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Juan Ciudadano

Los Gobernados

Duarte, otra vez al banquillo de los acusados

31/07/2015 08:31 a.m.

No se diga más. En tiempos de veda electoral nadie puede publicitar acciones de gobierno. Ningún gobernante lo puede hacer. Nadie puede y nadie debe, pero Javier Duarte de Ochoa sí lo hace. Y por eso se ha llevado su segunda sanción.

Esto es cuestión de reincidencia. Sí, de violar la ley de nueva cuenta, cuando se suponía, sí, se suponía que el gobernador tenía claro qué se puede hacer en tiempos de elecciones y qué no.

Pues que el Instituto Nacional Electoral se la vuelve a aplicar porque el señor Duarte hizo publicar una gacetilla en un periódico del DF donde difundió lo que dice que hace a favor de Veracruz. O sea, publicidad en tiempos prohibidos.

En un principio, la Comisión de Quejas y Denuncias pidió al gobernador tomar medidas cautelares para evitar que se publicara información que promocionara acciones de gobierno en periódicos de circulación nacional.

Duarte recibió la notificación pero la ignoró. Le valió, dirían los chavos. La información sobre las acciones de su gobierno salió publicada y consecuentemente vino la queja.

Las medidas cautelares fueron insuficientes, dijo el consejo general del INE, y ante la actitud de Javier Duarte se notificará al Congreso de Veracruz para que aplique la sanción que crea conveniente.

Esa es la parte chusca. Si lo dejan a criterio de los diputados locales, sobre todo los priístas y sus allegados, que son mayoría, entonces la sanción será como para morir de risa.

Recordemos. En 2012, Javier Duarte asistió a un evento de campaña de Enrique Peña Nieto, en día hábil, en horario de trabajo, supuestamente con un permiso laboral. Dos años después, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que había incurrido en una violación a la ley. Lo de su supuesto permiso no lo creyó nadie y, aun si lo hubiera tramitado, el Trife dijo que era día hábil y él estuvo ahí sin perder su condición de servidor público.

El Trife notificó al Congreso estatal, conminando a los diputados locales a establecer la sanción. Estos decían que no, que no era su facultad, que la ley no lo contempla, pero al final se aventaron la mejor puntada de lo que va del sexenio duartista. Lo sancionaron con 31 mil pesos.

No se rían, es verdad. La pinche bancada priísta salió con una ridícula sanción de 31 mil pesos que por poco mata de risa a Javier Duarte. Es como quitarle un pelo a un gato. 31 mil pesos se los roban en una hora los funcionarios de gobierno. El mismo Duarte decía que si querían les pagaba 10 multas de esas por delante y que lo dieran por super reincidente.

Con ese antecedente, las restricciones de la nueva ley electoral valen pa’ una pura y celestial madre, sobre todo porque en el caso de los gobernadores, quienes los deben sancionar son los diputados de la legislatura estatal y resulta que éstos son sus empleados o le deben al gobernador en turno la diputación.

Lo de Javier Duarte es una reincidencia. Viola la ley una vez y lo vuelve a hacer. Ah, y si tiene chance, lo hará de nuevo. Es su naturaleza. No respeta ninguna restricción.

Que Javier Duarte vaya a un evento de campaña en horario de trabajo, aunque supuestamente haya pedido permiso, todo por estar al lado de Enrique Peña Nieto, o que difunda acciones de su gobierno en plena veda electoral, es lo menos importante aunque no por ello debe dejar de ser sancionado.

Lo cañón está en todo aquello que la ley prohíbe y que lo hace por debajo de la mesa. Desvía dinero del erario para las campañas del PRI, usa a la burocracia estatal y municipal para promover el voto, mediante los programas sociales obliga a las clases más necesitadas a votar por los candidatos priístas. Eso sí amerita una sanción mayor, pero ahí no le entra ni el INE, ni antes el IFE, ni el Trife.

Y para acabarla de recontrajoder, el INE notifica al Congreso de Veracruz para que sean los diputados locales, o sea los empleados de Javier Duarte, quienes le determinen la sanción.

Por eso el consejero Javier Santiago Castillo apunta que la notificación se le debió correr al Congreso de la Unión, no al de Veracruz, porque la violación de Duarte fue en el proceso electoral federal. Y tiene razón.

Como sea, Javier Duarte volvió al banquillo de los acusados. Es reincidente, un mal ejemplo, un gobernador que no respeta la ley. Y eso es más, mucho más grave, que la ridícula sanción económica que le se le pueda aplicar.

El golpe es político. Y ese duele.

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