Qué pachanga y qué desastre. Y sí, seamos justos. Ellos tienen derecho a divertirse, a reír, a gozar y a chupar. Pero no en el cuartel o en la oficina. Y por eso es que ya les comenzaron a dar cran, los cesan, los castigan o los echan.

Como todos, los policías son humanos. Ríen y lloran, tienen hambre y sed, a ellos les gusta una morra, a ellas les gusta un vato, y a veces al revés. Como diría Chico-Ché: los nenes con los nenes y las nenas con las nenas. En fin, cada quien hace de su corazoncito lo que quiere. Y les gusta bailar, echar la copa, bromear.

Y todo está permitido siempre y cuando lo hagan en el lugar adecuado. Pero no en el área de trabajo o en casa particular, pero con uniforme.

Otra vez están en medio del escándalo porque les cayeron haciendo fiesta con uniforme, varias latas de cerveza, botellas de licor y lo bueno es que no contrataron bailarinas de esas que están adscritas al departamento de tubería, porque excuso decirles la que se les hubiera armado.

La bronca estalló cuando circularon las fotografías en que se ve a los elementos de Seguridad Pública de Veracruz, asignados a la región XII, en esa reunión donde corría cerveza y licor. Unos me dicen que no hay que ser tan exquisitos, que cualquiera tiene derecho a divertirse. Pero otros sabemos que con uniforme no se puede empinar el codo.

La reacción fue que al subdelegado de la SSP, Edén Jiménez Cornelio, ya le dieron fondo. Lo concentraron en Xalapa y está sujeto a investigación. O sea, ya chupó faros.

El asunto tiene fecha del 14 de mayo. Ese día circularon las fotos. Lo llamaron a Xalapa y lo investigaron. Le acaban de notificar que deja de ser subdelegado de la SSP en los municipios de Las Choapas, Agua Dulce y Moloacán.

Edén Jiménez Cornelio no es el único. Los del C-4, el Centro Estatal de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo, también hicieron su pachanga. Y usaron las instalaciones para el festejo. También se filtraron las fotos y que se arma el desmadre.

Uta que si no. El secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, diciendo que la policía está en constante mejoría, cumpliendo las normas, dispuesta a ayudar a la gente, sin distraerse de sus obligaciones, y mire qué no. Los del C-4 fueron cachados en pleno pachangón.

Ese reventón fue el 17 de noviembre de 2014, pero las fotos comenzaron a circular el 4 de mayo pasado. Ahí aparecen Isidro Hernández Bautista, quien ya había sido delegado de la SSP en la zona XII, la de Las Choapas; un tal Eddy, del Jurídico, quien porta un chaleco antibalas con la leyenda “Policía Estatal”; Francisca, quien supuestamente es la novia del subinspector José Zeferino Huerta Sánchez; Ezequiel Camacho Torres, del agrupamiento Coatzacoalcos.

Chupaban, bailaban, se tomaban la foto, y lo hacían en las oficinas del C-4 de Cosoleacaque, lo que encabritó a sus superiores y ordenaron que el Departamento de Asuntos internos iniciara una investigación.

Lo imperdonable es mientras la inseguridad está en todo lo alto, la policía ande de juerga, organice la fiesta en sus propias oficias o cuarteles, se ponga hasta el ojo de borracha y que se den de santos que no se les va un tiro y maten a un cristiano.

Nadie les niega que puedan divertirse, pero no en horas de trabajo, en las oficinas y con el uniforme puesto. Eso es una falta al reglamento y es lo que nos permite ver que andamos mal en seguridad.

Óilos compa, al gobernador Javier Duarte de Ochoa y secretario Arturo Bermúdez, decir que el asunto de la seguridad es clave en la tranquilidad de los veracruzanos. Y que la policía hoy es la mejor de todos los tiempos. Y que para ello se les capacita, se les acredita y se invierte una pinche millonada en equiparlos.

Pues suena padre. Pero cómo creerles si ve uno las fotos de estos talegudos, bailando, echando desmadre, dándole su fajín a la novia cachonda, un brindis con cheve, otro brindis con whisky.

Pues así cómo no. A los del C-4 y a los de la SSP en Las Choapas les cayeron en el reventón y ahí se les acabó la cuerda. Pero cuántos otros policías no están haciendo lo mismo, sólo que ahí no hay foto. Y sin foto es como si no hubiera ocurrido. Y si no hay nada, ahí siguen aunque la inseguridad cada día esté más cañona.

Porque estos no son hechos aislados. Es el destrampe de policías que usan las instalaciones y los cuarteles para la diversión, el baile y el trago. Y que demeritan a la institución y así no hay quien vaya a confiar en ellos. Por lo menos yo no.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])