Oh sí. A este güey, digo, regidor, alguien no le platicó cómo es la estructura institucional, los deberes del servidor publico, la transparencia en los tiempos actuales y el deber —sí, con mayúsculas, EL DEBER— que tienen los gobernantes de informar al pueblo porque el pueblo, sí, el pueblo, es el que les paga el salario que perciben.
 
Nuestro personaje de hoy es Juan Crisóforo González Ramírez, regidor con la comisión de salud en el ayuntamiento de Agua Dulce. Hay que escucharlo para darse cuenta que el tipo en algún lugar, en algún tiempo, en alguna dimensión se nos perdió.
 
Desconoce Juancris que el regidor, como el síndico, como el alcalde, como el diputado, como el senador, como el gobernador, como el presidente y como todos los funcionarios públicos, tienen la obligación de ser transparentes, de informar, de cumplir con el trabajo que desempeñan y rendir cuentas a un pueblo al que se deben.
 
Pero no. Y ahí va Juan Crisóforo, se resiste a hablar, toma actitud de perdonavidas, se pone sus moños como si fuera la muñequita del pastel y dice que tan bien jodidos, que él sólo tiene un jefe, qué digo jefe, dueño, qué digo dueño, amo, y que ese personaje es, tarán, tarán, nada más y nada menos que Juan Nicolás Callejas y Arroyo.
 
¿Juan Nicolás Callejas “y” Arroyo? Ah, chingao, a ese no lo conozco.
 
Yo conozco a Juan Nicolás Callejas Arroyo, sin la “y”. Pus ni que fuera marqués o duque, príncipe o reyecito, de algún cuento de los tiempos de la caballeresca, así como Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, u Orlando el Furioso.
 
Éste no. Juan Nicolás Callejas Arroyo no es más que el cacique de los maestros en Veracruz, el Elbo Esther en tierras jarochas, el que se come las cuotas sindicales, los negocios que le deja el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la lanota que le pasa el gobernador por pastorear a los diputados del PRI en la Legislatura del estado.
 
Este Juan Nicolás Callejas Arroyo, sin la “y”, es el que Juan Crisóforo dice que es su verdadero jefe, al único que le informa sobre sus funciones en la comisión de salud. “Yo sé que tengo un jefe que a la buena y a la mala me va a apoyar, que es Juan Nicolás Callejas ‘y’ Arroyo”, sentencia.
 
¡Ah chingá! Ya me imagino a Juan Crisóforo en interminable audiencia informándole al viejito Callejas sobre lo poco que hace como regidor. Seguro que Callejas va a disculparse con el gobernador Javier Duarte o con el secretario Chuayffet porque antes que a ellos va a tener que atender al Juancris.
 
Y eso de que “a la buena y a la mala”, me sonó como “a ver cómo le hace el cacique pero o me apoya o me lo reviento”. Eso es retarlo, usarlo y ningunearlo. O lo apoya por las buenas o lo apoya por las malas. ¡Sopas! pobre Callejas. Ya encontró la horma de su zapato.
 
La realidá, como diría Wisin, el de Wisin y Yandel, es que el tal Juan Crisóforo sólo vegeta en el ayuntamiento de Agua Dulce. De sus comisiones ni habla porque no sabe. Dice que vayan a preguntarle a los directores de área, a los que traen el pulso de las broncas, porque él sí le da jugada a los funcionarios.
 
Ni mais. No es por eso. No informa porque no tiene qué decir. Si es un asunto de salud, de obras públicas, de la hacienda municipal, lo relacionado con sus comisiones, que hablen los demás. Él, como dice el dicho, pico de cera.
 
A Juan Crisóforo ni quien lo pueda ver en su regiduría, pero qué tal en los restaurantes, haciendo relaciones públicas, en pleno horario de trabajo. Gozando la beca, mi regidor, gozándola.
 
De lo suyo no habla. Ahí está el caso de los perros callejeros, que si no es por el esfuerzo de las asociaciones protectoras de animales, el problema sería mayor.
 
Ahí está el asunto de la nómina, donde hay personajes que cobran una lana por ser asesores o enlace de gobierno. Es imperdonable que siendo regidor con la comisión de Hacienda se preste a semejante atraco pues si algo agobia al ayuntamiento de Agua Dulce es el gasto excesivo en salarios.
 
Pero lo peor de todo es que diga que su jefe es el cacique Juan Nicolás Callejas y no el alcalde de Agua Dulce, Daniel Martínez, a quien día que pasa, día que lo ningunean.
 
Y peor que no sepa que sea el servidor público que sea, regidor, síndico, alcalde, diputado, senador, gobernador, presidente, o los funcionarios de cualquier instancia de gobierno, el verdadero patrón es el pueblo. Ellos son mandatarios, pero el mandante es el pueblo que con sus contribuciones y con sus impuestos les paga el salario que gozan y disfrutan.
 
Ojalá lo entienda Juan Crisóforo. Callejas es un cacique que algún día se irá. El verdadero mandón es el pueblo y a él le tiene que informar. Son las cosas de la transparencia y de la rendición de cuentas.
 
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