Les juro que nomás porque soy bien ojo alegre, pero si no ya sería obispo, no curita ni párroco sino bien obispo.
Estos cuates sí que la hacen.

 

 Hablan de todo y son escuchados. Se les ve con aureola de santos y tienen el respeto hasta de los enemigos de la iglesia católica, de los cristianos y hasta de los ateos.

 

Se puede no estar de acuerdo con ellos pero es bien recibida la palabra de un obispo.

Bueno, no de todos. El Onésimo Cepeda me cae del carajo. Es un cura ricachón que se codea con empresarios y políticos y que no da testimonio de humildad. Pero el de acá, ese sí es chingón.

 

¿Por qué se los digo? Por lo que acaba de decir el obispo de Coatzacoalcos, monseñor Rutilo Muñoz, sobre el voto y la democracia.

 

Exhorta el prelado a no hacer caso de las voces que llaman a no votar en próxima elección federal, el 7 de junio, y señala que todos, absolutamente todos, estamos llamados a consolidar el sistema democrático.

Expresó que el sistema político tiene fallas y quienes gobiernan incurren en errores, pero que finalmente son las mayorías las que deciden qué tipo de gobierno debe prevalecer.

 

Les sigo contando. Dijo monseñor Rutilo Muñoz que todos debemos aportar positivamente, pero, ojo, las mayorías deben estar bien preparadas con una conciencia crítica.

Dijo también, y se los cito textualmente:
 “No nos salgamos de ese camino que nos ayuda a mantener la paz, la reconciliación y la unidad. Ha habido muchas fallas pero es también responsabilidad de todos. Hay que recuperar el sentido de justicia y bien social con la participación de todos".

 

O sea, que nadie se haga güey con el asunto del voto, que es el instrumento de la sociedad para validar la llegada de los políticos a las instituciones desde las que nos gobiernan.

 

El voto es el voto y hay que ejercer ese derecho. Algunos dicen que es mejor no votar porque siempre hay fraude, y que con la participación de un buen número de electores, los transas se validan. Por eso, mejor dejar solos a los partidos a ver cómo le hacen para explicar que sin votos pudieron ganar una elección.

 

Pero Rutilo Muñoz dice que no, que hay que participar y tener conciencia crítica ante la realidad que estamos viviendo.

El obispo de Coatzacoalcos también se refirió a los candidatos que se cuelgan de la iglesia.

 

Esos nunca van a misa, ni van a grupos de oración, ni son catecúmenos, ni son de la Renovación Carismática o de la Vela Perpetua, ah pero cada vez que hay elecciones ahí los ve uno persignándose, hincaditos, tomando la hostia, dando la paz, echándole su limosna a la canastita, llevando su despensa para los pobres, aportando el diezmo, llenando el sobre para el seminario, comprando la revista Vida de la Palabra o hasta La Voz, el órgano oficial de la diócesis.

 

Pero eso sólo en tiempos electorales. El resto del año ni se acuerdan de Cristo, ni practican la palabra de Dios, le dan la espalda a sus semejantes y cuando llegan a cargos públicos es cuando les sale todo lo diablos que son.

Por eso no quiere el obispo Rutilo que la clase política se acerque a la iglesia por conveniencia; que lo hagan por convicción sí, pero por ganar votos, ni madres.

 

O sea que ya les marcó el alto a los políticos oportunistas. Pero hay que ver hasta dónde es real lo que expresa don Rutiliux. Dicen que la casa donde él vive en Coatzacoalcos se la regaló Marcelo Montiel, aunque hay quienes afirman que en realidad la está rentando.

 

Yo quisiera estar cuando sorprendan a uno de esos políticos haciendo proselitismo dentro de algún templo y lo saquen a latigazo limpio, como Jesús hizo con los cambistas y los vendedores de palomas, a quienes les dijo: “Me devora el celo de la casa de mi padre”.

 

Cañón, el asunto. Ya me inspiré. Los políticos en la iglesia sólo por fe y devoción, no por política, ni por el voto de los feligreses. El santo voto no se compra ni con una lana de Progresa, ni con el apoyo a los adultos mayores o los techos y los pisos firmes. El voto santo, el de los creyentes, es sagrado y que no lo contaminen los políticos con sus corruptelas.

 

Rutilo Muñoz, el obispo, tiene razón. Ese voto tiene que ir a las urnas. No debe escucharse a quienes invitan a no votar. Los políticos deben respetar el voto de los ciudadanos y evitar intentar acercarse a la iglesia para cosechar adeptos o que se les vea como gente buena sólo porque asisten a misa.

 

Por eso es bueno ser obispo. Yo diría lo mismo pero con mi estilo: a votar y a partirle la madre a los corruptos.
 
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