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Juan Ciudadano

Los Gobernados

La herida abierta

14/08/2015 08:08 a.m.
Regina Martínez era querida y apreciada por su trabajo. Para quienes no la conocían, sus textos la podían hacer imaginar una mujer fuerte, alta, voz potente… Y lo era, no en su físico, en el que era menudita, sencilla, cauta; pero sí en su alma, porque conocía el secreto del buen periodismo: escuchar, siempre escuchar.
 
Atenta con todos, respetuosa con todos, pero inquisitiva, duramente inquisitiva, ante quienes le despertaban sospecha, documentaba cada suceso y exigía con rigor el respeto a la verdad. El deber del periodista, la convicción.
 
Su muerte es una herida abierta. El gobierno de Javier Duarte la desestimó, jugó y se burló de su caso. Hoy está pagando las consecuencias. El hartazgo lo rebasa.
Y cuando el clamor es “Ni uno más”, matan a Rubén Espinosa, fotógrafo de AVC y colaborador de Cuartoscuro y Proceso.
 
Duarte quizá no se ha dado cuenta. Se hunde y lo hunden.
 
Se hunde por la corrupción de su gobierno; lo hunden los grupos criminales a quienes se les dio carta abierta para que operaran en el estado; lo hunde su odio a la prensa.
 
Enfrenta el gobernador de Veracruz el peor momento de su gestión, no sólo por la crisis financiera y el estancamiento económico, sino por la violencia, la inseguridad, la represión a toda forma de protesta y los crímenes de periodistas.
 
Se queja Javier Duarte de lo que él llama el linchamiento público, que en realidad es el reflejo de la percepción que tiene la sociedad en general sobre la persecución y hostigamiento a los periodistas críticos.
 
De lo que no se queja Duarte es de la cantidad de millones que ha gastado en imagen personal, en publicidad en medios de comunicación. Ese dineral lo ha tirado a la basura a juzgar por el escándalo que enfrenta y uno se pregunta qué hacen, dónde están, esos periodistas pagados que debieran recomponerle la imagen.
 
Javier Duarte fue desdeñoso y omiso con el caso Regina Martínez. Cuando la asesinaron, en abril de 2012, su gobierno se dedicó a inventar historias para enlodarla y para manchar su trayectoria. Abrió una herida que se infectó cuando el gobierno de Javier Duarte hizo mil esfuerzos por desacreditarla. Y uno se pregunta por qué.
 
Su muerte es una herida abierta, dolorosa, profunda, sin posibilidad de sanar. Cargan con ella sus familiares, sus amigos, sus compañeros de la revista Proceso y un gremio que sabe que cuando la agraviaron, agraviaron a todos.
 
La herida de Regina está ahí y sobre ella echó ácido Javier Duarte cuando pretendió minimizar su muerte, cuando desvirtuó los hechos, cuando tomó a un individuo y lo encarceló acusándolo del crimen, condenándolo a 38 años y después salió de prisión porque se pudo demostrar que fue torturado para incriminarse. Con un amparo interpuesto por la familia de la periodista se le reaprehendió y purgará una condena por robo, no por el asesinato.
 
De esa experiencia no aprendió Javier Duarte. Ocurrieron más crímenes de periodistas, más agresiones, más presión sobre los dueños de los medios para que se deshicieran de los comunicadores incómodos.
 
Regina representa una herida que no sana. Javier Duarte no la dejó sanar con su actitud agresiva. Ahora suman ya 15 periodistas asesinados en su gestión. Rubén Espinosa es el número 14.
 
La bronca para Javier Duarte es que la violencia contra la prensa crítica no amaina. Este miércoles, durante la toma de posesión de Víctor Rodríguez Gallegos como nuevo líder del Movimiento Territorial del PRI en Veracruz, un guarura del gobernador agredió a un fotógrafo de la agencia AVC una vez que se enteró para qué empresa trabaja.
 
Lo tomó del cuello. Lo tiró al piso. Lo inmovilizó. Después lo anduvo buscando para sacarlo del recinto. En otra ocasión, un funcionario de la Sedarpa, Víctor Hugo Chagra Guerrero, intentaba tapar con sus manos el lente de la cámara de otro fotorreportero de AVC.
 
Eso es lo que no se entiende. Javier Duarte tiene la lumbre en los zapatos y su gente persiste en hostigar y amedrentar a los periodistas. Y luego dice que lo están linchando.
 
Si Javier Duarte hubiera logrado sanar la herida que provocó el asesinato de Regina Martínez, todo sería diferente. Pero ha manipulado las investigaciones de cada crimen y su gobierno ha desarrollado una estrategia represora. El resultado es que se tambalea por la crisis financiera, la violencia, el rezago social y los crímenes de periodistas.
 
La herida ahí está. No sana. Se abrió con Regina y se hizo más profunda con Goyo Jiménez, Moisés Sánchez y ahora Rubén Espinosa, sólo por citar algunos de los asesinatos.
 
Y ahí seguirá porque Javier Duarte no sabe qué hacer.
 
(Comentarios y tips a: [email protected])
 

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