Ya decía yo. Con esos pelos, con esos gritos, con esas arengas, con ese gusto por andar de negro, La Potra tiene algo adentro. Y por eso la vemos en sesiones religiosas donde le sacan al chamuco.
 
La verdad, se me erizó la piel. Por más que digan que ahí es sanación, lo que yo vi —y que muchos comparten— es que doña Isabel Morales Aguirre es medio esotérica.
 
El asunto tiene algo de religión y algo de política. De religión porque no todos los días se ve a un candidato que entra en tan tremendo acelere. Y de política porque la ley prohíbe expresamente andar en templos haciendo campaña por una diputación.
 
La imagen de La Potra ya le dio la vuelta al mundo. La vimos en yutub. Llegó a la sesión de sanación con su gente, con su porra, con los que la siguen en su campaña como candidata del PRD a la diputación federal por el distrito de Minatitlán. Y en el video se les ve a todos hasta en trance.
 
En un momento el ministro le impone las manos. O sea, para los que no capizcan este tipo de ondas espirituales, le coloca las manos a cierta distancia de su cabeza y le hace una oración.
 
Isabel Morales comienza a hablar. Habla el ministro y habla ella. Ora el ministro y ora ella. No se les entiende ni madres. Sube el tono de voz. Se le escucha gachamente clavada en su rollo. Quién sabe qué tanto dirá pero se ve que se pone en frecuencia con Dios o con el que invoca, que sabrá ella quién es.
 
Qué imagen, carajo. Yo no había visto a ningún candidato así, con las greñas bien alborotadas y hablando con ella suele hacerlo, con su voz ronca, pidiéndole a Dios que le aleje lo malo. No pos va a estar medio cabrón, porque lo malo los políticos lo traen en el tuétano, metidísimo en los huesos, en el fondo de su alma, y para que les extirpen la maldad se requiere cirugía mayor.
 
El caso es que no sólo La Potra hizo su show. También los perredistas que fueron con ella. Ahí los ve uno en el video, tirados en el piso, bien noqueados porque dicen que así pasa en esas sesiones, que llega el Espíritu y ¡sopas! de que te tumba, te tumba.
 
La Potra, dicen, salió de ahí limpia. Acabó con todos sus espíritus chocarreros que la atormentaban, las malas vibras de quienes la conocen y que no le creen ni madres de lo que dice, de los malos pensamientos de aquellos que recuerdan que tiene un muertito en su hoja de servicios, el marido que se suicidó de tres balazos, uno de ellos en la nalga, ¡hágame usted el recabrón favor!
 
Los otros no creo que hayan salido muy limpios del templo, pues se la pasaron a ras de piso, tirados y en trance, mientras sus almas eran sanadas y limpiadas como si les hubieran echado cloro y Ariel o Más Color para que hasta deslumbraran con su blancura.
 
El caso es que la que llegó de negro salió blanca, y los que estaban de amarillos y fueron limpiados, terminaron renegridos porque ella no visitó el suelo y ellos sí.
 
El otro aspecto de la simpática escena es el político. Ah qué Potra. Ni que no supiera que la ley prohíbe andar haciendo campaña en los templos religiosos y llevar a los militantes con sus playeras de campaña, mostrando los emblemas de los partidos políticos.
 
Isabel Morales es abogada y ha sido síndica del ayuntamiento. Hasta antes de ser candidata a diputada federal era regidora en Minatitlán. Sabe lo que se puede y no se puede hacer en campañas por un cargo público.
 
Apenas se difundió el video de la sesión en que le sacaron el Chamuco, el mundo se le vino encima. La han estado acusando de que violó la ley y que le van a invalidar su candidatura porque no se puede mezclar religión y política.
 
Y al ministro que se prestó a exorcizarla, peor porque ellos saben que no se pueden meter en política partidista. Pueden llamar a votar, a concientizar a los feligreses a tomar conciencia de sus derechos ciudadanos. Pueden decir que no acudir a votar el día de la elección es pecado de omisión. Todo eso lo pueden hacer.
 
Lo que no pueden hacer es prestarse a un acto propagandístico, sea del partido que sea, con los emblemas de los institutos políticos o con la publicidad de los candidatos.
 
Lo que hizo La Potra es otra de sus puntadas. Cree que participando en una sesión de sanación la gente le va a dar su voto. No’mbre si lo malo para ella es que muchos la conocen. Quizá la quieran por otras cosas, pero nadie se va a tragar el cuento de que está ahí por santa.
 
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