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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Adiós al defensor de los migrantes

24/02/2015 09:24 a.m.
El padre David tenía lo suyo. Era un hombre de palabra, que sabía comunicar la palabra y que defendía la causa de los migrantes.
 
Lo recuerdan sus feligreses, pero sobre todo muchos, cientos de ciudadanos de otros países que ingresaron a México sin documentación que les permitiera tener una estadía legal.
 
El padre David Hernández Tovilla se abrazó a esa causa y cumplió un trabajo digno, una labor de misericordia para darle buen trato, ayuda, alimentación, hospedaje, orientación y defensa de esos migrantes.
 
Murió el sábado 21, cuando regresaba de Tuxtla Gutiérrez a Coatzacoalcos, embestido por un tráiler de doble remolque, que invadió el carril y lo arrolló de frente.
 
El sacerdote católico viajaba en un auto compacto, un Aveo, y el percance ocurrió en el kilómetro 147 de la super carretera Ocozocoautla-Las Choapas. Junto con el padre David se hallaba una de sus ayudantes, Rosa Cerón Aguilar. Ambos murieron de manera instantánea.
 
¿Qué nos mueve a reflexionar la partida del padre David? Su compromiso con la gente necesitada y su capacidad para comunicar la palabra de Dios.
 
El padre David era activista y defensor de migrantes, miembro de la organización Caridad sin Fronteras, A.C., y coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana en Coatzacoalcos, cuya labor incansable era garantizarle a esos ciudadanos un buen trato a su paso por el sur de Veracruz y la seguridad de que tendrían un lugar para descansar, alimento, medicinas y protección.
 
Su labor no estuvo exenta de complicaciones. Aunque no trascendía, era sabido que los traficantes de migrantes, las bandas que los extorsionan desde que ingresan a México en ruta hacia Estados Unidos, ejercían presión sobre los defensores de los indocumentados.
 
Como muchos otros sacerdotes y prelados involucrados en la atención y defensa de migrantes, el padre David Hernández era objeto de amenazas a las que no daba mayor importancia, ya que sabía que el que ha de hacer algo, no lo avisa.
 
La defensa de los migrantes es una labor noble pero que entraña riesgos. Es noble porque permite tenderle la mano a quien lo necesita y en este caso los ciudadanos de otros países que ingresan a territorio nacional sin documentación, requieren de organizaciones que los respalden. Eso es lo que vienen haciendo las iglesias, y en la católica el padre David tenía una función específica y de compromiso.
 
Se trata de una labor riesgosa por los intereses que se afectan. El tráfico de indocumentados, el llevarlos a su destino, la extorsión de que se hace víctimas a muchos de ellos, el reclutarlos para que se incorporen a las filas del narcotráfico, que a las mujeres se les lleve a casas de cita y se les convierta en prostitutas, se ve alterado, e incluso frustrado, cuando las organizaciones defensoras de migrantes actúan. Ese era el caso del padre David.
 
Su labor es reconocida por todos. Sus exequias fueron sentidas por aquellos feligreses que solían escuchar misa y sobre todo, sus homilías.
 
Lo velaron en la iglesia de Santa María Reina del Rosario, a la cual estaba adscrito, durante toda la noche, una vez que sus restos fueron llevados a Coatzacoalcos. Fue sepultado tras una celebración que encabezó el obispo Rutilo Muñoz, en la Iglesia de la Virgen del Carmen.
 
Muchos lo oyeron hablar en las misas dominicales. Tenía el don de la palabra. Era directo. Interpretaba el evangelio y le daba un sentido social y humano.
 
El padre David se ganó en respeto de todos porque con sus palabras sacudía al feligrés, lo hacía reflexionar, lo instaba a cambiar de vida o a mejorar, a ser congruente.
 
El padre David decía que no bastaba con conocer la palabra de Dios; había que practicarla y hacer obras de caridad, ayudar al necesitado, darle de comer al hambriento.
 
Eso es lo que él hacía con los migrantes. Trabajaba para que siempre hubiera una ración de comida en los albergues con los que trabaja la iglesia, para que no faltara una cama o un lugar de descanso, para que el dispensario estuviera surtido de medicinas, para que el migrante no fuera objeto de extorsión.
 
Su labor fue ardua, sobre todo en una zona como el sur de Veracruz, donde confluyen las rutas de los migrantes y donde son carne de cañón de los delincuentes dedicados a la extorsión y el reclutamiento de indocumentados.
 
Por eso, al padre David lo van a extrañar.
 
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