¿Y nosotros por qué? ¿Y nosotros por qué tenemos que ser quienes paguemos las los disparates del gobernador, sus delirios, la ocurrencia de promover a “sus candidatos”, los que Javier Duarte de Ochoa cree que le pueden garantizarle impunidad y continuidad en el poder.

Sí, y digo nosotros, porque no sale del bolsillo del señor Duarte, ni del de Karime, su esposa, ni del de su mamita y sus hermanos, sino del pueblo, que somos todos, y que con nuestras contribuciones al estado de Veracruz pagamos esta nueva chifladura del gobernador.

Despilfarra en las campañas adelantadas de Héctor Yunes y Gerardo Buganza, pese a que tiene a Veracruz hundido en deudas y fraudes. ¿Y saben de dónde sale ese dinero? De las arcas estatales, o sea del dinero de los veracruzanos.

Uffff y recontra ufff. Qué chido y qué canijo el gobernador. Veracruz en la quiebra total, debiéndole a todo mundo, a los constructores y a los proveedores, a los bancos y a los municipios, a los pensionados y a los hoteleros, y Javier Duarte tirando la casa por la ventana para inflar a sus gallos a la candidatura del PRI.

¿Dije gallos? No, no, no. Sus gallinas, un par de políticos arribistas y oportunistas que no le dan agua al pobre.

¿Dije políticos? No, no, no. Ni Héctor Yunes ni Buganza son políticos. Son grillos que hace tiempo están enchufados en el gobierno, pegados a la ubre de la vaca, viviendo del dinero público.

Entonces, pues, ni gallos ni políticos. Son gallinas y grillos que sirven a los intereses de quien hoy manda en Veracruz.

Javier Duarte está centrando su proyecto político en ambos. Quiere que uno y el otro le garanticen la sucesión, que le tapen sus raterías, que no investiguen los grandes fraudes que se han cometido en el sexenio actual, que no toquen el asunto del endeudamiento y que no investiguen dónde fueron a parar los créditos con los que Veracruz pasó de una deuda de 3 mil 500 millones de pesos a 40 mil millones de pesos.

Javier Duarte vio quedarse en el camino a personajes cercanos, a gente de su círculo íntimo, a sus hombres de confianza, que se despeñaron cuando iniciaba el sexenio y en los que cifraba su esperanza de imponer al sucesor.

El gallo de Javier Duarte era Salvador Manzur, ex alcalde de Boca del Río y ex secretario de Finanzas del gobierno de Veracruz. Pero lo pescaron en un video dando instrucciones de cómo lucrarían con los recursos y programas federales, y se le acabó la cuerda.

Pero Manzur cayó y no pudo reponerse. Lo mantuvieron congelado y regresó sólo para cobrar como delegado de Banobras, pero no volvió a despuntar.

Javier Duarte nunca pudo encumbrar a nadie más. Y le pasó como aquel del cuento: como no encontró a Cerón, me llevó a este pelón. Y el pelón es Héctor Yunes.

Héctor Yunes es su gallo. Sí, el mismo al que le jugó chueco en 2010, al que Fidel Herrera le quitó el derecho de participar en la contienda interna, hoy es el gallo del gobernador.

Héctor Yunes tiene a su disposición el aparato de gobierno estatal. La prensa del gobernador lo elogia como si ya fuera el candidato. Los funcionarios van en masa al llamado del senador Héctor Yunes. El derroche se ve por todas partes. Es lo que los priístas llaman la cargada de los búfalos.

Lo que está por verse es si el presidente Enrique Peña Nieto, su equipo cercano y el PRI nacional, conciben la sucesión veracruzana como Javier Duarte y si Héctor Yunes es el gallo.

El otro gallo —o gallina— es Gerardo Buganza, ex secretario de Gobierno y ex secretario de Infraestructura y Obras Públicas, originario de Córdoba, donde se crió el gobernador, de todas sus confianzas, pero al que los priístas no tragan ni con soda ni con agua de coco.

Buganza fue panista. Ahora despotrica contra el PAN. No llegó a ser priísta y también se la raja al PRI. Se postula como independiente sin que haya quien vea que esa candidatura pueda servir de algo.

Pero eso al gobernador le vale un pito. Tiene las arcas abiertas para promover una candidatura condenada al fracaso y destinar recursos, personal, promoción en espectaculares, publicidad en medios de comunicación.

Lo de menos es que lo haga. Lo pinche es que seamos los veracruzanos los que tengamos que pagar con nuestros impuestos, con nuestras contribuciones, los pensionados con sus aportaciones, los hoteleros con el impuesto turístico, los proveedores y constructores con el dinero que les adeudan, que el señor gobernador ande caliente promoviendo a sus gallos, que más bien parecen gallinas.

No se vale. Y con cargo a nosotros, menos

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