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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Son angelitos de Tránsito mordelones

21/07/2015 09:03 a.m.
¡Súper! Los ángeles ya están con nosotros. No son güeritos, de cabello lacio, de túnica blanca y con su haz luminoso que los rodea. Estos son otros. Visten uniforme, algunos con sobrepeso, los encargados de hacer que la vialidad esté de rechupete en nuestro Veracruz.
 
Sí, nuestros ángeles son los agentes de tránsito.
 
Así nos los presenta el director de Tránsito en Veracruz, Edmundo Martínez Zaleta, quien los exalta y los describe como una chingonería con grado de excelencia, que ahora ya no nos roban, que son inmunes a la mordida, que aplicarán el reglamento de la A a la Z, de pe a pa, con sus puntos y sus comas.
 
Y todo porque ellos son muy celosos de su deber, como decía El Comanche de los Beverly de Peralvillo, del que se han de acordar los antiguos y uno que otro chavo que ve programas de la televisión de los años 70.
 
Y nosotros, seguro que le creemos.
 
Martínez Zaleta dice que ahora sus angelitos viales ganan lo suficiente para llevar una vida con decoro. Ganan bien y no tienen por qué incurrir en actos de corrupción.
 
Antes, incluso cuando él era director de Tránsito en otros gobiernos, sí había corrupción. Martínez Zaleta lo admite. Se les pagaba poco y le entraban a la mordida.
 
Pero él no. Él, dice, es la más viva expresión de la pureza. Él no le pide un centavo a ningún delegado, ni hay delegado de Tránsito que le envié su cuota. Asegura que tampoco le da lana al secretario de Seguridad Pública y que el tal Arturo Bermúdez no le pide ni le exige que se caiga con el entre mensual.
 
Y en medio de esa familia de ángeles y arcángeles, todos tocados por la luz divina, sólo falta Dios.
 
Martínez Zaleta sale con que el nuevo reglamento de Tránsito, que se comenzará a aplicar el 20 de agosto, es algo poca madre. Sí, las multas son altas, pero no hay que pagarlas. ¿Cómo? Pues sí, no las pagarán quienes no cometan infracciones. Así lo dice.
 
No, pos así sí. Eso es como los mexicanos que no van a pagar deuda con el banco porque nunca les han autorizado un crédito, o los que no le deben al IMSS porque no están afiliados, o los que no pagarán la entrada al cine porque no van al cine.
 
Martínez Zaleta se pasa. Su lógica es para reír. No pagarán multas quienes no infrinjan el reglamento de Tránsito. Y por qué mejor no reconocer que las multas fueron desproporcionadas, que hay apartados que son arbitrarios porque no se consultó a la sociedad, que se pretendió sancionar las marchas y manifestaciones, violando la garantía constitucional de libertad de expresión y reunión, o sancionar a quien después de las seis de la tarde, aunque haya luz de sol, no prenda los faros del vehículo.
 
El reglamento de Tránsito está mal, es desproporcionado, va contra la economía de los veracruzanos y lejos de pretender regular la vialidad, su intención es convertirse en el instrumento para recaudar millones de pesos para el gobierno estatal. Eso hasta un ciego lo ve.
 La perorata de Zaleta puede explicarse porque el señor habla como si el centro geográfico donde se ubica el poder, el centro de la capital Xalapa, fuera como todo Veracruz.
Los funcionarios del gobierno duartista andan mal. Viven en una burbuja. Cualquiera que viaje a la capital del estado se dará cuenta que en el centro de Xalapa se vive una realidad muy diferente a la de los más de 200 municipios del estado. Agentes de tránsito en cada esquina, bien uniformados, los que pocas veces detienen a algún infractor y las más de las veces se les observa controlando la vialidad porque la estrechez de las calles xalapeñas y el gran número de automóviles provocan frecuentes embotellamientos.
 
En las calles del centro de Xalapa y en sus principales avenidas, no pasarán más de cinco o diez minutos en los que sean vistosos los patrullajes de la Fuerza Civil, con sus elementos, uniformados, fuertemente armados, tipo Rambo.
 
Pero Xalapa es una excepción. El resto de Veracruz es la jungla. Los agentes de Tránsito no muerden, no, para nada, sino que roban y asaltan, dejándose pedir sumas estratosféricas.
 
En Coatzacoalcos, por ejemplo, sin una pizca de vergüenza se les observa diariamente y en grupo llegar a los mejores restaurantes donde desayunan, comen y cenan. ¿Tanto les permite su decoroso salario? Y qué decir de los autos que manejan, la ropa que visten, las casas en que viven, los colegios particulares a los que envían a sus hijos.
 
Ah sí, es con el producto de su salario y de sus ahorros. Claro, a ellos la Ley Antimordida les hará lo que el viento a Juárez. No muerden, no atracan, según el director de Tránsito, Martínez Zaleta.
 
Qué padre. Son angelitos, hermanitas de la caridad, santos de carne y hueso. Ellos no se venden, ni se corrompen. Los malos somos nosotros, a los que nos aplicarán el reglamento de Tránsito porque al gobierno de Veracruz le urge el dinero.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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