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Juan Ciudadano

Los Gobernados

También en la iglesia están los gays, señor obispo

24/07/2015 08:35 a.m.

Leo y re leo. Le doy vueltas. Intento explicármelo. Y termino como Quico, con un “me doy”.
 
Dice el obispo Luis Felipe Gallardo Martín del Campo que los gays están en todos lados, en los medios de comunicación, entre los políticos, en el mundo del espectáculo, pero sin reconocer que tienen preferencia por personas de su mismo sexo. O sea, están en el closet y no quieren salir de él.
 
Pues sí y no. O mejor dicho, sí los hay y no sólo entre los periodistas, los políticos y la farándula. Los hay médicos, abogados, ingenieros, futbolistas, petroleros, maestros, ambientalistas, empresarios, militares, navales, ricos, pobres, varones, damitas, jóvenes y viejitos.
 
Ser gay no es un pecado y hay que ser respetuoso de su decisión de manifestarse como lo que son. Gay o lesbiana, bisexual o transexual, transgénero, travesti o intersexual, no debe ser objeto de inquisición alguna ni que se les estigmatice.
 
Las leyes así lo establecen y así han ganado espacios en la sociedad, aunque a muchos les incomode, les irrite, los enchile y les encabrone.
 
Ellos tienen sus derechos reconocidos y lo menos que exigen es respeto y tolerancia.
 
Pero como en todo, hay gays tranquilos, mesurados, de vida ejemplar, que se ganan el aprecio de quienes los rodean. Otros son extrovertidos, a veces escandalosos y algunos más que eso. Y también entre los heterosexuales hay gente difícil de tratar. A esos, sean o no gays, es complicado aguantarlos.
 
Lo que no se vale son las intolerancias, ni de un lado ni del otro. Ni la de algunos sectores de la sociedad contra las personas con preferencias sexuales distintas, ni las de los gays hacia quienes no comulgan con su forma de ser, y que a la primera crítica se dicen víctimas de discriminación.
 
En una democracia caben todas las expresiones. Y lo mejor es el respeto hacia los demás. Pero también se puede disentir. Los gays pueden señalar que los heterosexuales están equivocados en forma de comportarse y los heterosexuales pueden decir que no aprueban la vida de los gays. Y ninguno, por el simple hecho de no estar de acuerdo con la contraparte, debe ser objeto de censura.
 
El Papa Francisco dice que él no es nadie para condenar a las personas con preferencias hacia su mismo sexo. La iglesia católica pregona que respeta que hayan decidido ser gays pero no sus prácticas.
 
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado que es válido el matrimonio entre personas del mismo sexo. En algunos lugares es válida la adopción de menores por parte de una pareja gay.
 
El fallo de la Corte provocó una confrontación con la jerarquía católica, que en años no había emitido una condena pública como lo hizo hace algunas semanas.
 
Este sábado 25 están convocados los católicos a una marcha para repudiar la determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. A su vez, los integrantes de las organizaciones lésbico-gay-bisexuales-transexuales-transgénero-travesti-intersexual, lanzan un llamado a la sociedad para no acudir a la movilización.
 
Y en esas andaban cuando el obispo de Veracruz, Luis Felipe Gallardo Martín de Campo, sale con que gays hay hasta donde menos se espera, en los medios de comunicación, entre los gobernantes, entre los artistas.
 
Es cierto y nadie se espanta. Sólo unos cuantos lo aceptan. La mayoría callan y se mantienen agazapados en el clóset, creyendo que si reconocen lo que son el mundo se va a derrumbar.
 
Hay gays en todas partes. También en la iglesia católica, donde las prácticas de los homosexuales son consideradas pecado.
 
Ha habido seminaristas de quien se sabe que batean pa’ tercera y se les ha ordenado sacerdotes. Ha habido obispos de los que se conoce su homosexualidad. Y eso, según sus preceptos, es pecado. Y ahí siguen, sin que la iglesia los condene o que les convoque a una marcha para que los feligreses los quemen en leña verde.
 
Pero hay otros que han incurrido en cosas aberrantes. Ahí está Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, que resultó pederasta, padre un buen número de niños, faltando al celibato y violando las férreas normas que conforman la estructura del catolicismo.
 
Sí, hay gays en el periodismo —yo no, que conste—, entre los políticos, entre los artistas, los abogados, los médicos, los arquitectos, los militares, los navales, los empresarios y en todos los sectores de la sociedad, incluida las iglesias.
 
Lo que yo digo es que hay que ser tolerantes, de un lado y otro, de lado de los heterosexuales y de lado de los gays. ¿O no, señor obispo?
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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