Maten al mensajero. Sólo eso le faltó decir al gobernador Javier Duarte de Ochoa en su última andanada contra los periodistas, a los que amenaza y les recomienda que se porten bien porque muchos, dice, tienen vínculos con el crimen organizado.

 

Me cae que este Duarte no tiene perdón de Dios. Anda en el ocaso de su patético gobierno, ha sido un remedo de gobernador, está vacío, sin respuestas a la inseguridad que sufren los veracruzanos y todavía se da el lujo de lanzar su sentencia en contra de los mensajeros del reclamo ciudadano: los periodistas.

 

Ellos hablan y dan voz a la gente. Hasta donde pueden, porque el control de la prensa es férreo y sólo unos cuantos se salvan, difunden los problemas y las demandas de la sociedad, y su labor llega a ser titánica y no exenta de peligros.

 

Y de buenas a primeras sale Javier Duarte con que algunos periodistas tienen ligas con los malandros. Y, dice, sobre aviso no hay engaño. ¡Plop!, diría Condorito.

 

“Pórtense bien”, dijo el gobernador a un grupo de periodistas con los que se sentó a comer en Poza Rica, en la reunión para celebrar la Libertad de Expresión.

 

Les dijo que se portaran bien en abono de sus familias y porque si les pasa algo, al que crucifican es a él.

 

Aseguró que el crimen organizado tendía puentes hacia distintos gremios, entre ellos los abogados, funcionarios públicos, policías, empresarios y periodistas.

 

“Algunos de los colaboradores, trabajadores de los medios de comunicación, también están expuestos a estas situaciones”, dijo el gobernador Duarte.

 

Y después la frase que prendió focos rojos: “Pórtense bien, todos sabemos quiénes andan en malos pasos. Dicen que en Veracruz sólo no se sabe lo que todavía no se nos ocurre.

 

Todos sabemos quiénes de alguna otra manera tienen vinculación con estos grupos… todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa… pórtense bien, por favor. Se los suplico”.

 

¡Sopas! Eso es una acusación directa, una amenaza de que varios irán a la cárcel porque, según Duarte, andan enredados con los malandros.

 

Duarte dice que hay periodistas que cuando ocurre una acción contra la delincuencia organizada, se convierten en sus voceros.

 

Ah, chingá. Esa no me la sabía. Yo sabía que la prensa tiene la obligación de informar de manera imparcial. Debe resumir los hechos y documentar lo que ocurre. Y darle voz a todos. Pero de ahí a que sólo se deba difundir lo que dice el gobierno, eso me suena a dictadura.

 

Si los malandros colocan una manta en un puente o en una calle, la obligación de los medios de comunicación es decir que apareció una manta. Ya cada medio determina si cita el contenido del mensaje o lo mantiene en reserva.

 

Si detienen a un narco, los medios lo publican. Pero si el abogado de ese narco realiza declaraciones, hay que publicarlas. Si una persona es detenida y admite que es cómplice del crimen organizado, así se difunde.

 

Pero si los familiares acusan que fue objeto de tortura policíaca para incriminarse, también hay que decirlo. A eso se le llama objetividad.

 

Eso no hace cómplice de nada al periodista y también es reprobable que el gobernador ande con amenazas para actuar contra algunos integrantes de la prensa.

 

Si Javier Duarte tiene pruebas de los vínculos de algunos periodistas con la delincuencia, que proceda legalmente. Y si no, que se calle. Pero que no ande con amenazas que nadie le va a tolerar.

 

Sale con que “todos sabemos quiénes andan en malos pasos”. Y con que “todos sabemos quiénes de alguna otra manera tienen vinculación con estos grupos… todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa… pórtense bien por favor, se los suplico”.

 

No, no,no. A este cuate le hizo mal la comida. Pues si lo sabe, que actúe, que instruya a la Fiscalía de Veracruz. Y si no va a hacer nada, que se reserve sus amenazas.

 

Javier Duarte se lleva bien con una parte de la prensa. A los periodistas que no controla, los detesta. Pero si por él fuera, los quemaba en leña verde a todos.

 

No le gusta la crítica. Tampoco sabe cómo enfrentarla, ni es autocrítico y cuando le tocan un asunto delicado, en vez de corregir, más se encaja.

 

La prensa le incomoda. Avisa que va a haber cárcel para los que, dice, tienen vínculos con los malandros. Pero si por él fuera, los aniquilaría parejo.

Por eso les digo que sólo le faltó expresar: maten al mensajero.

 

Si eso ocurre, estará feliz.

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