Tengo miedo. Muchos también. La violencia está en todo Veracruz, en la ciudad y en campo, en el norte, centro y sur, secuestrando la tranquilidad de todos y recordándonos que la delincuencia cada día es peor.

Hace unos meses fue en Tres Valles, donde hallaron 22 cuerpos en fosas clandestinas. Ahora es Chacaltianguis con 17, Coatzacoalcos con seis, Agua Dulce con uno, Las Choapas con cuatro.

El crimen organizado está desatado, fuera de control, crecido hasta rebasar a las instituciones y a quienes tienen la obligación de garantizar la seguridad de la población.

¿Cómo entender el nivel de violencia que vive Veracruz, la cantidad de fosas clandestinas que son detectadas, los cuerpos que hay en ellas, la frecuencia con que se les halla, casi todos los días, casi cada semana?

Las fosas clandestinas, digo yo, son la expresión de la barbarie, y ésta deriva de la facilidad con que los políticos dejaron que el crimen organizado se adueñara de grandes extensiones de tierra en Veracruz. Estábamos mal pero llegó Fidel Herrera al gobierno y esto se puso cañón.

La violencia se manifiesta con las ejecuciones, con las inhumaciones clandestinas, con la gente que es torturada y cortada en pedazos, con los mensajes que son colocados en el cuerpo de las víctimas, sostenidos por un puñal que atraviesa la piel, incluso con letras escritas con sangre. Eso es barbarie.

El hallazgo de los cuerpos en las fosas es la evidencia de que el crimen organizado ha tomado los territorios que le fueron entregados por la clase política y los usa para todo: para el trasiego de droga, para el secuestro de migrantes, para la trata de personas, para el ajuste de cuentas, para enviarle a las bandas rivales el mensaje de que su espacio de operación es intocable.

A los veracruzanos se nos va volviendo común hablar de fosas clandestinas, de cuerpos enterrados, a veces enteros y a veces mutilados, de personas decapitadas, de individuos que haya sido como haya sido su conducta en vida, para ellos no hubo algo de piedad.

Hoy, hasta los niños hablan de fosas clandestinas. Y lo hacen con la mayor tranquilidad, como si la violencia fuera un valor o un elemento más en el panorama de la vida cotidiana.

Los niños, los jóvenes, los adultos, los ancianos, todos se han acostumbrado al hallazgo de fosas clandestinas. Y el morbo los lleva a hurgar en las páginas de los periódicos o en las escenas de la televisión que muestran los fragmentos de cuerpo que emergen de la tierra, en un sitio solitario, en una playa, en el campo, en el patio de una casa.

La barbarie está con nosotros y es parte de nuestra realidad. Las fosas conllevan también el mensaje de la brutalidad con que se arreglan los conflictos entre la delincuencia organizada.
Las fosas clandestinas nos dicen que el crimen organizado tiene un desprecio cañón por la vida de los demás. No se conforma con matar sino que su intención es desaparecer todo rastro de sus víctimas. De ese tamaño es su insensibilidad.

Es la barbarie que nos toca vivir. Es la barbarie que tiene en sus manos a Veracruz y ha alcanzado tal nivel porque la clase gobernante, ya sea municipal o estatal, incluso federal, dejaron que los malosos se asentaran e impusieran su forma de actuar.

A mí me da miedo. A ustedes también. ¿A quién no? El que no sienta miedo no es de este mundo.
Lo ocurrido con las fosas clandestinas de Tres Valles, con las de Chacaltianguis, con las de Coatzacoalcos, con las de Agua Dulce, con las de Las Choapas, nos mueve a pensar, a pensar, a reflexionar. ¿Es esto lo peor o hay más?

Veracruz se parece a Guerrero. Veracruz vive hoy lo que vivió Coahuila y Tamaulipas. Veracruz está viviendo el horror, pero dicen que será peor y que habrá un baño de sangre porque todo el narco que salió de otros estados hoy está en territorio veracruzano.

Las fosas clandestinas me aterran. No sabe uno quién será el siguiente. No sabe uno si los cuerpos hallados son de gente que andaba en malos pasos o gente que se negó a incorporarse a las filas del crimen organizado. O si simplemente son inocentes que supieron algo y los silenciaron.

Pero el caso es que tengo miedo. Muchos están igual. Nuestra tranquilidad está secuestrada. La violencia nos tiene sometidos y la gente mala está por aquí y por allá.

Las fosas clandestinas son la expresión de la barbarie. Y la barbarie llegó cuando nuestros gobernantes dejaron pasar a crimen organizado.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])