Uta y recontra uta. Este güey de la Coparmex dice que ya no, que ya le paremos, que dejemos de hablar cosas negativas, que es mucho amarillismo, que hay que hablar bien de México.
 
Y yo le contesto. Señor Jorge Coffau Kaysser: qué bueno que no fueron sus hijos los de Ayotzinapa y qué padre que no los hayan levantado ni los hayan calcinado. Qué bueno, porque si no usted sería el primero en hablar de la terrible violencia que agobia a México.
 
Qué bueno que no es su familia la que los criminales levantan. Qué bueno que no es su negocio el que sufre atentados por no pagar cuota a los delincuentes. Qué bueno que no es su esposa o sus hijos los que son levantados y llevados con los malosos y entregados a las bandas de la prostitución o el tráfico de drogas. O, en su caso, que caigan en manos de traficantes de órganos.
 
El México de los ricardos es otro. Ellos viven en palacios y van a las mejores escuelas. Ellos se la viven de café en café y de fiesta en fiesta o en los mejores antros. Ellos se gastan 100 mil pesos en una noche de parranda. Ellos viajan una vez a Cancún, otra a Los Cabos, otra al extranjero.
 
Ese México chingón es para andar de plaza en plaza, comprándose cuanto trapo exhiben los aparadores, o arreglándose las greñas para que las monas se vistan de seda. O cambiar de auto cada seis meses porque el compadre ya compró uno nuevo y yo no me puedo quedar atrás.
 
El tal Jorge Coffau llegó a Coatzacoalcos y ahí soltó el discurso del optimismo, criticando a quienes hablan de violencia, de muertos, de inseguridad, de miedo entre la población.
 
Vean qué dijo:
 
“Ya no debemos de ser tan negativos. Llevamos más de seis meses siendo negativos con temas muy amarillistas dentro del desarrollo de lo que se da en el contexto nacional. México, sí es cierto, tiene muchos problemas pero podemos cambiarlos transformando las cosas”.
 
¿Amarillismo o negatividad? No, pendejo, es realidad.
 
Después minimizó casos como Ayotzinapa, donde seis personas fueron asesinadas y 43 están desaparecidos aunque el caso ya lo haya cerrado la Procuraduría General de la República y nadie le crea que esos polvos hallados en un río de Guerrero sean de los jóvenes normalistas.
 
Tampoco le parecen graves lo de las fosas clandestinas halladas en Coatzacoalcos, los asesinatos de periodistas en Veracruz, las balaceras en plazas comerciales. Casi nada, güey. La pura violencia y el cuate este diciendo que hay mejores cosas de las que hay que hablar.
 
Coffau dice que lo mejor está por venir. Que con la reforma energética estamos del otro lado. A Veracruz le va a ir poca madre. Van a llegar dos mil millones de dólares en inversión privada, aunque la pequeña y mediana empresa no están preparados para enfrentar los retos que implica el desarrollo petrolero que está por darse.
 
Habló también del Corredor Transístmico, que va a unir vía terrestre y mediante el transporte ferroviario a Coatzacoalcos con Salina Cruz, el viejo proyecto de los tiempos de don Porfirio Díaz, que también implicaba darle todo el Istmo de Tehuantepec a los gringos.
 
Dijo Coffau que suena bien pero que es un proyecto tan ambicioso que quizá nuestros nietos sean quienes lo lleguen a ver. No pos los viejitos ya de jodieron porque la cuerda no les va a alcanzar.
 
No pos sí. Pasársela soñando ha de estar a todas margaritas, pero la realidad es distinta. Coffau sabe, porque en ese nivel todos lo saben aunque se hagan los occisos, que México está atravesando su peor momento de violencia y que Ayotzinapa detonó la gran crisis social que se nos ha querido ocultar.
 
El mundo rosa de Coffau Keysser es una fantasía, es irreal, no es de verdad, no corresponde a los niveles de violencia que viven los mexicanos que saben cuándo salir de su hogar pero no saben si podrán regresar.
 
Y puede ser que los ricardos se la vivan padre, pero no por eso van a instar a los mexicanos a no hablar de la violencia que se vive a diario, del poder de los narcos, de las fosas clandestinas, de la gente levantada y ejecutada.
 
Pueden vivir a todo dar, seguirse dando vida de rey, ir a vacacionar a Cancún y a Los Cabos, pero que no nos pidan a los mexicanos, que somos mayoría, que no hablemos de lo que es la terrible realidad de México.
 
Hablar de Ayotzinapa, de los cientos de miles de muertos entre Calderón y Peña Nieto, de los narcopolíticos, no es ser negativos, es ser realistas.
 
Y ningún junior empresarial nos va a venir a tapar la boca.
 
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