Nada peor que la indolencia, que el valemadrismo, que la inacción, que la pasividad. Nada peor que permanecer quieto cuando la violencia nos está arrastrando, cuando la muerte nos circunda, cuando la angustia no nos deja vivir.

Así estamos en el pueblo, pero hay unos que ni se dan por enterados, que les vale la vida y que le valemos los gobernados.

Hablo por mí y por ti. Hablo por lo que escucho en las calles, por lo que se dice entre las familias, por lo que cuentan los maestros, los comerciantes, los mismos políticos, los petroleros, los líderes sindicales.

Nos está llevando el carajo. Las Choapas vive días de inseguridad como hacía tiempo no se percibía; días violencia hasta niveles de brutalidad que antes no experimentábamos.

Y ante el riesgo en que se vive y la violencia que nos ha robado la tranquilidad, tú y tú y tú, y yo, y muchos más, miles de choapenses nos preguntamos dónde está el gobierno, qué hace, que operativos realiza, cómo identifica a los delincuentes, qué bandas ha desarticulado, y todo lo que se nos pueda venir a la cabeza.

Se acaba de reunir el Consejo de Seguridad Pública. Uta, inche desperdicio de tiempo. Salvo los regidores, el síndico, el secretario, la de Gobernación, el de la Policía Municipal, Tránsito, el sub de Seguridad estatal, los ganaderos, los empresarios, el cronista y los ciudadanos convocados, el alcalde Marco Estrada Montiel y algunos integrantes del área judicial mostraron apatía y desinterés.

Sí, güey, el Marco Estrada llegó a media reunión, que porque estaba atendiendo a un grupo de campesinos en ese momento. La de la Agencia Especializada del MP, Mercedes Robles Antonio; el Ministerio Público, David Mendoza Medel, y el jefe de la Policía Ministerial, Cándido Aguilar Vázquez, ni sus luces.

Ahí el ambiente era de preocupación. La violencia está en el más grave nivel y los casos de sangre son cosa de cada semana. Decía el regidor sexto, Carmen García Jiménez, que “la delincuencia sí está organizada, nosotros no”. ¡Púmbale! Tiró el dardo y dio en el centro. La delincuencia sí está organizada, el gobierno no. O sea, el gobierno está desorganizado.

El cronista Roberto Palma Prieto dijo verdades de a kilo: que estamos rebasados por la delincuencia y es preocupante que ninguna autoridad pueda hacer algo por la prevención de los hechos tan terribles que están ocurriendo”.

Habló del caso de los dos muchachos levantados en su hogar, torturados y descuartizados, a quienes se arrojó en un pozo artesiano. “Las Choapas no es tan grande como para que no nos demos cuenta de estas cosas”, dijo el cronista.

Y dijo que si no se hace algo, seguirán habiendo muertes. Cuestionó que los protocolos indican que el Consejo de Seguridad debe reunirse cada ocho meses. Dijo que en ese lapso habrán más muertes y no se va a resolver nada. Entonces hay que reunirse fuera de protocolo, pero “ya depende de cada uno de nosotros y el interés que tengamos en resolver las cosas”.

El cronista explicó que hay que implementar medidas y avanzar porque “si no al rato van a venir hasta por nosotros que estamos aquí, porque no estamos haciendo nada. Encerraditos en la casa no hacemos nada. Tenemos que tomar iniciativas y espero que en esta reunión se llegue a acuerdos para beneficio de todos y si no seguiremos viendo el periódico y contando las víctimas”.

La Operación Mochila en las escuelas no se ha implementado. Los subcomités de vigilancia no se integraron por falta de coordinación con los agentes municipales, quienes pedían una remuneración económica y por el cambio de delegado de Seguridad Pública.

Tampoco ha funcionado el programa de Prevención del Delito. Así lo expuso el ex líder de la Canaco, José Luis Coyac, quien señaló que para ello se requiere de un delegado de Seguridad Pública que conozca a la gente, pero hasta la fecha los choapenses no tienen contacto con él.

Y cuando ya llevaba media reunión llega Marco Estrada. Y dice que ya pronto se entregará las patrullas de la policía preventiva para reforzar la vigilancia en las zonas urbana y rural. y en las colonias se conformarán los comités de Vecinos Vigilantes.

Qué no hubiera sido más fácil hacer el diagnóstico del problema, enfocar la atención en los programas que puedan dar mayores resultados, identificar los focos rojos y programar reuniones bimestrales para evaluar.

Pierden el tiempo y la violencia avanza. La ola de ejecuciones es un mal signo. La población vive en medio del miedo y los señores del gobierno se la pasan habloteando sin resultados.

Les vale la violencia porque no les llega a ellos.

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