Vota o no votar. He ahí el dilema, diría el gran Checspier. O votar nulo, marcando varios emblemas, o toda la boleta, o con una gran leyenda para que el voto sea desechado.
 
Ya no hay más tiempo. El domingo 7, en un par de días, son las elecciones para diputado federal en todo el país. ¿Y saben qué? Qué bueno. Ya me tenían hasta la mother.
 
Un bombardeo con sus spots televisivos y radiales que son cuentos y engaño. Los partidos y los candidatos vendiéndose como la octava maravilla de la naturaleza, creyendo que el pueblo no piensa, que no los ve, que no se da cuenta que si México está así de jodido es por tanto político corrupto.
 
Ya no veo en la tele al PRI diciendo que ellos sí logran que baje la luz. Ajá. Que ellos sí te dan seguridad social porque pagar impuestos es lo mejor para todos. Ajá. Que ellos van a hacer lo que los panistas no pudieron en los 12 años que les tocó gobernar a México. Doble ajá porque ni los panuchos supieron qué hacer con la presidencia ni Peña Nieto da muestra de que vaya a terminar su gestión, con eso de que no hay día que no le tomen una carretera, o que los militares ejecuten civiles, o que los criminales derriben helicópteros del Ejército, o que la gente sea levantada, o que la primera dama sea cachada con sus casitas de 86 millones de pesos que son financiadas por la empresa contratista favorita de el preciso Peña Nieto.
 
Órale pues. Con todo eso, el PRI nos dice en sus spots que ellos sí son unos ChPT —chingones pa’ todo— y que merecen que se le dé el voto. Persígnome y que Dios me agarre confesado.
 
Con los promocionales de los panistas me sentía como en el kinder. Las tres del PAN, decía el spot. Qué pex, güey. ¿A quién se le habría ocurrido semejante jalada? Era puro taco de lengua porque ya estuvieron en el poder dos sexenios y qué hicieron. Sólo autorizar casinos donde lavaban su lana; autorizarse proyectos y obras que ellos construían y que luego dejaban a medias, como la Estela de Luz, que fue programada con un costo y resultó archicarísima.
 
Y los perredistas. Uta pa’ descarados. Los chuchos y la supuesta izquierda entrándole al Pacto por México, de alfombra del PRI, enredados después en los narcogobiernos municipales de Guerrero, en la desaparición de normalistas, en la protección a los cárteles. Y la candidata al gobierno guerrerense que llega a los eventos en helicóptero. Ha de haber nacido en avión o quizá la hicieron cuando sus papás andaban “volando”. O el fraudazo de la línea 12 del Metro en el DF.
 
El Peje con sus rollos populistas, sin salir de lo mismo, lo mismo, lo mismo, lo mismo. Y como disco rayado otra vez nos dice que aquellos son los rateros, los que le roban a México, los que se llevan la riqueza nacional, los que no tienen piedad de los demás, los que provocan la impunidad, los que integran la mafia en el poder.
 
Y muchos le preguntamos: Querido Andrés, ¿y tú de que vives, de cuánto ha de ser tu fortuna para andar de grillo 20 o 30 años? Porque que yo sepa, no das golpe desde que terminó aquella payasada llamada “gobierno legítimo”. Locura legítima con todo y toma de posesión en el Zócalo, con banda presidencial, rodeado de un chingo de tarugos que de veras se la creyeron que tú eras presidente y ellos eran parte del gabinete. Eso sí, apórtenle todo mundo porque el salario del loquito legítimo no podía faltar. Pero se acabó el circo y desde entonces no se sabe de qué vives. Eso, qué bueno eres para engañar.
 
El Partido Verde es la más grande farsa que hayamos presenciado. Es un Club de Tobi. El Niño Verde y los juniorcitos, robando, violando la ley, pasándose al INE por donde no les llega el sol. Los multan y les vale. Vuelven a violar la ley. Y cuando todo mundo espera que les cancelen el registro como partido político, el Tribunal Electoral los encubre porque esa es otra mafia de vejetes corruptos que hasta sus hijos con candidatos de la rapiña verde a diputados federales.
 
El partido de Dante Delgado, Convergencia por la Democracia; el de Alberto Anaya, el Partido del Trabajo, que surgió con recursos que le entregó Raúl Salinas de Gortari; el PANAL, que es obra de la ratota de Elba Esther Gordillo; y esas otras cosas llamadas Humanista y Encuentro Social, que no sirven más que para tener financiamiento público para entretener y hacer la democracia mexicana un bodrio que la verdad, la verdad, dan ganas de volver el estómago.
 
Y yo, como muchos, me pregunto: voto, no voto, voto nulo o de plano les miento toda su mamacita.
 
Con el voto contribuyo a la farsa. Si me abstengo, dejó que el PRI y sus satélites se afiancen en el poder porque con su voto duro, los beneficiarios de los programas sociales federales, les basta para ganar cualquier elección. O anulo mi voto porque ningún partido me convence y a todos los veo como parte de la farsa.
 
El broncón es que algo tengo que hacer. En dos días hay que votar, o no votar, o anular, o ponerle tremenda mentadota en la boleta electoral.
 
Terminó la campaña. Nadie me convenció. Si voto, ellos hacen fraude y yo los legitimo; si no voto, el PRI usa su voto duro y gana; si anulo el voto les mando una señal, pero son tan cínicos que mi señal se la pasan por el arco del triunfo.
 
¿Quéééééééé hacer? Ojalá usted tenga la mejor opción.
 
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