Sacúdanse, despierten, pónganse las pilas. Sí, a ustedes. Sí a los campesinos y asambleas ejidales les hablo. ¡Aguas! Mucho cuidado que se avecina una serie de movimientos con la tenencia de la tierra, con la codiciosa intención de pseudo empresarios, políticos y funcionarios para saquear de nueva cuenta a los campesinos.
 
Ojo de águila con lo que viene. La reforma energética también tiene carácter expropiatorio, con sus supuestas bondades, pero tajante cuando en los terrenos del campesino o del ganadero halla petróleo o gas.
 
Y aplíquense, mis valedores, porque en el jardín merodean los lobos, las hienas, las aves de rapiña, los ratones, las víboras y las tepocatas, parafraseando al filósofo Vicente Fox.
 
Quieren apoderarse de las tierras de los campesinos con información privilegiada, con datos precisos, sabiendo dónde hay petróleo o gas, teniendo la certeza de que en un terreno equis habrá un pozo, y ese pozo producirá petróleo y un porcentaje de las utilidades que genere.
 
Las Choapas, Agua Dulce, Moloacán, entre otros municipios del sur de Veracruz, son de los lugares donde se darán esas expropiaciones para que el petróleo y el gas sea explotado. Y eso implica dos cosas: que al campesino le den su lana y le digan que se dedique a otra cosa, y que a partir de ahí reciba un porcentaje por lo que Pemex y/o las compañías privadas logren extraer.
 
Habrá quienes digan que ya la hicieron. Razonemos: si hay indicios de que en el terreno del campesino se esconde un mar de petróleo, chido, que empiece la perforación. Los indemnizan y a cobrar entre 0.5 y 3 por ciento del gas que se produzca, o entre el 0.5 y el 2 por ciento del petróleo explotado.
 
El asunto de las expropiaciones de tierra es un capítulo de la reforma energética de Peña Nieto que va a provocar conflicto. Y digo conflicto porque habrá quien esté a favor y habrá quien lo vea como un despojo.
 
No se necesita ser adivino para advertir otro gigantesco atraco. Lo que debería ser buenas noticias para miles de familias campesinas, derivado de las “bondades” de la reforma energética, que ahora obligan a que el gobierno o a quienes en adelante exploten las riquezas del subsuelo compartan las ganancias con los dueños de esas tierras, pueden convertirse en una pesadilla, si se toma en cuenta que la información de qué zonas tienen bajo su suelo yacimientos petrolíferos o minerales, ya está en manos de funcionarios y políticos. Siempre tan codiciosos, siempre tan dispuestos a lucrar con el más indefenso.
 
En Las Choapas como en los diversos puntos del país, la compañía Comesa se dedicó a perforar pozos para detectar dónde hay petróleo. Lo hizo en diferentes ocasiones, cumpliendo con los contratos que Pemex le otorgaba. Y se supone que halló yacimientos.
 
Los funcionarios de Comesa, funcionarios de Pemex y muchos políticos tiene información de los pozos que serán explotados para extraer petróleo. Y saben también en qué terrenos se encuentran.
 
Y por eso les digo que se pongan avispas. A los campesinos y ganaderos pretenderán comprarles su tierra a precio de miseria. Y a quienes se resistan les van a apretar las tuercas para aflojen el cuerpo y se pongan suavecitos.
 
Los que tiene esa información confidencial saben lo que realmente valen las tierras donde ha trabajado Comesa, donde hay petróleo y que serán susceptibles de expropiación.
 
Si el campesino se atepereta, seguramente va a vender su tierra a precio de regalo, malbaratándola, y después va a llorar. Y quienes las compren se van a quedar con la indemnización que pagará el gobierno y después con el porcentaje de las utilidades que produzca cada pozo.
 
Por eso les digo: pónganse las pilas, abran los ojos, no se dejen engañar, que de esa clase política y sus beneficiarios, nada bueno puede esperarse, pero lo que sí es de suma importancia, indispensable, es que las asambleas ejidales se organicen, se informen y se preparen para defender sus tierras y capitalizar lo que tanto enarbola la reforma energética, lo que supuestamente les beneficia.
 
Las hienas están al acecho. Quieren comprar barato y luego vender a precio de oro.
 
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