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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Milagro en la plataforma petrolera

06/04/2015 10:08 a.m.

Enrique Alvarado Domínguez está bien. Y qué bueno. Por un milagro de esos que a veces ocurren, se movió de su puesto de trabajo, y ¡zas!, ocurrió la explosión en la plataforma Abkatún Alfa-Permanente. Y se salvó porque así lo quiso Dios.
 
Hoy lo cuenta. Es uno de los choapenses que estaba en la plataforma siniestrada la madrugada del 1 de abril. Le tocaba estar ahí, donde se produjo el accidente, pero se movió al área administrativa y eso le salvó la vida.
 
Sí le llegó el fuego. Tiene quemaduras leves en la cara, pero está vivo. ¿El susto? Ese sí lo tiene y no se le va a ir en un buen tiempo, como a cualquiera pasa por una experiencia como esa. El que no siente miedo es que no es de este mundo y de esos ya no hay.
 
Enrique Alvarado es un hombre de 45 años de edad. Lleva 10 en plataformas, en la Sonda de Campeche, un trabajo seguro pero riesgoso, cañón, pa’ bragados, porque estar ahí arriba dos semanas, viendo puro mar, abriéndole a la válvula, jalándole a los tubos, moviéndoles a lo que te ordenen los superiores, checando la computadora, trepándose en la viuda para ser subido a la estructura, no lo hace cualquiera.
 
Enrique pudo llamarle a su familia. Le dijo a sus parientes, a su mamá y a su hermana, que él estaba bien y que no se espantaran con lo que se vería en los noticiarios de televisión.
 
Luego cortó. Ya estaban en plena evacuación. Y sí, cortó porque se tenían que mover.
 
Las escenas que se difundieron en la telera y en las redes sociales, algunas fotos en los periódicos, muestran a la plataforma en llamas y algunos barcos contraincendio lanzando los chorros de agua para sofocar las llamas.
 
Otros choapenses por ahí andaban. De ellos no se sabe más porque aunque son oriundos de Las Choapas, no radican aquí. Pero tienen sus raíces y muchos los quieren y los recuerdan.
 
¿Qué nos dice este suceso trágico? Que en una industria de alto riesgo, todos saben cuándo llegan pero nadie sabe cuándo regresa. Al trabajador de Pemex o de las compañías contratistas que le trabajan a Pemex se les reconoce que suban a plataformas, pero se teme que no se les vuelva a ver, o que regresen heridos o muertos.
 
Ser plataformero es chido. Se gana super bien. Si no se dilapida, se gana una lanota y se puede tener casa, auto, buena ropa, buena escuela, buena comida, pasear y guardar. Pero el precio que se paga es muy alto, a veces con la vida misma.
 
Ahora ya no hay tantos accidentes. Antes era común que se hablara de flamazos y explosiones en las plataformas de Campeche. Tenía un récord muy sangriento y muy siniestro porque faltaba experiencia para enfrentar accidentes.
 
Recuerdo a muchos amigos que fueron y volvieron heridos. Recuerdo a un familiar que casi pierde la vida porque un tubo se abrió por la presión y lanzó a varios trabajadores a metros de distancia. Pero ahí sigue, con más experiencia, ahora especializado en la inyección de elementos para controlar la presión del pozo, en zona de cómputo.
 
Las primeras investigaciones las realiza la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos, la Procuraduría General de la República y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. ¿Y saben qué? No va a pasar nada. La culpa va a ser de uno de los trabajadores muertos o de los materiales de la plataforma.
 
Así ocurre siempre. La culpa es de los que ya se pueden defender. Como en los avionazos; la culpa es del piloto muerto. Nunca responsabilizan a la empresa trasportadora, ni a los controladores de vuelo.
 
Lo ocurrido en la Sonda de Campeche es un hecho lamentabilísimo. Murieron cuatro trabajadores, hay otros siete heridos, hay tres desaparecidos. Y otra vez el miedo, el temor a que en la industria petrolera nacional se registre una oleada de accidentes y que muchas familias pierdan a su gente, que se llenen de luto, que se vean troncadas las esperanzas de muchos.
 
Lo de Enrique Alvarado es, digámoslo así, un milagro. Justo unos minutos antes del accidente se movió al área administrativa para atender un trámite personal. ¡Y rezúmbale, güey! Que se ilumina al cielo, las llamas por todas partes, la estructura chamuscada, y las alarmas a todo lo que daban.
 
Él está vivo. Por algo será. Por algo Dios le dio otra oportunidad. Y qué bueno.
 
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