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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Duarte ya le cayó mal a Peña Nieto

20/02/2015 08:56 a.m.

De por sí, ta de suchi que el mero mero te haga el feo. Pero que te lo haga en público, ufff. Mejor que te trague la tierra o que en ese momento comience a temblar, caiga un diluvio o un asteroide roce la Tierra. Lo que sea pero que sirva para que todos se distraigan y no se enteren de lo que realmente ocurre.

Pues qué les cuento. Eso le pasó a Javier Duarte de Ochoa, el gobernador. El presidente lo trató gacho, gachísimo. Enrique Peña Nieto se portó frío, lo ignoraba y dicen que hasta le reclamó.

Sí, eso pasó en San Andrés Tuxtla, en la última gira de Peña Nieto en Veracruz, donde presentó resultados de la Cruzada contra el Hambre, que algunos dicen es el fracaso contra el hambre y otros más que es el gran fraude contra el hambre.

Ahí estaba con su chalequito rojo, todavía con la fijación de los tiempos de Fidel Herrera cuando el rojo era el color oficial del gobierno de Veracruz. Estaba muy puesto Javier Duarte, el anfitrión del preciso, decidido a que el evento le saliera de lo mejor.

Yo no sé qué se trae Peña, pero esta vez se me hace que estaba en sus días. Sí, güey. Como que llegó con cierta incomodidad o fastidio, no con la gente que le aplaudía y él se mostraba jalador, hasta tirándose uno que otro albur y luego rectificando porque se los dice a veracruzanos y esos son de los que contestan con otra picardía.

No, Peña traía algo. Los chavos de la prensa y los miles de campesinos movilizados desde el sur y los que llegaron de la sierra de Zongolica, lo vieron raro. Era como caminar con una piedra en el zapato. Te incomoda. Te fastidia. Y te dan ganas de agarrar la pinche piedra, sacarla y hacerla pedazos.

Pues las fotos no mienten. Hay varias en que Peña Nieto gesticula, extiende el brazo, hace una mueca, se le descompone el rostro y sólo le falta decir: “Chingaos, Javier, quién carajos se comió todo lo que teníamos para la Cruzada contra el Hambre. ¿Fuiste tú?”.

Y el gobernador, muy sacado de onda, extiende los brazos y replica, sí claro, con todo respeto porque si no Peña Nieto lo manda a chiflar a su máuser: “Cómo puedes pensar eso de mí si ya tengo un buen haciendo dieta y pilates y llevo como 20 kilos abajo. ¿No se me nota?”.

Pues no se le nota. Más bien parece que se hubiera trajera integrado un salvavidas.

Peña Nieto no le creía. En otra foto, el presidente se dirige a una de las señoras que lo acompañaron en el presídium. Algo le dice. Seguro que seguía con lo del que se comió las raciones para la Cruzada contra el Hambre, uno de los programas estrellas de la Sedesol federal.

La dama apenas se sonríe. Claro, si se ríe con ganas va a terminar pagando los platos rotos. Peña Nieto se regresa a México pero Duarte sigue aquí y con lo visceral que es, capaz que se las cobra.

El caso es que esa gira dio de qué hablar. Las fotos de Daniel Torres Licona fueron la comidilla del día. Verdaderamente pusieron en evidencia que el presidente Peña Nieto no andaba muy a gusto en Veracruz.

Pero faltaba lo iban a publicar los periódicos críticos y lo que se iba a decir en las redes sociales. Ahí sí se puso mejor.

Algunos periódicos reseñaron que el trato del presidente de México al gobernador Duarte fue frío y distante. Cuando pronunció el discurso, se olvidó de mencionarlo, cosa extraña pues es por protocolo que en el lugar que visita Peña Nieto se dirija a su anfitrión.

Peña hablaba y se movía en el estrado. Iba y venía. Las miradas estaban sobre él y se esperaba que en algún momento jalara al gobernador y lo tuviera a su lado, compartiendo el aplauso de los presentes, pero no, se olvidó que Javier Duarte estaba ahí.

Llegó un momento en que lo tuvo de frente y Peña Nieto lo ignoró. Siguió su camino y fue ahí cuando comenzó el murmullo. Pa’ su mecha, Marimar. ¿Qué pasa ahí? Hasta parece que el gobernador le incomodara al presidente. Y así un cúmulo de comentarios.

Algunos han dicho que lo que pasa es que Peña Nieto está molesto porque Veracruz ha atraído la atención mundial por los asesinatos de periodistas y por el clima adverso generado por el gobernador Duarte contra la libertad de expresión, que incluso ya motivó que le fuera retirado a Xalapa el Hay Festival.

Todos lo comentan. La luna de miel que había, que dicen que había, entre Javier Duarte y Enrique Peña Nieto ya valió. El presidente ya no lo trata igual y el gobernador de Veracruz aguanta vara porque no le queda de otra, pero que tiene miedo que el gobierno de México le investigue qué hace con los recursos federales.

Las muecas de Peña Nieto le deben haber dejado algo de preocupación a Duarte. Seguro que sí.

(Comentarios y tips a: [email protected])


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