Malas mañas las del Gato Seco. Sí, apenas le dan una untadita de poder y se vuelve el Gato Loco. Y le da por pedir favores que no devuelve, por pedir servicios que no paga y por usar el nombre del alcalde para sacar provecho, que legalmente se tipifica como tráfico de influencias.
Wow. Dice el refrán: “Dale poder al hombre y lo verás enloquecer”.

Y así le pasa a Agustín Hernández Monroy, secretario del ayuntamiento de Agua Dulce, de quien medio pueblo habla feo y la otra mitad habla peor.

La última es la de la Cruz Roja. Pedía y pedía servicios, diciendo que era onda del presidente municipal, Daniel Martínez, que requería que la Benemérita atendiera enfermos o que pusiera las ambulancias a punto porque a ellos quién les puede negar algo.

Los de la Cruz Roja primero cayeron en el cuento. Pues si lo pide el secretario del ayuntamiento, pues sí es verdad.

Después se dieron cuenta que les había tomado el pelo, que era el clásico abusivo que te sorprende porque te sorprende, y se la crees hasta que te das cuenta que el león no es león sino gato seco.
Un día trasladaron a un paciente a La Venta, Tabasco, a petición de Hernández Monroy, y dijo que él apoyaría con el gasto de combustible. Salió con su embajada. Les entregó un suculento vale de gasolina de 300 pesotes.

Resultó que el enfermo era pariente de la esposa del secretario del ayuntamiento y eso ya suena a abuso. Por un lado saca ventaja para los familiares y por otra no paga y sólo entrega un vale de gasolina que resultó una verdadera burla.

Otra vez pidió la ambulancia para mover a un menor que sufrió una caída en el campo de softbol Narciso Mendoza. Lo hicieron. Aún debe el servicio.

Un día, su sobrina estaba en el gimnasio Osvaldo Sánchez mientras se celebraba un evento de la iglesia católica. Se sintió mal. Requirieron que llegara la Cruz Roja y así lo hizo. Pero en ese momento ocurrió un accidente en la carretera. La única ambulancia con que cuenta la Cruz Roja se tuvo que trasladar a atender el caso en la carretera, pero se quedó personal capacitado para ver lo de la sobrina del secretario de ayuntamiento de Agua Dulce, quien presentaba insuficiencia respiratoria.

Pues se indignó. Reclamó el Gato Seco que la ambulancia no se debía mover y que si la Cruz Roja se alquilaba, ahí debía permanecer.

Fue la gota que derramó el vaso. La Cruz Roja expresó que la iglesia no la apoyó con nada, que no tenían oxígeno disponible, que rellenar los tanques le cuesta 10 mil pesos y que no tenían el apoyo del ayuntamiento. El Gato Seco, por su parte, maltrató al personal de la benemérita institución, lo que ya no le aguantaron.

Hernández Monroy alardeó que él le entraba a la coperacha para que la Cruz Roja tuviera el oxígeno que se necesita cuando se atiende una emergencia. Les dio fecha, que el día 14, en quincena. Pero a medio camino se retractó.

Ahora sin explicar qué onda, sale con que no aportará nada. No dice por qué. Nada más dice que no.
Anda enchiladito el Gato Seco. Cuenta que las cosas no son como se publicaron, que no anden metiendo a su familia, que la del problema de salud no era su sobrina. Y de ahí se agarra para no aportar lo del oxígeno para la Cruz Roja.

Amenaza con no volver a tratar nada, en lo personal, la Cruz Roja mientras sea secretario del ayuntamiento.

A ver. Este vato no tiene idea de lo que es el servicio público. Le guste o no, se muerda un cacahuate o no, le duela la muela o no, si tiene que tratar con la Cruz Roja, lo tendrá que hacer.

 Para eso está. Para eso le paga el pueblo. ¿O no sabe lo que es el incumplimiento del deber legal?
Ya la Cruz Roja lo puso en su lugar. Cursó un oficio al alcalde Daniel Martínez donde pone en claro que muchos de los servicios los solicitaba usando el nombre del presidente municipal, y que los pagaba con vales de gasolina de 300 pesos, si acaso, o de plano ni los pagaba.

Ah, qué Gato Seco. No cambia. Siempre salvando el pellejo. Siempre llevándose la mejor parte. Recuerdo aquel robo a Banamex, el 28 de octubre de 1992. Era el comandante de policía.

Dieron aviso y llegaron algunas patrullas. Él se dirigió a lugar pero no se le vio ahí. Se había metido en un negocio que estaba a punto de bajar sus cortinas, cerca de la pastelería de “Don Chente” y se refugió.

Murieron dos policías y Hernández Monroy ni sus luces. Luego se presentó como el superpolicía queriendo adjudicarse la detención de la banda. 23 años después sigue igual, sacándole provecho a todo.

Y ahora, el Gasto Seco contra la Cruz Roja. Malísima onda.
 
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