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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Rebelión en la parroquia

13/04/2015 08:05 a.m.
La Iglesia es vertical. No es una democracia. No manda el rebaño sino el pastor. Y por ello, la voz del Papa, la de cardenal, la del obispo, la del párroco, es ley para los feligreses católicos que tienen presente siempre, o casi siempre, el principio de obediencia.
 
Es la iglesia milenaria de Cristo, la que fundó Dios hecho hombre entre los judíos que sí creyeron y luego entre los gentiles, los de otros pueblos y razas ante quienes se abrió el cristianismo y que los hombres han llevado para bien de unos y mal de otros, o para la salvación o la condenación, en períodos de luz y también de oscurantismo.
 
La Iglesia es una institución y tiene su organización y jerarquía. Así nos guste o no, así haga el bien o no, así haya gente devota o no, así haya católicos fervientes y católicos patito, así haya buenos y malos sacerdotes, así tenga una buena teología o no, es la Iglesia católica y no se le puede dejar de reconocer el papel que juega en la vida de los mexicanos.
 
Funciona con lo que tiene, para bien o para mal, y sus pastores, sus párrocos y sacerdotes son los encargados de seguir sus preceptos. Su estructura está bien definida y en cada diócesis quien manda es el obispo.
 
Acabamos de ver algo inédito. Cuando menos yo nunca lo había observado. Dispuso el obispo Rutilo Muñoz, responsable de la diócesis de Coatzacoalcos, cambios en las parroquias. Movilizó a los párrocos. Los envió a otros templos. A Algunos los envió a otras ciudades. Realizó algo que algunos definen como movilidad.
 
Aquí, en Las Choapas, que pertenece a la diócesis de Coatzacoalcos, hubo bronca. Los feligreses se inconformaron en la misa del sábado 11. Rechazaron la decisión del obispo y se lo expresaron de manera no muy convencional. O sea, se manifestaron en contra aunque sin reclamos.
 
No es común ver que los feligreses en plena misa se expresen en contra, que saquen cartulinas, que revelen su inconformidad. Pero sí, lo hicieron y eso no fue por casualidad.
 
El rechazo a la decisión del obispo era evidente: “Gracias Padre Manuel. San Mateo 22-21: Devuelvan, pues, al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios”, “Aceptamos con paz la contrariedad de la vida. Usted me dijo la fe y la oración primero. ¡Que viva el padre Manuel!”, “La Renovación Juvenil lo quiere Padre Manuel”, “Nunca es demasiado largo el camino para llegar al encuentro del amigo. Padre Manuelito lo queremos”.
 
Cambiaban al padre Manuel Asunción González Cubillas, quien estuvo en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús casi cinco meses. Lo sustituye el sacerdote Marcos Rodríguez Torres, quien proviene de la ciudad de Cosoleacaque.
 
El obispo celebró la misa con toda tranquilidad, como es él. Es un hombre parco, que habla sólo lo necesario, que rara vez sacude a los demás, pero cuando lo hace calcula muy bien el impacto de sus palabras.
 
La misa del sábado iba normal. Unos 500 feligreses participaban para recibir al padre Marcos. Se sabía que a algunos no les había gustado la remoción, pero como buenos católicos callaron y apechugaron.
 
Pero de pronto, algunos de los que estaban en primera fila sacaron sus cartulinas y las exhibieron. ¡Wow, güey! Qué vatos tan aventados. Eso se le hace a los políticos, o a los líderes sindicales, o entre los obreros de la FATEV y los de la Alianza Sindical, o a los de Lendechy, pero no a un obispo. Los tentó el diablo.
 
El obispo Rutilo Muñoz ni se inmutó. Él dijo que había razones personales del padre Manuel que él no podía revelarlas y se mantuvo en su posición. Y hasta ahí.
 
Pero lo que se sabe es que el padre Manuel llegó a poner orden en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y eso incomodó a algunos grupos. Comenzó la grilla. Siguió el chismerío. Y el obispo decidió remover al padre y traer al sacerdote Marcos Rodríguez.
 
Puede uno estar a favor o en contra de la forma en que se maneja la Iglesia católica, y puede uno coincidir o no con el obispo Rutilo Muñoz, pero existen reglas y ahí se aplican. Una de ellas es la obediencia. Otra es el respeto a las decisiones de sus pastores.
 
No todos los días se advierten esos signos de ruptura. Por mucho que las cartulinas trajeran mensajes a favor del padre Manuel, lo que implícitamente estaban condenando era la decisión del obispo de removerlo. Eso es un acto de rebeldía, sean cuales fueran las razones que tuviera ese grupo de feligreses.
 
Como les digo, la Iglesia católica es vertical y se debe a un principio de obediencia. Si el padre Manuel no protesta y acta la decisión de su superior, porque además la parroquia no es suya, ¿qué caso tenía intentar trepársele a las barbas al obispo Rutilo?
 
Y al final, ¿ganaron algo?
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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