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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Doble crimen en el balneario

22/04/2015 08:39 a.m.
Qué impresión. Imagínese que está usted ahí, tomándose un refresco, al pie de la alberca, con los hijos, la esposa y los amigos. Y de pronto se oye una detonación. Después otra. Otra más. Y todos a huir, sin saber qué pasa, sin saber quién vive y quién muere.
 
No lo vi en El Patrón del Mal ni en La Reina del Sur, menos en El Señor de los Cielos o en Avenida Brasil o en El Pantera. No es película ni serie de televisión. Es vida real y es lo que está ocurriendo en mi pueblo, en Las Choapas. ¿Y saben qué? Se siente feo.
 
Pasó en un balneario en la congregación San José del Carmen, y de por sí la noticia nos puso alterados a todos porque una cosa es que te cuenten que la violencia está imparable y otra que las balas te pasen zumbando y casi te hagan víctima de un ataque con arma de fuego.
 
Y la cosa se ve gacha cuando observas el video en que aparecen los dos sujetos baleados, todavía con vida, que se quejan, que uno de ellos hace por respirar, y el otro tocándose el abdomen. Y un rato después que se sabe que los dos murieron.
 
Al balneario llega gente que quiere relajarse, pasarla chido con la familia o con los amigos. El ambiente es de alegría. Todos se juegan bromas. Las risas están aquí y están allá. Unos dentro de la alberca y otros fuera. Pero todos despreocupados, en el relax.
 
Ese día había medio centenar de vatos. Una buena parte estaba en la alberca, sin imaginar lo que habría de ocurrir. Nadie sospechó nada. Nadie se percató que ahí, entre ellos, había sicarios, sí, esos tipos que son contratados para quitarle la vida a su o sus víctimas.
 
Los sicarios vestían ropa de playa. Uno con camiseta y el otro con playera y ambos en short o bermudas, según los relatos. Pasaron entre todos. Dicen que caminaron hasta el fondo. Dicen que eran dos. Y en un momento, se produjo un forcejeo.
 
La víctima era un hombre mayor, de unos 45 años. Cuentan que no se dejaba matar, que quería agarrarle la mano al sicario que traía dos armas. A éste se le encasquilló una de las pistolas. Pero finalmente le pegó un disparo en la frente.
 
Cuando se escuchó la primera detonación, el pánico fue total. Y la confusión en el balneario. Los que estaban cerca del lugar donde ocurrió el ataque, huyeron. Los otros, los que estaban más retirados, no sabían qué onda.
 
Y vino la segunda. Y piernas pa’ qué las quiero. Agárrate a tus hijos, a tu vieja, a tu morra, a la abuelita, al tío, a la querida, a la vecina, al amigo o a la amiga, y córrele güey porque ahí, en medio del caos, te llega la bala, alcanza tu humanidad, y no la cuentas.
 
Y vino la otra. Esa fue para la víctima joven, un muchacho de unos 15 o 16 años. A ese le dieron el balazo en el abdomen. Se quejaba. No se veía tan mal, pero se quejaba.
 
Los dos estaban heridos. El mayor hacía como que jalaba aire con la boca. Y luego ya no. Quedó tendido junto a un árbol. El joven aguantó más. No lo movieron. Al rato murió.
 
La crónica refiere que entraron dos sicarios y salieron tres. Pues claro. El tercero estaba adentro del balneario. Es el que los puso, el que avisó que ahí estaban.
 
No sé qué onda. No sé si fue ajuste de cuentas. No sé si fue un asunto del bajo mundo. No sé si los muertos algo vieron, algo supieron y los callaron. O si andaban metidos en asuntos pesados.
 
Lo que sí sé es que Las Choapas está viviendo una ola de terror, de violencia que parece no tener fin.
 
Recordemos a los ganaderos secuestrados, a Leoncio y a su empleado, a Felipe Sosa y a su pareja, al de Hueyapan de Ocampo y esposa, a los jóvenes mutilados hallados en el pozo artesiano. Se los llevaron y aparecieron ejecutados, algunos en la autopista a Ocozocoautla. En 10 días, ocho muertos.
 
Y ahora los dos ejecutados del balneario San Antonio, en un hecho que estremece a todos los choapenses y que está suscitando todo tipo de comentarios porque el video difundido por Presencia es de alto impacto.
 
No siempre se ven escenas en que las víctimas están ahí, luchando por vivir, prácticamente en agonía y finalmente muriendo. Y lo vemos todos, sin poder dejar de conmovernos y claro que nos escandalizamos.
 
Qué escenas más gruesas. La violencia nos envolvió a todos. La violencia está aquí, en Las Choapas, y esto, lo del balneario, es para preocuparnos.
 
Y yo me pregunto: ¿Hasta cuándo?
 
(Comentarios y tips a: [email protected])

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