreden y dice que no es agresor; de los que saltan y dice que no es saltarín; de los que traicionan y dice que no es traidor.
Vamos a escanearlo. Fue candidato del PAN a alcalde de Las Choapas, ganó y dejó la silla municipal para irse de candidato a diputado local.
 
Fue diputado local, traicionó a PAN y dejó la curul para irse de candidato del PRI a alcalde de Las Choapas. Ganó y fue presidente municipal.
 
Dejó la alcaldía de Las Choapas y se fue postulado por el Partido Verde a la diputación local. Ganó y no legisla pero qué tal el cobro de quincenas sin trabajar, el aviador número uno del Congreso de Veracruz.
 
Deja la diputación local, le da la espalda al PRI y se va de candidato de Movimiento Ciudadano a diputado federal, ya no por Minatitlán sino por Coatzacoalcos.
 
Y todavía dice que no es un chapulín.
La gente no me ve así, dice el Ratón Vaquero. Si me viera como un chapulín, no me votaría.
 
Presume su labor como diputado. ¿Cuál? Renato ha sido la burla de todos los políticos de Veracruz y ha merecido las peores críticas de los veracruzanos que lo ven como un parásito que no produce y en cambio come y vive de los demás.
 
Critica a los otros diputados y funcionarios que dejan su responsabilidad para ir a disputar alguna candidatura, pero él hace lo mismo. Es como el cazador que se da un tiro en el pie o, parafraseando a Javier Duarte, que escupe pa’ arriba y le cae el gargajo.
 
El remedio a su ausencia es todavía peor. Afirma Renato que él ha tenido el cuidado de seleccionar bien a su suplente para que cuando él se ausente para ir por otro cargo, pueda continuar el ciclo. ¡Ver para creer! Sus suplentes son títeres que no hablan, no piensan y no actúan. ¿Y de qué ciclo habla?
 
Hace todo lo que hace un chapulín, pero dice que no es un chapulín. Deja el cargo a medio camino para irse a competir por otro, y dice que no es chapulín. Salta de un partido a otro, y dice que no es chapulín.
 
Y todavía se da tiempo de criticar a otros que saltan igual que él y que ven la política no como una oportunidad de servir sino como una manera de enriquecerse y tener poder.
 
El Ratón Vaquero practica la filosofía del cinismo. Le gusta andar enchufado a la ubre del presupuesto, comiendo de lo que produce el pueblo, cobrando sin dar golpe, y valiéndole lo que la gente diga de él.
 
Y así seguirá. Es la filosofía del cínico, la filosofía del chapulín político.
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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