Si la ley se aplicara, si el ORFIS hiciera su trabajo, si el Congreso de Veracruz apretara, muchos, muchos políticos y empresarios que han tenido que ver con el túnel sumergido de Coatzacoalcos ya estarían en la cárcel.

 

Pero resulta que no. Y ahora después que la corrupción ahí ha imperado, hacen de cuenta que no pasó nada y a cosechar los millones que les hacen falta.

 

Todo está listo para que reinicie la construcción. Hace un año que nadie da golpe, que las compañías que participan, agrupadas en el consorcio COTUCO, están paradas porque, dicen, si no les pagan, no dan golpe.

 

El túnel paró después que lograron sumergir los elementos que conforman la vía por la que circularán los vehículos. Pero de eso ya hace un buen tiempo.

 

Decía COTUCO que les debían dinero, que el gobierno se estaba haciendo pato, que iban a denunciar al gobierno de Veracruz por incumplimiento.

 

Y apareció en escena Sor Buganza. Sí, don Buggy era en ese entonces secretario de Infraestructura y Obras Públicas, y ya saben, de que se le sube lo iluminado, se le sube. Y empezó a presionar a COTUCO.

 

Este méndigo Buganza se siente arcángel bajado del cielo y le da por ser el ángel exterminador, con poderes celestiales plenipotenciarios, destinado a cortarle la cabeza a cualquier mortal que ose infringir el sacro mandamiento de no robarás.

 

Así le puso sus cates Buganza a COTUCO. Los demandó y les dijo que ni madres que se les debía un centavo. Sacó papeles, facturas, proyectos, hasta notas de remisión don Buggy y con ellos sustentó su denuncia.

 

Buganza mantuvo el caso en los tribunales y decía que el gobierno de Veracruz pagó por adelantado, que pagó hasta el último centavo, que hubo incumplimiento por parte de las empresas y que se estaban pasando de lanzas.

 

Y de pronto, Buganza viaja a España, habla con los constructores, les hace una oferta y todo arreglado.

 

Achis viachis. Se le quitó lo exterminador al ángel. Pues no que ya se les había pagado hasta el último centavo y que los inches constructores se estaban pasando de lanzas, que era unos abusivos y que se ponían a construir o los metían al tambo por incumplidos.

 

El asunto se resolvió con un borrón y cuenta nueva. Sor Buganza hizo su entripadito pero tragó camote. Sólo faltó que le pidiera perdón a los mismos constructores que tachaba de ladrones y corruptos.

 

Dijeron que ya, que en dos semanas reiniciaba la construcción del túnel sumergido, que la super obra, la más grande obra de ingeniería en América Latina, entraba en su fase final.

 

Pero no hay tal. Los que brincaron de inmediato fueron los proveedores de materiales, que dijeron que a ellos les deben 7.5 millones de pesos y que si no hay pago, van a bloquear la obra.

 

Y a eso se agrega que el Órgano de Fiscalización Superior le detectó al túnel inconsistencias administrativas por más de 200 millones de pesos en las que están implicados funcionarios del gobierno de Veracruz y los mismos constructores que Buganza acusaba de defraudadores.

 

ORFIS revisó las cuentas del túnel sumergido, pero solapó a los secretarios de Comunicaciones y encargados de la obra, a quienes les determinó las inconsistencias de 220 millones de pesos. Les dio tiempo de sobra para que solventaran, pero no lo hicieron. La corrupción estaba ahí y no actuó contra los funcionarios que causaron un grave daño al erario público.

 

El Congreso de Veracruz está igual. Tuvo la información que incrimina a quienes estuvieron a cargo del túnel sumergido y tampoco ha fincado responsabilidades.

 

Es un caso de corrupción a la vista de todos, pero que no se castiga porque están involucrados priistas de diversos niveles, desde Fidel Herrera, Javier Duarte, secretarios de Comunicaciones hasta los funcionarios que tuvieron a cargo la obra del túnel y los contratistas que inflaron sus costos, que cobraron por trabajos no realizados y supervisores que se hicieron de la vista gorda mientras observaban el saqueo.

 

Ahora dicen que el túnel va a reiniciar. Lleva así más de un año. Es un barril sin fondo, donde todos meten la mano y donde a nadie se castiga porque hay una política de encubrimiento.

 

Por lo pronto, los proveedores de materiales amenazan con no permitir que reinicie la obra si antes no les liquidan los 7.5 millones de pesos que les adeuda la constructora.

 

Lo más gacho es que el gobierno de Veracruz está de plácemes porque regresan a trabajar los ratas de COTUCO, a los que hasta denunció Sor Buganza, y en cambio no hace nada porque a los materialistas les paguen lo que les deben. Qué mala onda.

 

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