* Rotter desplaza a Cahuich * Beto Fabiruchis se implantó glúteos

Gerardo Buganza Salmerón nos ha privado de saber si era el líder del panismo que decía ser. Se fue, renunció al Partido Acción Nacional, inconforme por no ser el beneficiario del dedazo presidencial que movió a la cúpula panista y que lo habría convertido en candidato al gobierno de Veracruz.

Deshojó la margarita desde aquel viernes 19 de febrero, cuando el comité ejecutivo nacional del PAN eligió al director del ISSSTE, Miguel Angel Yunes Linares, para contender por la gubernatura veracruzana. Concedió, primero, y ofreció madurez para aceptar la decisión y pidió a los suyos, vía el ex diputado Mauricio Duck, conducirse con altura de miras.

 

Luego alentó con actitud callada, silencio calculado, la alternativa de ser candidato de la izquierda, del proyecto al que a lo largo de 16 años de militancia panista había combatido.

Fue Buganza un estratega de la contradicción. Enfrentó al PRI en 2004, siendo candidato a la gubernatura, adversario de Fidel Herrera, y terminó acusado de obtener favores, contratos y pagos del régimen de la fidelidad.

 

Abandonó la plaza seis años; no respingó cuando el gobernador hacía añicos al Presidente Calderón, y volvió cuando ya estaba armado el escenario para competir por Veracruz.

Desde aquel 19 de febrero, no favorecido por el voto de la cúpula panista, amagó con registrarse en el proceso interno.

 

Presumió siempre de ser el candidato de las mayorías panistas. Difundió sus encuestas que, según documentó, lo favorecían como a nadie. Insistió en que fue víctima de un abuso de poder y de un dedazo presidencial. Sus huestes, en la misma órbita, elaboraron cartas en las que sólo les faltó insultar al Presidente Felipe Calderón.

Que haya formalizado, anoche, su renuncia al PAN, provoca suspicacias. Pudo Buganza Salmerón registrar su precandidatura a gobernador y demostrar que es él, y no Miguel Angel Yunes, quien tiene el apoyo del panismo veracruzano. Sus encuestas así lo dicen.

 

Pudo hacerlo pero no quiso. César Leal Angulo, senador y artífice del crecimiento panista en Veracruz, hombre de ultraderecha y de la organización El Yunque, su correligionario le abrió la puerta, pues ningún estatuto se lo prohíbe.

 

“El CEN deja la puerta para que se registre otro candidato, incluso Juan Bueno”, dijo el veteranísimo panista.
Es evidente que desde el 19 de febrero Buganza intentaba ganar tiempo y amagar al PAN con provocar un caos. Coqueteó con la izquierda; deslizó que sería el candidato del eje PRD-Convergencia-PT, así fuera desplazando al ex senador Dante Delgado. Ayer, con el ungimiento del líder convergente, se quemó esa nave.

Nada bien le viene, tampoco, el beneplácito del precandidato priísta al gobierno de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, por su dimisión al PAN. Dice el gordobés fiel que una vez que se calmen las aguas, lo buscará. Y dice que su proyecto es incluyente. Simultáneamente, sus seguidores dan por hecho que 60 mil votos de Buganza en Córdoba serán para el candidato del gobernador Fidel Herrera.

A Buganza se le acusa —Sergio Rodríguez, ex alcalde perredista de Ciudad Mendoza— de ser un panista fidelizado. También de ser el ariete del gobernador para frenar la candidatura de Miguel Angel Yunes Linares al gobierno de Veracruz. No es descartable, pues, que sus votos nutran la cuenta de Javier Duarte. El bugancismo camino a ser priísmo.

Si la carta de renuncia al PAN no estuviera suscrita por Gerardo Buganza, pudiera suponerse que fue redactada por el señor feudal, Fidel Herrera, enemigo acérrimo de Yunes Linares:

“El PAN —dijo— que hoy se presenta es tan igual a su adversario, que al ciudadano le será imposible distinguir uno del otro. Así más incongruente es intentar evitar el regreso del PRI a Los Pinos en el año 2012, si para ello se piensa que la solución está en postular personajes del PRI para que contiendan en nombre del PAN”.

Otro párrrafo:
“Es cierto que todos debemos estar supeditados a las reglas internas del partido; sin embargo, en este proceso interno, a pesar de haber existido tales, quienes omitieron respetarlas fueron ustedes, quienes hoy dirigen el partido. Ningún acuerdo quedó a salvo y mucho menos la democracia interna, gracias a la manipulación y las presiones, ambas evidentes”.

Uno más:
“Constaté que al más alto nivel se tomaron decisiones basadas en infundios que lastimaron mi honor, el de mi familia toda”.

Queda la duda. Si el bugancismo es mayoría, por qué no registró su precandidatura para así ganar la elección interna.
¿O no tenía mayoría?

Técnicamente amarró Armando Rotter Maldonado la candidatura a diputado local por el Partido Acción Nacional.

 

El ex alcalde de Coatzacoalcos es impulsado por la corriente yunista para hacer equipo con Rafael García Bringas, una vez que a éste le autoricen la licencia para separarse del cargo de diputado federal.

 

Aunque ninguno tiene ascendiente entre el panismo local, ya se opera para que los bugancistas y buenistas doblen las manos y se resignen. Rotter Maldonado dejará en el camino al regidor del PAN, Claudio Cahuich Velásquez, quien tendrá que regresar al Ayuntamiento de Coatzacoalcos tras ver que la nominación que esperaba simplemente no se le dio... Que no fue cirugía de columna sino implantes de pompis.

 

Así de cruel es la fauna política que hace escarnio, burla y mofa de Beto Camellín, quien toma los comentarios con buen humor.

 

Dicen en el PRI que los cojincillos sintéticos eran para una dama, que los financiaron desde Jalapa y que el mecenas no sabe ahora a quien de los dos dirigirle la mirada y acercarle la mano. Beto Fabiruchis también se respingó la nariz y se sacó dos costillas para ajustar la cintura. Bueno, eso dice Pepe, el otro Camellín...