Yo sí. Yo la voy a extrañar. Ya no escucharé sus entrevistas ni veré sus reportajes. Ya no porque el gobierno se propuso embestir a Carmen Aristegui y lo logró. Y esto, se le vea como se le quiera ver, es un atentado a la libertad de expresión.
 
La bronca estalló al semana pasada. Cuando arrancó la plataforma de información Méxicoleaks, apareció junto a varios medios que la integran el nombre de Noticias MVS. Ese fue el detonante. MVS dice que usaron su marca sin autorización y con eso hicieron su pinche tango.
 
MVS es Multivisión, la empresa que daba espacio a Carmen Aristegui. Ahí, por las mañanas, se transmitía su noticiero, el famoso Aristegui Noticias. Y la veíamos en MVS y también en CNN en español. Casi nada, güey.
 
Aristegui aborda los temas que no se ven en otros medios televisivos y radiales. Difunde lo que no se dice en la prensa escrita. Y su nivel de audiencia es la mejor. Carmen Aristegui tiene un rating poca madre.
 
Los que la ven, le creen. Los que la escuchan, hacen conciencia. Los temas que ahí toca son los que dejan en claro que México está del carajo porque tiene gobernantes que se roban todo, que son corruptos, que son impunes, que se enriquecen a costa de los que menos tienen.
 
Los espacios que Carmen Aristegui concede a los temas de mayor interés, no los tienen otros medios de comunicación. Y eso es contribuir a la libertad de expresión.
 
Carmen Aristegui puso loco a Felipe Calderón porque difundió que el entonces diputado Gerardo Fernández Noroña había exhibido que el panista se la pasaba  medio día borracho y el otro medio pedo. Y así gobernaba a México.
 
Y Carmen Aristegui lo entrevistó. Noroña se dio gusto. Abordaron el caso del alcoholismo del Calderón y la presidencia reaccionó. Presionaron al dueño de MVS, Joaquín Vargas, y provocaron la salida de la periodista de la empresa.
 
Fue acusada de faltar al código de ética de MVS. Ella alegó que se ciñó a tratar un tema que ya era del dominio público, que entrevistó al que acusaba y solicitó que la presidencia diera su punto de vista, pero ésta no quiso.
 
Obviamente, hubo escándalo y la presión popular pudo más. Aristegui y Vargas se sentaron a dialogar, llegaron a un acuerdo y siguió la relación.
 
Ahora, con Peña Nieto, la cosa se puso peor. Carmen Aristegui soltó la investigación sobre la Casa Blanca de la esposa del presidente y generó una ola de críticas que han llevado a Peña Nieto a un nivel de descrédito como ningún otro presidente en la historia.
 
Lógico, se la iba a cobrar.
 
Apenas regresó de su viaje a Reino Unido, vino el ataque a Carmen Aristegui. Aprovecharon que el nombre de Noticias MVS apareció entre el grupo de medios que se integraron a Méxicoleaks, un portal para difundir todo tipo de información crítica, que no agarran la mayoría de los periódicos, radio y televisión, y le despidieron a dos de sus reporteros. Ella exigió su recontratación o se iría. Y le dieron por cancelado el contrato.
 
Ahora el caso estará en los tribunales. Carmen Aristegui va a hacer valer el contrato suscrito con MVS.
 
Pero por lo pronto hay escándalo. En solidaridad con Carmen Aristegui, han renunciado algunos de los líderes de opinión más importantes de MVS, que son voces escuchadas, atendidas, que orientan a la sociedad. MVS pierde así el nivel de influencia que tenía.
 
Lo que Carmen Aristegui reveló antes que MVS concretara la rescisión de su contrato, era que esos dos reporteros, Irving Huerta y Daniel Lizárraga, investigaban más información sobre el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y su famosa casa de Malinalco, en el estado de México.
 
Cuando se les dio de baja, el personal de MVS, o quizá agentes del gobierno encubiertos, ingresaron a sus áreas de trabajo. Se llevaron computadoras, documentos, libretas de apuntes, imágenes. Supuestamente querían evidencia de lo que tenían en torno a Videgaray y su casa, que es otra de las mansiones adquiridas con crédito otorgado por la empresa Higa y sus subsidiarias, como ocurrió con la Casa Blanca de Angélica Peña, esposa de Peña Nieto.
 
Carmen Aristegui iba por más. Ya había demostrado que la corrupción está en su mayor expresión en el gobierno de Peña Nieto. Ahora iba por más evidencia de que en dos años en el poder, el enriquecimiento de los hombres del presidente no es un hecho casual sino una norma de conducta.
 
A Carmen Aristegui no le van a faltar espacios para siga haciendo periodismo. Ahí, en Noticias MVS, la vamos a extrañar. Quizá vuelva, si gana el litigio, pero va a pasar un tiempo. Pero en otros espacios de radio y en portales de internet, no dejará de escucharse, de ver sus reportajes, sus reflexiones, y quizá sea aún más contundente.
 
Iba por más y estoy seguro, lo va a lograr.
 
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