De lengüita se comen un plato. Qué verbo el que se trae el procurador estatal del Medio Ambiente, que nos habla de limpiar los ríos, de otorgar premios a empresas comprometidas con el entorno ecológico y de planes conjuntos con los ayuntamientos para atender el problema de las aguas negras.
 
Y si fuéramos reteharto ingenuos, segurísimo que le creeríamos. Pero no lo somos y para que le creamos se necesita ver acciones, muchas acciones a favor del medio ambiente. Y algo más: congruencia para no caer en la demagogia.
 
Les explico: Dalos Ulises Rodríguez Vargas, el procu, nos echa el cuento de la lucha por la ecología y su subdelegado en el sur de Veracruz, Rafael de hombre López, renta su rancho para usarlo como basurero a cielo abierto.
 
¡Ups! Qué contradicción. El jefe hablando de limpiar ríos y el empleado contribuyendo a que la basura sea depositada en un rancho donde, de paso, contamina un arroyo y provoca que los animales de los ganaderos comiencen a morir.
 
Rafael de Hombre hace todo lo contrario y no solo omite cumplir con su deber en la defensa del medio ambiente, sino que participa con la renta de su rancho en Moloacán para que, sin estudio de impacto ambiental de por medio, sean arrojados allí miles de toneladas de desechos que terminan contaminando un arroyo que alimenta a flora y fauna de tres municipios de la región —Las Choapas, Moloacán y Agua Dulce—.
 
Debe ser un negocio de muchos ceros para que hasta las autoridades ambientales tanto del estado como federales se hagan como el tío Lolo en el espinoso asunto, solapado, claro está, por el aspirante a gobernador del estado, el senador Héctor Yunes Landa. Dios nos agarre confesados.
 
Dalos Ulises Rodríguez tiene una labia de poca. Habla como un experto. Yo lo recuerdo como diputado local, achichincle de Carlos Brito, un levantadedos como hay muchos en este país.
 
Y de pronto se vuelve procurador del Medio Ambiente. Y claro, a inventarse a sí mismo, a aplicar programas que parecen condenados al fracaso porque, por decir lo menos, chocan con la cultura del desmadre que caracteriza a los mexicanos.
 
El tal Dalos Ulises nos dice que ya están aquí las lluvias. Ah, benditas lluvias. Nos traen vida, los ríos se ponen contentos, se reavivan los cuerpos de agua, nos cae de maravilla.
 
Pero hay un purrum. Los ríos reciben aguas blancas y aguas negras, aguas pluviales y aguas de drenaje, aguas no agresivas y aguas procedentes de los drenajes sanitarios. Y ahí es donde Super Dalos Ulises entra en acción.
 
Propone el procu que separemos las aguas blancas de las aguas negras. Qué, qué, qué. Sí, así lo dijo. ¿Y eso con qué se come? Pues con educación, vatos, con educación.
 
En las ciudades, que la gente no conecte sus drenajes sanitarios a los drenajes pluviales. Y que las aguas negras vayan a una planta de tratamiento para que les quiten la materia fecal.
 
La bronca es que no todas las ciudades tienen planta de tratamiento de aguas negras. La ley dice que hay construirlas, pero si no hay presupuesto, no se hace.
 
El rescate de los ríos del que habla Súper Dalos Ulises es como un sueño guajiro. Está sujeto al factor económico, a los proyectos ambientales, a la voluntad política y al negocio que significa realizar todo ese tipo de obras.
 
Por otra parte, Súper Dalos Ulises está entregando certificados “Empresa Verde, Ecológicamente Responsable”, con el cual los empresarios acuden a la autorregulación a través de la auditoría ambiental. El gobierno de Veracruz les hace el reconocimiento por su aplicación al contenido de las normas ambientales.
 
Dalos Ulises premia y premia, exalta a las empresas que se han puesto las pilas para preservar el medio ambiente. Y qué bien. Pero la contradicción se da con el terrenito que renta el subdelegado en Coatzacoalcos, Rafael de Hombre, que sirve de tiradero de basura en Moloacán.
 
Ese terreno no cumple con la normatividad. No han presentado el estudio de impacto ambiental. No preserva el entorno ecológico porque el tiradero es a cielo abierto, con una zopilotada de poca madre y arroyos contaminados.
 
Y que no salga Súper Dalos Ulises con que no sabe de qué le hablan. El asunto es público, se ha ventilado en los medios de comunicación, hay quejas formales en los ayuntamientos de Las Choapas, Agua Dulce y Moloacán, y lo tiene en la mira el Congreso de Veracruz.
 
Cuando ocurre algo así, huele a farsa. No se puede andar certificando empresas verdes por cuidar el medio ambiente, cuando uno de tus subalternos, el subdelegado en la zona sur, pone el rancho para que se use como tiradero de basura.
 
Es un asunto de muchos ceros. Es un negociazo. Y eso acaba con el discurso de la ecología que distingue a los cochinones de toda la vida.
 
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