Sí, sí, ya lo sé. A ellos, los petroleros, todo se les ha dado. Ellos, los petroleros, ganan bien, viven bien, les dan buen salario y prestaciones chingonas. Sí, eso y lo que quieran, pero hoy están que no duermen, que se comen las uñas, que no saben cuál será su suerte.

Se van a quedar sin chamba. No se sabe cuántos, pero se van a quedar sin chamba. Ya lo anunció Petróleos Mexicanos y la información oficial dice que el recorte de personal va a alcanzar a los sindicalizados.

El asunto comenzó con la crisis de los precios del petróleo a nivel internacional. Comenzó a bajar y a provocar sacudidas en los mercados financieros, en las economías de todo mundo y esto ya nos atrapó a todos.

El barril de petróleo se cotizaba alrededor de los 100 dólares, a veces más, a veces menos. Pero hubo que bajarlo.

Pasó que disminuyeron los ingresos de países como México, porque su estimación estaba en de 90 dólares por barril y lo cierto es que lo vendía en 45. Quedaba menos dinero para obras públicas y para el gasto del gobierno. Se desequilibraron las finanzas y por ello se anunció la suspensión de varios proyectos.

Aquí, en México, el asunto del recorte de personal se esperaba pero por la reforma energética. Dizque haciendo más competitiva a Pemex para enfrentar la competencia de la iniciativa privada nacional y extranjera, se tenía programado el despido de trabajadores.

Pero lo del recorte al gasto del gobierno, los 140 mil millones que ya no ejercerá Enrique Peña Nieto, aunque dijera su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, que aquí no iba a pasar nada, le sirve a Pemex para deshacerse de parte de sus trabajadores. La crisis petrolera fue el pretexto ideal para ordenar el recorte de personal en Pemex.

Aún no dicen cuántos petroleros se van a la calle, pero es un hecho que no tiene vuelta, que lo van a hacer porque así es la política neoliberal.

Las cifras oficiales dicen que Pemex tiene 154 mil 924 trabajadores petroleros. De ellos 113 mil son sindicalizados. En cambio, las cifras que trae el sindicato son de 94 mil, entre sindicalizados de planta y transitorios, según el líder de la Sección 11, con sede en Nanchital, Ramón Hernández Toledo.

Aunque hay una disparidad en las cifras, el meollo está en la actitud de administración y sindicato para encarar el problema del recorte. Los funcionarios de Pemex y la misma Secretaría de Energía reconocen que el despido de petroleros es inminente; el STPRM no da la cara, evade el tema, dice que oficialmente no le han informado y que si hay recorte ya verán qué hacer.

La incertidumbre se vuelve angustia cuando es un hecho la pérdida del empleo. Todavía más cuando los dirigentes de un sindicato que tiene la obligación de defender a sus representados, callan.

La posición de los líderes petroleros es cómoda y ventajosa. El recorte se da porque está en riesgo la estabilidad financiera de Pemex, porque los ingresos por venta de petróleo disminuyeron, porque con una carga laboral tan grande no podrá competir con la iniciativa privada. Pero a los líderes no le tocan un pelo, ni les afectan sus privilegios. Y eso tampoco se vale.

Los líderes tienen una plantilla de comisionados, que cobran pero no trabajan, que es pagada con recursos de Pemex. La empresa les da millones y más millones para construcción de casas. Extraoficialmente, les permite hacer negocios, recomendar compañías contratistas, y todo es con cargo a los recursos de Pemex. ¿Les van a recortar esos beneficios que no son para los trabajadores sino para los dirigentes sindicales?

Por eso no vemos que Romero Deschamps, Hernández Toledo, Jorge Wade, Carlos Jiménez, Ricardo Aldana o cualquiera de los líderes diga algo o haga algo para evitar el recorte de personal, que es pérdida de empleos y consecuentemente que la gente se vaya a su casa, liquidados sí, pero sin saber qué les depara el futuro.

Los líderes son chingones. Ellos felices, disfrutando de los millones que le arrancan a Pemex, y los trabajadores comiéndose las uñas, sin poder conciliar el sueño, muchos desesperados, muchos quizá pensando tomar una decisión fatal.

Verdad que no se vale.

Ojalá los petroleros despierten. Más cuando está en marcha un proceso electoral, el de la diputación federal. Ojalá ahí se hagan escuchar. Porque si algo han tenido los petroleros es que mientras a ellos no los afecten, no ven por el resto de la población. Ahora les toca y de alguna tendrán que protestar, aunque sea con su voto de castigo.

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