Dicen que la salud es lo primero. Sí y no. Se requieren médicos, hospitales, equipamiento, programas y acciones. Pero, les digo, a veces no. A veces ni con la mejor voluntad.
 
Le está pasando a Coatzacoalcos. Ahí se planean grandes hospitales y clínicas especializadas con altísimas inversiones, pero por una u otra razón, las cosas no aterrizan.
 
Hubo una gran difusión por la construcción del Hospital de Alta Especialidad en el cual se invertirían mil millones de pesos. A ese le llaman el “hospital de Karime”, porque lo gestionó la primera dama de Veracruz, madame Karime Macías Tubilla de Duarte de Ochoa, virreina de Jarochilandia.
 
De ese hospital se ha contado todo. Que si es de primer nivel, que si van a traer médicos tan buenos como los de Houston, que si tendrá los mejores equipos, que si hasta los muertos van a resucitar.
 
Y claro, con tan buenas recomendaciones, hasta dan ganas de enfermarse, nomás pa’ ver qué se siente entrar y que lo atiendan con sus manos santas esos ángeles blancos que son los médicos tan reputados que estarán a cargo de los pacientes. Y seguro van a tener unas enfermeras de rechupete que hasta uno que otro se va a enamorar.
 
Pero lo malo es que pasan los meses no se ve claro. Va para el año que se anunció con bombo y platillo. Tiempo después, llegó el gobernador Javier Duarte y encabezó la ceremonia. Ahí se ve todavía el cartel en que se lee que “Aquí se construirá el Hospital de Alta Especialidad”. Y pues claro que causó expectación, pusieron la primera piedra el 25 de julio de 2014, les llegaron 500 millones de pesos del gobierno federal, pero no se hace realidad el nosocomio.
 
Y lo otro ya es sabido. El terreno en que piensan edificarlo está en litigio. No es del gobierno del estado y ya brincaron los dueños, con papeles en mano, y demostraron que en esa parte no es reserva territorial y que si no les pagan lo justo, se va a tener que ir a otro lugar, cosa que no debe preocupar pues si algo le sobra al gobierno de Veracruz es tierra virgen en Coatzacoalcos.
 
El mismo alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol, ya confirmó que el retraso en las obras es por el problema del terreno, que se lo disputan los que se dicen dueños y el gobierno de Veracruz.
 
Ese es uno. El otro es el Hospital Naval. Con ese lo pensaron mucho y cuando ya se disponían a arrancarlo, se dieron cuenta que lo habían invadido.
 
Sí, que gacho. El gobierno del estado donó el terreno. La Secretaría de Marina invertiría 160 millones de pesos, pero el problema de la invasión frenó todo.
 
De buenas a primeras se encontraron con una casa y que habían instalado una tienda. Y el asunto se va a juicio, en el entendido que si no hay arreglo, la solución va a llegar varios años después.
 
El Hospital Naval será de segundo nivel y atenderá a los elementos de la Semar y a sus familiares.
 
O sea que por problemas de tenencia de la tierra, ambos nosocomios se encuentran congelados, sin visos de que sus respectivos conflictos se resuelvan pronto.
 
El IMSS, por su parte, va a construir una Unidad de Medicina Familiar con costo de 120 millones de pesos. Acaba de lanzar la licitación y en marzo se sabrá qué compañía realizará la obra, aunque se presume que será de gente ligada al grupo directivo del Seguro Social, como ha venido ocurriendo en todo el país. O lo que es lo mismo, los contratos son para los amigos.
 
El problema es verdaderamente serio.  Las demandas de salud van en aumento, el pueblo carece de recursos para atenderse en clínicas privadas y la incapacidad del estado para responder a la población es evidente.
 
Por una parte hay mala planeación. Cómo es posible que se autorice el Hospital de Alta Especialidad de Coatzacoalcos, le fluyan los recursos económicos y no cuente con un terreno sin problemas legales en el cual se habrá de realizar la obra.
 
Lo mismo sucede con el Hospital Naval. Les dona el terreno el gobierno del estado y resulta que está invadido. Pues qué miopes ya que cuando quisieron iniciar la obra se dieron cuenta que había gente viviendo ahí.
 
Los políticos tienen ojos para los negocios y si los hacen al amparo del erario público, mejor. Ahí están los millones que van a parar a sus bolsillos. Por eso no atienden la demanda de salud, las necesidades de la población que requiere de médicos, medicinas, tratamientos, terapias e intervenciones quirúrgicas, y que por su estrechez económica, sólo puede atenderse en las instituciones de gobierno.
 
Para ellos, la salud puede esperar. Para el pueblo, no.
 
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