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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Nadie quiere ser el periodista número 12 en ser asesinado en Veracruz

12/02/2015 08:43 a.m.
Nadie quiere ser el periodista número 12 en ser asesinado en Veracruz
 
Para ser escuchados, hay que hablar. Si no, cómo. Y se los digo porque sólo los que levantan la voz hacen que el gobierno los voltee a ver, que les resuelva sus problemas o que se evite un problema mayor.
 
Uno de esos gremios es el de los periodistas. Ellos hablan por la sociedad. Le dan voz a la gente, plantean los asuntos que a todo nos interesan, denuncian los atropellos y van formando corrientes de opinión que por lo general no les cae bien a los gobernantes o a los que violan la ley.
 
Eso representa un riesgo. Y ese riesgo se ha traducido, cuando menos en Veracruz, en agresiones, amenazas y en algunos casos en secuestros y muerte.
 
Los casos más recientes son los de Gregorio Jiménez de la Cruz, asesinado en febrero de 2014, y Moisés Sánchez Cerezo, cuyo cuerpo apareció en 23 de enero pasado en el municipio Manlio Fabio Altamirano, en el centro del estado.
 
Gregorio fue el periodista número 10 en morir y Moisés el 11.
La indignación de los periodistas y de la sociedad es justificada. A nadie le gusta que por decir la verdad, por informar, por denunciar, le quiten la vida.
 
Por eso, un grupo de periodistas envió una carta al presidente Enrique Peña Nieto en la cual le dicen que no quieren ser el comunicador número 12 en morir violentamente.
 
Dicen que a un año de la muerte de Gregorio Jiménez no se le ha hecho justicia ni las autoridades ofrecen un informe claro y convincente de lo ocurrido el 5 de febrero, cuando fue levantado en Villa Allende hasta la aparición de su cuerpo en una fosa clandestina en Las Choapas.
 
Se refieren al caso de Moisés Sánchez como “un hecho sin solución firme y aclarada ante la sociedad veracruzana” y externan su temor que dentro un año, cuando se cumpla el primer aniversario luctuoso, se encuentren con que prevalece la impunidad, la injusticia y el manejo político antes que a la prevención y el esclarecimiento de esa clase de sucesos.
 
 “Ninguno de los firmantes queremos, deseamos, buscamos ser el Periodista Asesinado Número 12 en Veracruz, sólo en lo que va del actual sexenio del Gobierno Estatal”, dice quienes la suscriben.
 
Citan que el 4 de febrero, cuando se realizaban las labores de localización de las fosas clandestinas y cuerpos en Lomas de Barrillas, en Coatzacoalcos, un grupo de reporteros fue reprimido por agentes policiacos y navales, y la subprocuradora en la zona sur, Samyra Khouri Colorado, orquestó la agresión contra ellos porque “cometieron” el “delito” de realizar la cobertura informativa.
 
 “Metralleta en mano, policías ministeriales pagados por el Gobierno de Veracruz para contribuir a la Procuración de Justicia en la entidad, atacaron físicamente a colegas mientras “protegían” a la funcionaria en mención que se halló refugio en su automóvil”, dice la carta dirigida a Peña Nieto.
 
 “Preocupa, lastima, alerta, indigna, que parte de ese temor se genere por las acciones del Estado, concretamente de las instancias gubernamentales de nuestra entidad.
 
 “Lamentablemente cada día sumamos más ausencias, muertos y desaparecidos en nuestro gremio. Al salir a reportear, al escribir, al retratar la realidad, nos preguntamos quién será el siguiente. Por todo lo anterior, elevamos la voz con un clamor por demás encarecido: ¡Ya Basta!
 “Exigimos respeto en nuestro quehacer de informarnos para poder informar.
 
No más cercos que impidan a los reporteros poder cubrir la nota, ni más exclusiones en las reuniones en las que se traten asuntos de interés público, como la seguridad”.
 
Piden diálogo directo con el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, para comprometerlo a proteger su labor, y que sea designado un representante del gobierno federal para que se otorguen garantías para el ejercicio de la libertad de expresión.
 
El reclamo es justo. La muerte de Gregorio Jiménez fue un arponazo al gremio periodístico del sur de Veracruz.
 
 El asesinato de Moisés Sánchez Cerezo es la gota que derramó el vaso. Lo que piden, la seguridad y el respeto a su trabajo, son garantías a las que está obligado todo gobierno.
 
Hablan ahora. Reclaman no más agresiones, ni las que provienen de quienes transgreden la ley, ni las que orquesta y ejecuta la autoridad a través de los cuerpos policíacos, lo que de suyo es imperdonable.

Y qué bueno que hablen. Quien habla es escuchado. Es un grito a tiempo porque, a fin de cuentas, nadie quiere ser el periodista número 12 en ser asesinado en Veracruz.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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