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Juan Ciudadano

Los Gobernados

¿Y por qué le tenemos que aplaudir?

05/02/2015 08:22 a.m.
 
¡Help! Ayúdenme a saber. ¿Qué es peor: designar a un súbdito priísta para que haga como que investiga y diga que no hay corrupción en el asunto de las casas presidenciales o su estúpida frase de “ya sé que no aplauden”? A ver, pues.
 
Chistoso no es, simpático tampoco, agradable menos. Y todavía quiere Enrique Peña Nieto que los periodistas le aplaudan cuando coloca en la Secretaría de la Función Pública a un personaje afín, vinculado a su grupo político, que ha representado al PRI y que solamente loco, sí, bien y totalmente loco, dictaminaría el presidente se pasó de lanza y canjeó contratos por dos fastuosas residencias.
 
El martes designó a Virgilio Andrade. Es el nuevo secretario de la Función Pública, el contralor, el vigilante de las acciones de los funcionarios del gobierno federal, el chipocludo que le va a seguir la pista a la corrupción, el azote de todos, menos de Peña Nieto y su grupo cercano.
 
Qué oso el del Peña Nieto. Ese Virgilio Andrade es gente del secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Fueron compañeros de estudios en el Instituto Autónomo de México y luego lo recomendó para que fuera consejero en el desaparecido Instituto Federal Electoral. O sea, el encargado de investigar a Peña Nieto es gente del Peña Nieto.
 
Peña Nieto cree que estamos tarados. Cuatro meses después que se descubriera que el contratista Higa, al que le había otorgado la concesión para construir el tren rápido México-Querétaro, es el mismo que le había “vendido” a su esposa Angélica la casa blanca de Las Lomas de Chapultepec, quiere demostrar que no hubo conflicto de intereses.
 
Esa misma empresa es la que también le financió la compra de su mansión al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en Malinalco, estado de México.
 
Otro empresa, la de Roberto Sanromán, le vendió a Peña Nieto una casa en Ixtapan de la Sal. Y su empresa recibió contratos por más de 100 millones de dólares cuando Peña gobernaba esa entidad.
 
El presidente vive en el mundo de las coincidencias y de las casualidades. Dice que no hay bronca porque los mismos contratistas a los que les dio obras son los que les han “vendido” las casas a él, a su esposa La Gaviota y a Videgaray. No es corrupción, dice. No, pues.

Y eso es lo que va a investigar el tal Virgilio. Por supuesto, desde ahora ya sabemos que su fallo será a favor de Peña Nieto, pues es el mismo que lo está designando.
 
A ver, ¿por qué no nombró a un panista como secretario de la Función Pública? ¿O al Peje López Obrador? ¿O a un abogado independiente?
 
Virgilio Andrade es un aliado del PRI, como dice el líder de los senadores del PRD. Está entrado con Videgaray. Además, ¿cuándo se ha visto que algún político designado por el presidente le muerde la mano al presidente y pretenda denunciarlo por corrupto?
 
Es lo más grotesco que se haya visto. Y Peña cree que los mexicanos nos tragamos el teatrito que ha montado.
Lo otro es la parte chusca. Presentó a Virgilio Andrade. Le cedió la palabra y la prensa guardó silencio. Entonces soltó la frase que lo tiene en los hashtags, en los memes, en los comentarios de todos: “ya sé que no aplauden”.
 
Pues sí. Los periodistas no aplauden porque están ahí realizando su trabajo, no son promotoras sociales ni acarreados del PRI. Algunos son oficialistas, pero hasta en eso hay que guardar las formas.
 
 “Ya sé que no aplauden”, dijo creyendo que no se iba a escuchar. Pero se oyó. Y chíngale que los periodistas no controlados lo publican. Y que lo suben a las redes, volviendo loco al presidente y a todo su equipo de prensa que no pudieron parar el escándalo.
 
 “Ya sé que no aplauden”, se le ocurrió decir y que México entero le está diciendo que un gobierno que no avanza, que incurre en actos de corrupción, que no aterriza ningún beneficio para el pueblo, que lo está haciendo peor de cómo le entregó el país el PAN, no merece el aplauso.
 
No aplauden los mexicanos, pero sí condenan que a los contratistas les den obras a cambio de financiar casas blancas, casas de descanso y casas millonarias, y que el beneficiario sea el presidente, su esposa y su hombre confianza.
 
Nada se le tiene que aplaudir. Lleva dos años en el gobierno y lo ha hecho mal. Ahí está la crisis social por los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, la crisis financiera porque la economía no despega, el fracaso de las reformas estructurales, la crisis de seguridad, la crisis política porque un gobierno que no proyecta autoridad, no tiene la capacidad para conducir a una nación.

Los mexicanos también sabemos por qué no le aplaudimos.

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