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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Qué saña y qué odio deben tener

08/04/2015 09:14 a.m.

Ronda la muerte. Sí, y esto no es normal. Primero los ganaderos y ahora los ejecutados. Y la sociedad, el pueblo, los amigos, la familia, todos en medio de la zozobra, porque no se sabe, no sabemos, quién sigue.
 
Caramba, me pregunto, ¿qué está pasando? ¿Es narco razzia? ¿Es ajuste de cuentas? ¿Es un reto al gobierno para desmentir que ha bajado la criminalidad?
 
No es común encontrar cuerpos en un pozo artesiano y que se les haya mutilado como hicieron, con toda la saña que traen dentro los asesinos, como si fuera obra del demonio y su humanidad, sí, su humanidad, hecha pedazos.
 
Esto es macabro. No sé usted, pero yo por más que lo veo no me acostumbro a esas escenas tan violentas, tan reveladoras de cuando el hombre pierde la proporción del valor de la vida y descarga en otro ser el odio que trae dentro.
 
Otra vez sucedió en la colonia J. Mario Rosado, donde ya se ha hecho común que haya violencia y que ejecuten gente y la sepulten en fosas clandestinas como ocurrió con el periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, quien reporteaba para Notisur y Liberal de Coatzacoalcos.
 
Ahí pasan cosas cañonas. Ahí encontraron ahora a las dos personas que estaban mutiladas. No tenían brazos. Las cabezas estaban desprendidas y a unos 50 metros.
 
Ahora se sabe que uno de ellos respondía al nombre de José Alfredo Jiménez Díaz y el otro al de Luis Ángel Cabañas Díaz. Los habían levantado en la colonia Ignacio Zaragoza, el pasado sábado. Llegaron por ellos hombres armados que se introdujeron en sus domicilios.
 
Eso fue el sábado. El lunes alguien dio el pitazo. Y gracias a ese pitazo llegaron a ellos. Pero el espectáculo es macabro, gachísimo, pues quién no se queda helado cuando ve un cadáver y peor cuando éste está desmembrado, sin cabeza.
 
La tortura debe haber sido horrenda. Dicen los que saben, los policías y los investigadores que siempre andan en esas faenas, que casi siempre los van cortando estando vivos, provocándoles una muerte dolorosísima, sufriendo lo indecible, sufriendo hasta llorar y suplicar, rogar clemencia, pedir que el tormento acabe, que les den un tiro pero que no les alarguen el sufrimiento.
 
Y ni madres. Los asesinos van pian pianito, tranquila la cosa en su malvada misión. Cortan y cortan mientras hablan con las víctimas, echándoles en cara mil cosas, reprochándoles como si ellos les hubieran hecho algún daño en particular. Y a menudo no son mas que sicarios a los que se les paga por hacer el baño de sangre.
 
Se mueren en vida, al tiempo que les arrancan un pedazo de cuerpo. Algunos mueren de la impresión. Les viene el madrazo al corazón y san-se-acabó. Ahí terminan sus días, quién sabe si con culpa o sin ella, o si eran parte de un grupo rival, o si eran soplones, o si los confundieron con otros.
 
El caso es que Las Choapas, como gran parte de Veracruz, se vuelve a teñir de sangre. El rojo no es del gobierno fidelista y continuado con Javier Duarte de Ochoa. El rojo es por la cantidad de víctimas que ha habido en este sexenio y en el anterior.
 
Empezamos mal el 2015. Empezamos con muertos y secuestrados. Y también los extorsionados, así como los que han sido levantados y ni rastros de ellos han quedado.
 
Leoncio Deveze y su trabajador Francisco Méndez Oliva fueron interceptados a un kilómetro del rancho Santa María, en San José del Carmen. Eso fue el martes 24 de marzo. Dos días después aparecieron ejecutados en la pista que va de Las Choapas a Ocozocoautla.
 
Leoncio era el tesorero de la Asociación Ganadera de San José del Carmen, una de las más productivas de Veracruz y una de las que más animales factura.
 
Otros dos cuerpos fueron hallados en esa carretera. Eran los de Jesús Alemán López y su esposa, Socorro Prieto Gómez. Él era ganadero de Hueyapan de Ocampo. Estaban desaparecidos desde el 7 de marzo.
 
El 28 de marzo aparecieron dos cuerpos más. Eran los de Felipe Sosa y su pareja Myriam. Primero se dijo que los mataron en territorio tabasqueño, pero lo cierto es ocurrió en Minatitlán, en los límites con Las Choapas.
 
A ella la violaron y luego la asfixiaron. A Felipe Sosa lo torturaron y después lo arrojaron al arroyo, atado de pies y manos. Ambos aparecieron en El Jimbal, gracias a que el olor nauseabundo llamó la atención de los pescadores.
 
Seis asesinatos en cosa de días y hablamos de ganaderos. ¿Por qué será?
 
El baño de sangre no ha parado a pesar de lo que dice el gobernador Javier Duarte de Ochoa. La delincuencia está haciendo lo que quiere y no la frenan, no la enfrentan y sigue provocando muerte y dolor.
 
Lo peor es que por la forma en que fueron perpetrados los crímenes, se ve que sus autores aplicaron una saña inaudita y deben ser gente con un profundo odio por los demás.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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