¿Qué decíamos? Que vivimos una barbarie y que eso se observa en los crímenes de todos los días, en las fosas clandestinas y en el nivel de violencia que se respira en Veracruz.

En Tres Valles fueron 31 cadáveres. El gobierno de Javier Duarte lo negaba, pero finalmente tuvo que aceptarlo.

Había hombres, mujeres y niños. Si, tres niños. Por eso la condena cuando el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, salió con su embajada de que “no eran personas decentes”.

¿Qué qué, güey? Niños y no decentes, según Bermúdez. No se la tronche. No me venga con esas vainas.

Del asunto el gobierno de Veracruz se hacía rosca. Querían llevarse los cuerpos a Xalapa sin hacer ruido y allá desaparecerlos o declararlos no reclamados y de ahi a la fosa común. Pero la noticia trascendió porque un agente del Ministerio Público admitió el hecho. Y, claro, el gobernador lo corrió.

Poco después se supo de otro hallazgo. Esa vez fue en Cosamaloapan y se hablaba de 17 víctimas, pero el gobierno de Duarte volvió a salir con que no era cierto y se emperró en que no había tal y no lo aceptó.

Y ahora lo de los 18 cuerpos hallados en Coatzacoalcos, en la colonia Veracruz, en la zona llamada Lomas de Barrillas, no muy lejos del área urbana, cerca de la playa, que hasta ahora el gobierno no ha desmentido.

Ya nos había asombrado que encontraran a seis personas, aunque fuera por casualidad y el asunto olía gacho.

Toda la semana estuvimos en ascuas. La información decía que dos obreros tuvieron una bronca con gente malosa en una cantina y que se los llevaron con intención de matarlos. Los llevaron a esa zona y los pusieron a cavar su tumba.

En esas andaban cuando una patrulla de policía pasó por el lugar, en un rondín de rutina. Los malandros se espantaron y pegaron la carrera. En eso, los obreros huyeron. Se acercaron a los policías y les dijeron lo que estuvo a punto de ocurrir. Estaban cavando su propia tumba.

Relataron que los malosos les decían que les harían compañía a otros muertos, como a 100 y que no tenía mucho que los habían sepultado ahí. También les decían que pronto iban a estar en el “panteón jardín”.

Esa fue la pista del escandalazo que está comenzando a reventar. La información surgida de fuentes de la Subprocuraduría dice que son 18 cadáveres los hallados en las fosas clandestinas de Lomas de Barrillas y que pueden ser más. Pero, por lo pronto, no le quisieron seguir. El gobierno dice que son seis, pero lo de los 18 cuerpos, les repito, no lo desmiente.

Además, la información dice que los malosos tienen un crematorio clandestino en Coatzacoalcos y que a varias personas las han calcinado.

El primer cuerpo identificado es el de una joven de Jáltipan, de nombre Sofía de los Ángeles Acosta, quien trabajaba en el bar Bella Lola, en el centro de Coatzacoalcos.

La identificaron sus padres. Sofía había desaparecido desde el 25 de enero. Y es aquí donde uno se pone a pensar que mucha gente pudo tener relación con los criminales, pudo haber participado en acciones fuera de la ley o pudo ser que no tuviera nada que ver con ellos y que quizá oyó o vio algo y que la ejecutan.

Sofía trabajaba en un bar. Los obreros que lograron salvar la vida fueron levantados también en un bar tras una discusión con los malosos.

La versión de los obreros como que no me convence. Quizá la policía ya sabía de ese cementerio clandestino y lo de los obreros es prefabricado. Qué casualidad que a los únicos que no pudieron agarrar es a los criminales, como siempre.

Esto es un cementerio gigante, tan grande como el de Tres Valles. Allá fueron 16 fosas y 31 muertos. En Coatzacoalcos las versiones aseguran que encontraron 18 muertos, en 15 fosas, pero que hay una gran cantidad de cuerpos más.

La Subprocuraduría no informa, pero la prensa que está cerca de quienes participaron en el rescate de los cuerpos, asegura que es esa cantidad de cadáveres.

Ni como negar lo del cementerio clandestino, por más que el gobierno guarde silencio, que se cierre, que el hermetismo se imponga. Si no fuera cierto, ya lo hubieran negado.

El gobierno está pasmado, porque una cosa es que nos receten aquello de que en Veracruz no pasa nada y otra que realmente no esté sucediendo nada.

Lo que está pasando es que la violencia sigue igual, que los malosos hacen de las suyas, que tienen sus cementerios clandestinos, que esto se descubre por una casualidad y que el gobierno prefiere callar ante una realidad tan preocupante.

(Comentarios y tips a: [email protected])