¿Qué le sale bien a Javier Duarte de Ochoa? Nada. Y si no, que le pregunten a Odebrecht, la empresa brasileña a la que le abrió las puertas de par en par en Veracruz y que hoy tiene a su presidente en la cárcel.

Esto parece karma. Sí, eso que resumen como “lo malo que hagas, se te revierte”. Odebrecht ya tenía el complejo Etileno XXI cuando Fidel Herrera era gobernador, pero Duarte le entregó el sistema de agua de Veracruz y Medellín, y la presa hidroeléctrica de Jalcomulco, que no ha iniciado por la resistencia de la población por los estragos que va a causarles en su vida diaria.

Javier Duarte los apapacha, se les tiende de alfombra, los colma de elogios, destaca los proyectos que desarrollan para Veracruz y de pronto, ¡zas!, que le aplican la ley al tal Marcelo Odebrecht, el presidente de la empresa.

El viernes 19 de junio fue un “viernes negro”. Digo, que no han de querer recordar ni Odebrecht en Brasil ni quienes aquí, en México, y concretamente en Veracruz, quisieron decirnos que el constructor era algo así como la octava maravilla de los tiempos modernos.

La justicia brasileña ejecutó acciones y detuvo a Marcelo Odebrecht y otros ejecutivos de la empresa, acusados de saquear a Petrobras, de coludirse con funcionarios de la empresa petrolera, de cobrar de más y de realizar todo tipo de trampas para incrementar sus ganancias.

Se volvió un escándalo mundial porque Odebrecht está metido en todo Latinoamérica, incluido México, llevándose los mejores contratos y manejando inversiones que se leen en miles de millones de dólares.

Pero una cosa es que Odebrecht haga fortuna con actos corrupción y otra que tú, político o gobernante, te eches un clavadito en el mismo lodazal.

Eso pasa cuando quienes gobiernan no leen. Y si leen, les vale lo que se dice de algunos rufianes metidos a constructores. Y eso fue lo que le ocurrió al gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa.

Recuerden aquella foto, en el puerto de Veracruz, en el último piso del hotel Emporio. Dos personajes: Marcelo Bahía Odebrecht y Javier Duarte de Ochoa. Fue tomada en mayo de 2014 y véalos, los dos con una sonrisa de oreja a oreja, como sui tuvieran agarrada a la vida de los pelos.

La publicitó el gobierno de Veracruz en todos los espacios contratados en medios impresos. Destacaban que Duarte se había reunido con el mayor inversionista privado extranjero  en México. ¡Qué emoción, chingá!

¿Qué pasó pues? ¿Saló Javier Duarte a Odebrecht? ¿O es eso que llaman karma, que todo lo malo que se le hace a los demás finalmente se revierte?

Cuando se tomó esa foto, Odebrecht ya tenía broncas en Brasil. Acusaban a esa empresa de formar parte de un grupo que alteraba precios en las obras asignadas por Petrobras, que inflaba los montos, que exigía que le pagaran de más y le autorizaban todo.

Petrobras es la petrolera brasileña de mayor desarrollo a nivel mundial. Tiene capital privado y capital estatal. Por eso se abrieron investigaciones cuando se detectó que los constructores que trabajan para ella se coludían con los funcionarios e incrementaban el costo de las obras.

El asunto es de varios miles de millones de dólares. Se tardaron varios años en indagar y el viernes 19 fue arrestado en Brasil Marcelo Odebrecht, sí, el mismo con el que sale el foto el gobernador Javier Duarte.

Cuando Duarte llegó al gobierno de Veracruz lo de Etileno XXI ya estaba papitas. Eso lo heredó, pero no lo de Jalcomulco y el sistema de agua potable de Veracruz y Medellín. Ahí sí es su responsabilidad.

Odebrecht no es una empresa confiable. Está metida entre acusaciones públicas y líos en los tribunales por prácticas de corrupción. Y nuestro gobernador le abre las puertas de Veracruz para que vengan a saquear.

Muchos de quienes trabajaron en la construcción de Etileno XXI quedaron desencantados. Prometen unos salarios y pagan otros. Hoy tienes trabajo y mañana quién sabe. Es como si las empresas extranjeras de antes de la expropiación petrolera hubieran vuelto.

Hubo mucho trabajo en Etileno XXI pero ya se termina. Cuando le falta un año para que echen a andar las plantas industriales, la inversión no logró relanzar la economía de Coatzacoalcos ni la de Nanchital, donde está edificado el complejo petroquímico, como se había prometido.

Y ahora que el presidente de Odebrecht y varios directivos son aprehendidos por acusaciones de corrupción, muchos no acordamos de la foto del gobernador Javier Duarte con Marcelo Odebrecht.

Es como si le hubiera echado la sal. Es como si el karma de Duarte se hubiera dejado sentir. Lo que aquí se hace, aquí se paga. Y Duarte ha hecho mucho, jodiendo al pueblo. Y ahora el constructor al que le entrega el SAS de Veracruz y la construcción de la hidroeléctrica de Jalcomulco, termina en la cárcel.

Pobre güey. Tan sonriente que se veía en la foto con el gobernador.

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