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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Los delincuentes no son marcianos, son paisanos

06/03/2015 10:40 a.m.
Antes fueron los Frutsis y los Gansitos. Que era lo único que se robaban los delincuentes en Veracruz porque los malosos ya no son tan malosos, según el gobernador Javier Duarte.
 
Pues ahora nos sale con una más de sus frases domingueras: “Los delincuentes no son marcianos, son paisanos”.

Sácate con esa. Ya va pareciéndose el gobernador a Clavillazo, aquel ocurrente comediante de los años 50 que nos hacía reír con sus frases hilarantes y con ese traje de pachuco que parecía carpa de pueblo y su sombrero de tres picos.
 
 “Los delincuentes no son marcianos, son paisanos”.

Y yo que me trabo en la carcajada. Pues no que los delincuentes eran de importación, que los trajeron de Tamaulipas los del Golfo cuando tenían el control de Veracruz, hasta que se pelearon con los zetas y aquellos se quedaron con todo.
 
En tiempos de Fidel Herrera Beltrán, la línea era decir que venían de otros estados del país, hacían de las suyas, secuestraban, mataban, traficaban y se iban. Estaba prohibido decir que los delincuentes eran veracruzanos.
 
Fidel Herrera quiso crear una burbuja y tener en ella a Veracruz, rechazando que la violencia fuera doméstica.
 
No, hasta matan gente en estados vecinos y los vienen a tirar a suelo veracruzano, decía. Y allá el pendejo que se lo creía.
 
Fidel estaba empeñado en que no se dijera que teníamos nuestros propios grupos delictivos, que aquí estaban las células del narcotráfico y que habían infiltrado a todas las policías.

Pero la realidad resultó más cañona. Veracruz se llenó de malosos. Estaban en todos los municipios y así fue creciendo el delito, provocando dolor y llanto en muchos hogares.
 
Hubo gente de la que ya no se volvió a saber. A otros los secuestraban y ya mutilados, la familia cedía y entregaba lo que les pidieran o lo que alcanzaban a juntar.
 
Negar los hechos no sirvió de nada. Oficialmente estábamos bien cuando en realidad estábamos mal.
 
Y cuando llegó Javier Duarte la cosa se puso peor. En parte porque el gobernador se ha empeñado en meter la cabeza dentro de la tierra para hacer de cuenta que no pasa nada y que cuando pasa pronto se olvida. Es el síndrome del avestruz.
 
 
Hace poco nos salió con que la criminalidad ha bajado, que ya no hay balaceras, que ya no hay tanto secuestro, que ya no hay tantas ejecuciones. Y sáquelo usted de ahí cuando que las cifras oficiales nos dicen que Veracruz está en los peores lugares de criminalidad.
 
Javier Duarte llegó al gobierno de Veracruz y zúmbale, le arrojan 35 muertos en Boca del Río, cuando se iba a celebrar la reunión nacional de procuradores y presidentes de tribunales superiores de justicia. Los cuerpos ahí estaban, a unos metros del hotel donde se realizaría la cumbre.
 
Ese año le corretearon al secretario de Seguridad Pública.
 
 Es un general de alto nivel, Sergio López Esquer, pero lo emboscaron y de no ser por su escolta, se hubiera ido derechito a ver a San Pedro y a convivir con los angelitos en una nube. Después de eso, renunció.
 
Veracruz entró en una espiral de inseguridad. Las policías estaban a las órdenes de los malosos. Les pasaban información de los movimientos del Ejército y la Marina y los alertaban cuando había operativos. Por eso no los podían detener.
 
En varias ciudades desaparecieron las policías municipales y se implementó el Veracruz Seguro y ahora el Mando Único Policial.
 
Pero lo cañón es que los índices de delincuencia no disminuyen y Veracruz en el mismo nivel, con secuestros, ejecuciones fosas clandestinas, extorsión, robo a comercio, casas, vehículos, feminicidios.

Lo gacho es que el gobernador Javier Duarte haga como que no pasa nada, se aviente sus chistoretes, le salga lo payasón y diga, por ejemplo, que ahora los delincuentes lo único que se roban son los Frutsis y los Gansitos en las tiendas Oxxo.
 
Pero si algo faltaba era escucharlo reconocer la realidad, pero sin seriedad.

 “Los delincuentes no son marcianos, no vienen de otros lugares. Lamentablemente muchos delincuentes son paisanos nuestros que se dedican a delinquir”.
 
Chútate esa compadre. No son marcianos, son paisanos. Hasta poeta del desastre resultó el gobernador.

Así no hay futuro, no hay moral. Sólo hay que prender una veladora y pedirle a la Guadalupana que el día del juicio nos agarre confesados.
 
Los delincuentes no son marcianos, son paisanos. Valiente consuelo. Cuando menos ya no son de importación.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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